Con una camisa blanca y su cruz plateada colgando del cuello llegó Rómulo Emiliani al Centro Penal de San Pedro Sula, y aseguró que “ellos (los pandilleros) también están hartos de tanta muerte.
Han muerto cientos y cientos de sus integrantes y les preocupa también la seguridad de sus familias, porque están muriendo también familiares de ellos y ahora simplemente saben que la paz tiene que llegar”, expresó el obispo auxiliar de la diócesis sampedrana.
“Este día es histórico para Honduras, tenemos que valorar lo que ellos (los miembros de las pandillas) están haciendo. Quieren cambiar, quieren que se detenga la violencia, piden una oportunidad. Para Dios no hay nada imposible y tengo la fe que ahora inicia un nuevo tiempo para este país.
Es el momento de abrazar la paz”.
Monseñor además se mostró satisfecho por la iniciativa que tomaron ambos grupos.
“Quienes han querido tomar esta decisión han sido los propios integrantes de ambos grupos, ahora claro que tenemos toda la confianza de que cumplirán con lo que han acordado. Hemos hablado mucho sobre esto y definitivamente hay que tener confianza”.
Es un paso hacia la paz para Honduras
Uno de los mediadores ayer en el centro penal de San Pedro Sula para que la mara 18 y la mara Salvatrucha dieran su declaratoria de tregua, fue Adam Blackwell, secretario de Seguridad Multidimensional de la Organización de Estados Americanos (OEA).
“Estamos muy satisfechos. Nadie habría pensado en estar en estos recintos hace solo unos meses y ahora estamos aquí escuchando a los líderes de estos grupos comprometiéndose a parar la violencia”.
Además Blackwel dio a conocer que trabajan con el gobierno hondureño, al igual que con otros de Latinoamérica, para crear condiciones idóneas para reducir las cifras de víctimas de la violencia.
“Es un paso hacia la paz para Honduras, parte de un proceso. La OEA quiere trabajar con el gobierno basado en tres pilares: el primero la prevención, crear un sistema educativo, dar oportunidades a los jóvenes para que no entren en las maras.
El segundo pilar es mejorar el sistema de justicia en los centros penales para que haya un verdadero castigo. El tercero es que para quienes quieran reintegrarse en la sociedad se creen programas para que realmente tengan la oportunidad de hacerlo y puedan recuperar sus vidas”.