Sobre el filo de la media noche del lunes, el fuerte de la Selección de Australia llegó a San Pedro Sula de una forma muy inusual.
En grupos chicos de máximo 9 jugadores, vestidos de civil, ocultos con gorras y con indicaciones precisas de no violar el protocolo. No detenerse ni a respirar a la salida del Ramón Villeda Morales.
Y es que las indicaciones que los australianos recibieron para venir a Honduras, son parte de una estrategia de seguridad montada bajo los parámetros que un indicador de violencia les da en internet. No trajeron ropa de concentración de la Federación Australiana por temor a ser identificados.
Le puede interesar: Las polémicas declaraciones de Héctor Vargas sobre el Olimpia
Los Socceros esperaban a cientos de fanáticos frenéticos en el aeropuerto, dispuestos a darles cuánto grito y tambor fuera necesario para intimidarles. Esperaban violentos hooligans que se cruzarían en su camino como primera marca de un partido que se comenzó a jugar fuera de la cancha.
Ellos viajaron por separado para despistar a un país que los conoce de pies a cabeza porque vive de fútbol, sueña fútbol y subsiste gracias al fútbol.
Pero nada de eso pasó
En el aeropuerto de La Lima no había nada impidiendo su llegada. No había nadie cantando, lo más violento de la noche fue el llanto de un bebé, según narró el propio periodista australiano Dominic Bossi del The Sydney Morning Herald.
La delegación australiana se completa este lunes cuando un vuelo desde Houston llegue a San Pedro Sula. De allí se entrenarán en la sede de Real España y seguirán a pie juntillas un protocolo de seguridad que no está de más, pero que es casi seguro que ningún hondureño intentará ser parte de él.
Bienvenidos a su casa australianos. Bienvenidos a un país Cinco Estrellas.
