Tegucigalpa, Honduras
Una sola palabra y mil interpretaciones: “Visitantes”. No se acaba la primera vuelta y las disputas entre barras bravas sigue siendo tema de portadas en Honduras, sobre todo porque hace casi dos años la Asamblea de Clubes de la Liga Nacional determinó prohibir el ingreso de las hinchadas cuyos equipos jueguen fuera de casa.
Aunque en el clásico Motagua-Marathón del domingo no se reportó ningún incidente -la Furia Verde llegó al Nacional con algo así como 50 miembros-, lo del clásico Real España-Olimpia del sábado volvió a desatar comentarios de uno y otro lado; una pelea que inició entre la Mega Barra y la Policía (que impidió que se jugaran los últimos minutos del tiempo añadido por Armando Castro) terminó con disturbios entre las dos parcialidades, históricamente enemigas y que se lanzaron piedras mientras los jugadores de ambos equipos se iban al camerino con el marcador a favor de los Leones por 1 a 0.
Y vuelve la eterna discusión en una arena movediza para los actores comprometidos con la causa. Porque existe la Ley contra la Violencia en los Estadios vigente desde 2015, pero no reglamentada por el Ministerio de Seguridad, una arista que bien podría ser la cortina de humo para que no se ataque de lleno el problema. ¿Cuál es el verdadero problema?
La falta de dinero; para evitar que los violentos entren a los estadios hay una alternativa simple pero costosa: comprar sistemas biométricos de identificación (detectora de huellas digitales, por ejemplo). Sin embargo, hay otra más económica y, si se quiere, artesanal: censo en las barras (con un carné, a la vieja escuela).
Ninguna quiere ser emprendida por nadie. Entonces aparece la decisión más sencilla: que todos entren. “La Policía recomienda que para controlar a las dos barras lo mejor es que estén adentro del mismo estadio”, asegura Selim Canahuati, presidente de la Liga Nacional de fútbol.
Y llueven las excusas: “Los estadios de Honduras son muy precarios y hostiles”, dice Saúl Bueso Mazariegos, oficial de seguridad de FIFA, al tiempo que Edwin Pavón insiste en la necesidad de reglamentar la Ley contra la Violencia en los Estadios que él creó allá por 2015.
Pero el papel puede con todo y las promesas se suben al carro de la espera: “Al final los clubes son los que deciden si entran las barras visitantes, partiendo de una recomendación que la Policía Nacional”, explica Jair Meza, director de comunicaciones de la Secretaría de Seguridad. Solo queda esperar que al destino no se le ocurra una nueva tragedia en la Liga. ¿Hasta cuándo?