Honduras de El Progreso ganó el partido que debía ganar y sin importar las formas dejó hincado 1-0 a la Real Sociedad, en un partido de seis puntos que ahora deja comprimida la tabla por el no descenso: el cuadro ribereño está solo dos puntos abajo del Aceitero, que el sábado en el Humberto Micheletti no tuvo los argumentos para salir al menos con un punto de la Caldera del Diablo.
El defensa triniteco André Ettienne, quien se había equivocado feo en dos partidos pasados, pudo definir el partido cuando se lanzó al ataque y cacheteó un balón que traía malas intenciones desde que cobró el Mango Sánchez desde la esquina...
Quedó a deber...
El calificativo de final anticipada por el no descenso le quedaba grande a un partido que se extinguía en la mitad del campo.
Ni Franklyn Morales y Jorge Cardona le metían leña al fuego progreseño y en la contra Osman Melgares hacía muy poco para lo que demandaba la exigencia.
Después del centro de uno de los ídolos de Tocoa (Osman Melgares) y el cabezazo al larguero de Dílmer Gutiérrez, hacia el minuto 27, se esfumó la furia ofensiva de los Aceiteros, que llegaron determinados a alargar su distancia en puntos con los Arroceros.
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Pero en la primera bajada del complemento, ha sido el refuerzo Andrés Etienne el que se ganó las palmas hasta del mismísimo presidente Elías Názar. Era un gol clave para el equipo de Horacio Londoño...
Minuto 49 y la jugada que inició en un tiro de esquina cobrado por Carlos Sánchez terminó en una especie de taquito aéreo de Etienne, defensa central que se lanzó al ataque en busca de un aleluya; un aleluya que llegó con la ayuda de Yul Arzú (salió a cazar mariposas) y una habilitación de Jorge el Ñangui Cardona. Fue la jugada diferente de un partido lento, cargado de muchas imprecisiones y variados nervios...
No le ajustó...
Se hizo efectivo, entonces, el repliegue defensivo del equipo local, que empezaba a defender con Pedro Pablo Mencía y Frelys López y terminaba viendo cómo Marlon Licona se convertía en un participante activo del 1-0.
Y se vino el vendaval de la visita. Desordenado, pero vendaval al fin. Sin embargo a la visita le faltó claridad y todo se esfumaba en las intenciones... y en las manos de Marlon Licona.