El Ciclón, el Mimado, el Águila o simplemente el equipo del pueblo está de fiesta y lo celebra con sus miles de seguidores esparcidos en todo el globo terráqueo.
Y es que Motagua no es solo un equipo de fútbol, es una familia que se multiplica, una especie de virus incurable que va ligado en el ADN; el azul no sería lo mismo sin esa afición que lo acompaña sin importar los resultados.
El hincha motagüense estuvo en los años de oscurantismo, en esa década perdida de los ochenta y está ahora cuando las copas y las finales consecutivas están año a año.
Por las filas del Ciclón pasaron jugadores mágicos como Raúl el Joyo Chele Barahona, Mariano el Popo Godoy, César el Nene Obando y Amado Guevara. Capitanes y guerreros como Lurio Martínez, José María el Chema Durón, Ramón el Primitivo Maradiaga, Iván Guerrero y el “4” Júnior Izaguirre.
También titanes goleadores como Zacarías Arzú, Amado Castillo, el Toño ángel Obando, Luis el Chito Reyes y ahora Rubilio Castillo (máximo romperredes con 78 celebraciones).
El campeón
La vitrina azul presume 15 títulos de Liga, una Copa en 1968, una Recopa en 1997 y la Supercopa en 2017. Además, un Campeonato de la Uncaf en 2007, el mayor logro deportivo de la institución en el extranjero.
“Haber ganado esa copa tiene un significado enorme, no se compara ni siquiera con las finales ante Olimpia” recordó el Lobo Guevara, el eterno capitán.
Los hinchas de Motagua deben sentirse orgullosos porque pertenecen al equipo que ha demostrado que la grandeza va más allá de un partido de fútbol. Motagua es la oncena invencible, es el equipo que transforma los sueños en realidades.