“Suenen las trompetas, por ti se alegra toda la creación”. Ese es el emblema que en letras doradas sobresale en el hermoso lienzo que adorna el altar de la iglesia Inmaculada Concepción, y que hoy palpita en el corazón de los comayagüelas.
Y es que la población que habita en la ciudad gemela está bajo la protección de la Virgen Inmaculada Concepción.
La madre de estos nobles pobladores amanece cobijada por el fervor de sus hijos. La cenicienta está de fiesta.
El amor a la Inmaculada
Ataviada de azul y blanco, que simbolizan su reinado y amor, la Inmaculada mantiene sus manos en actitud de oración mientras dirige la mirada al cielo, en señal de la abnegación que vivió.
Según la doctrina de la Iglesia Católica, María estuvo libre de pecado desde el momento de su concepción, pues Dios quiso preservar un vientre puro donde encarnaría a Jesús.
Durante la evangelización a los indígenas, en la época colonial, es cuando los españoles difunden el afecto a la advocación mariana por todos los rincones de Latinoamérica, y Honduras con sus poblados no fue la excepción.
Desde los albores de la formación de Comayagüela, los laboriosos indios se ampararon a la gracia de la Inmaculada Concepción de María y, desde entonces, un vínculo inquebrantable los une.
No fue casualidad que el 22 de agosto de 1849 se le otorgara el nombre de Villa de Concepción y en 1897 se le confiriera el título de ciudad, siempre conservando su nombre.
Y en 1796 se levantan las paredes del templo de la Inmaculada Concepción, en el casco histórico de la ciudad.
“Esta es la primera iglesia fundada en Comayagüela y esta es la madre de todas las iglesias de la ciudad gemela”, declaró fray Rocael Reyes, párroco de la Inmaculada Concepción.
Pero a la Purísima de Concepción no le basta el solemne puesto de la iglesia para recibir a sus hijos, sino que ella va en busca del rebaño.
“La imagen de la Virgen Inmaculada ha sido llevada a los barrios porque ella viene por los pobres, por los sencillos y humildes, y una manera de acercarnos a ellos es haciendo presencia en los barrios donde nadie quisiera ir por el peligro”, reveló el fray.
Jornada de fervor
Los festejos y cánticos de alabanza para la novena, que culmina cada 8 de diciembre, están garantizados este año.
Así lo aseguró el párroco de la iglesia, quien sostuvo que la fe hacia la Madre Santísima siempre es fervorosa.
Asimismo, explicó que “estos también son momentos de encuentros con Dios, porque la madre sigue moviendo a los fieles a acercarse a Dios, estas actividades mueven a las personas y se manifiesta la alegría de acercarse a Dios”.
La jornada litúrgica inicia con la alborada a las 6:00 de la mañana, en la que se rezarán los laudes dedicados a la Virgen, y se acompañará con el repique de campanas y quema de pólvora.
Luego, a las 10:00 AM se celebrarán las primeras comuniones en el templo parroquial para conferir el sacramento de la Eucaristía.
A las 2:30 de la tarde comienza la solemne procesión con la imagen de la Inmaculada Concepción de María, desde el barrio Bella Vista, en el Centro Fátima, hacia la iglesia parroquial. Y al caer el día, a las 5:00 de la tarde, se celebrará la Santa Eucaristía.
Exposición artística
La feria patronal de la cenicienta, como es considerada la ciudad gemela, está acompañada para este año de una exposición artística en el Centro de Arte y Cultura de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (CAC-UNAH).
Por una parte, en conmemoración a la fecha hay una galería fotográfica denominada “Imaginería religiosa de la parroquia Inmaculada Concepción”, donde hay una variada gama de fotos de las figuras católicas.
Además, está la exposición permanente de la riqueza histórica y patrimonial de la antañona “Comayagua la pequeña”.
Cabe resaltar que el título de cenicienta se lo confiere a Comayagüela la historiadora Daniela Navarrete, en alusión al desarrollo socioeconómico.
“De sus peñones cuelgan cientos de tugurios donde se amontonan desperdicios de toda la ciudad y donde viven en asentamientos ilegales más de la mitad de los habitantes de las ciudades gemelas”, explica la historiadora.
Como resultado, señala, de una herencia colonial y mala gestión municipal.