Los ritmos tropicales en las bandas, el vestuario sensual de las palillonas, el show de los paracaidistas y la ruta al estadio Nacional son algunos cambios que los desfiles modernos traen a la celebración del 15 de Septiembre.
Pero vale recordar en esta antesala al Día de la Independencia cómo celebraban las fiestas patrias en la Tegucigalpa del Recuerdo, donde también abundaba el fervor patrio, el colorido y civismo.
Gracias a la colección de fotos del grupo en Facebook Comayagüela 60 podemos traer a la memoria la vestimenta de la época, con trajes reservados y elegantes.
La ruta antigua de las marchas era de El Obelisco al parque Central.
Para muchos de los ahora jóvenes participantes de las marchas parecerá insólito, pero para sus padres y abuelos era lo cotidiano y forma parte de la memoria histórica y gráfica.
'Guacaleo' y cañazo
Viajando más en el tiempo nos encontramos con los desfiles cívicos de inicios de 1900, gracias al libro 'La Tegucigalpa de Mis Recuerdos' de Marco Antonio Rosa.
El escritor relata que el gobierno municipal ordenaba blanquear las cassas y desyerbar las calles en miras que lucieran limpias para la celebración de Independencia.
'Como el parque Central ha sido y sigue siendo lugar predilecto para estas festividades, las calles que convergen a dicho jardín se adornaban con gallardetes de papelillos, fijaban banderines en los postes y partes altas de las esquinas de las casas, asimismo se engalaba con pino en ramas la baranda del parque', rememora.
Sigue el recuerdo: 'El mero 15 a las 6 de la mañana, el canón con su voz potente despertaba el vecindario y, durante el día, estas detonaciones sucedían cada hora. Entre las 8 y 9 de la mañana todas las escuelas y colegios hacíanse presentes al parque Central, para dar principio a las festividades cantando el himno.
El paseo cívico era encabezado por el ministro de Gobernación o el señor alcalde, portando el pabellón naciona; el presidente de la República con su gabinete; los miembros de la Corte Suprema de Justicia; la directiva del Congreso Nacional; entre otros funcionarios.
Terminada la marcha, el pueblo se regocijaba con savia de caña servida en guacales blancos, lo que llamaban 'guacaleo'. El alcalde era el primero en tomar el 'cañazo'.
Además, cada alumno recibía un hermoso cartucho lleno de ricos dulces, como pan de rosa, zapotíos de dulce adornados con clavos de olor, corozos, garrapiñados, diminutas espumillas, huevitos y otras golosinas.
*En la colección de fotos colaboraron el grupo Comayagüela 60, exalumnos del Instituto San Francisco, Amado Aguiluz, entre otros.