Tegucigalpa, Honduras
Además de enfrentarse a un camino desconocido, de aguantar hambre, frío y ser víctimas de la delincuencia, el crimen organizado y hasta de un muro invisible, los migrantes también tienen que lidiar con el proceso judicial de la deportación.
Los niños, quienes también afrontan este largo camino, cambian sus cuadernos por mochilas llenas de cosas necesarias para cruzar fronteras solitarias, fronteras que los dejan excluidos y los hacen sentirse culpables por el hecho de querer reencontrarse con sus padres o simplemente buscar vivir.
El lunes el fiscal general de Estados Unidos, Jeff Sessions, dejó claro que su gobierno no quiere que familias lleguen a la frontera, de lo contrario serán “separados”, es decir que los padres que viajen con sus hijos serán alejados, basados en la ley.
“Si contrabandea indocumentados por nuestra frontera, le procesaremos; si contrabandea un niño, le procesaremos. Y el niño será separado de usted como lo requiere la ley”, refutó.
En febrero, el gobierno estadounidense modificó el tratamiento de niños migrantes en las fronteras. Ahora, los pequeños que viajen solos pasarán por un proceso de investigación y si no tienen un tutor legal o padre que vivan en el país norteamericano estarán bajo la custodia de la Oficina de Refugiados y Reasentamiento del Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS por sus siglas en inglés), dentro de un plazo de 72 horas, mientras un juez decide su futuro.
Y en el caso que el menor, de 18 años, tenga un tutor legal o padres en Estados Unidos, será puesto en proceso de deportación acelerada, según la cadena Univisión.
Cifras publicadas por The New York Times indican que desde octubre de 2017 unos 700 niños fueron separados de sus padres en estaciones fronterizas, 100 de ellos eran menores de cuatro años de edad. Y el problema se agudiza aún más, pues pese a las políticas antiinmigrantes, el desplazamiento de personas va en aumento.
De enero a marzo de 2018 unos 90,033 inmigrantes fueron capturados en la frontera estadounidense, mientras que en el mismo período de 2017 fueron detenidos 62,525, lo que representa un 30.5% más.
Deportaciones
Son naciones consideradas “pobres”, violentas y sobrepobladas y estos calificativos nada se alejan de la realidad que influye para que los centroamericanos viajen irregularmente a Estados Unidos, un deseo que ha enfurecido al presidente estadounidense Donald Trump.
El Salvador, Guatemala y Honduras se encuentran en el ojo del gobierno estadounidense, quien además de cancelar el Estatus de Protección Temporal (TPS) para dos de estos tres países, realiza deportaciones masivas.
A la fecha, Guatemala se posiciona como el país con más retornados (32,149) desde México y Estados Unidos, seguidamente está Honduras con 24,556 y El Salvador con 17,228, muchos son niños.
Actualmente, militares resguardan varios de los límites para evitar el paso de migrantes, pero más que obstruir la circulación han causado indignación entre organizaciones promigrantes y hasta legisladores de los Estados Unidos.
¿Aliados?
En tanto, el portal mexicano La Silla Rota informó que el gobierno de Canadá gestiona la modificación de un acuerdo con Estados Unidos para detener el creciente flujo de migrantes “a pie” a través de las fronteras. En ese sentido negocian el Acuerdo de Tercer País Seguro, firmado en el 2004, asimismo el uso del visado estadounidense para poder ingresar a pie.
El acuerdo especifica que ningún solicitante de refugio puede hacerlo llegando por tierra desde la nación vecina, lo que significa que el refugiado debe de pedir asilo en el primer país.
La solicitud se basa en el acuerdo que deja abierta la posibilidad de que quien cruce la frontera a pie, por puntos ciegos, puede pedir refugio.
Con esto, Canadá podría retornar a los migrantes al territorio estadounidense o simplemente enviarlos a su país de origen.
El ministro de Inmigración de Canadá, Amed Hussen, dijo que solo en el mes de abril recibieron 2,500 peticiones de refugio.