El presidente Donald Trump inició su primera jornada completa en funciones en un oficio de oración, el último rito de la transición antes de abocarse de lleno a las tareas de gobierno.
Trump, su esposa Melania, el vicepresidente Mike Pence y su esposa Karen ocuparon la primera fila en la Catedral Nacional en Washington durante el servicio matutino que siguió a la jornada de ritos, pompa y protestas de su investidura.
El servicio ecuménico, una tradición para los nuevos presidentes, se realiza en una parroquia episcopal, y en este caso provocó controversias entre los feligreses opuestos a sus políticas.
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Mientras tanto, multitudes de mujeres marchaban en la capital estadounidense y muchas ciudades del mundo en protesta contra Trump.
El presidente no habló durante el oficio.
El obispo Harry Jackson pidió a Dios que dé al presidente, el vicepresidente y el gabinete 'sabiduría y bondad en el ejercicio de sus deberes'. Pidió que Trump y Pence 'sirvan a todo el pueblo de esta nación y promuevan la dignidad y libertad de cada persona'.
Posteriormente, Trump preveía reunirse en la sede de la CIA con los jefes de inteligencia, un encuentro que podría resultar altamente tenso.
Trump ha criticado duramente a los jefes de inteligencia por sus conclusiones de que Rusia se entrometió en las elecciones de 2016 en favor suyo, y por la filtración de informes confidenciales que recibió en semanas anteriores a su investidura.
El nuevo presidente ha indicado su intención de apartarse rápidamente de las políticas del gobierno anterior.
El viernes tomó sus primeras medidas de gobierno. Antes de bailar con la primera dama en las fiestas de gala por la noche, firmó una orden ejecutiva que apunta a socavar la ley de seguro de salud de Barack Obama.
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La orden señala su intención de pedir la 'derogación inmediata' de la ley. Permite al Departamento de Salud y otras agencias federales demorar la aplicación de las partes de la ley que pudieran imponer un 'peso fiscal' a los estados, los proveedores de atención de salud, familias o individuos.
También allanó el camino para que los miembros de su equipo de seguridad nacional ocupen sus puestos.
Firmó una ley por la cual James Mattis, designado secretario de Defensa, quedó eximido de la ley que prohíbe a militares con menos de siete años de retiro ejercer el cargo más alto en el Pentágono. El objetivo es garantizar el control civil de las fuerzas armadas, Mattis, de 66 años, se retiró de los Marines en 2013.
Horas después, el Senado confirmó a Mattis y al general retirado John Kelly como secretario de Seguridad Nacional. Los dos prestaron juramento ante Pence.
Por otra parte, el secretario general de la Casa Blanca, Reince Priebus, emitió un memorando para congelar regulaciones nuevas y las que había impuesto el gobierno anterior.