El Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia (TPIY) de La Haya vivió un momento caótico este miércoles cuando uno de los acusados croatas de Bosnia ingirió 'veneno' llevándose a la boca un pequeño frasco al conocer su veredicto, lo que obligó a la corte a suspender la audiencia.
Cuando el tribunal se disponía a emitir su última sentencia antes de su cierre en diciembre, uno de los acusados, un exoficial de alto rango del ejército croata, Slobodan Praljak, de 72 años, gritó 'Praljak no es un criminal'.
'Rechazo vuestro veredicto', dijo al tribunal, que confirmó su sentencia a 20 años de cárcel. Acto seguido, sacó un frasco del bolsillo y se tragó el contenido delante de las cámaras. Su abogado dijo que su 'cliente había tomado veneno'.
El personal del tribunal se apresuró a atender a Praljak y el presidente de la corte, Carmel Agius, ordenó la suspensión de la audiencia.
Minutos después, la AFP vio una ambulancia llegar y un helicóptero sobrevolar la zona. Varios socorristas entraron en el tribunal.
A primeras horas de la tarde, un guardia de la corte anunció que Slobodan Praljak estaba vivo. 'Está vivo y recibe actualmente cuidados médicos', declaró a los periodistas.
Este incidente inédito se produjo durante una audiencia en apelación a seis exdirigentes y jefes militares de los bosniocroatas, acusados de crímenes de guerra en el conflicto entre croatas y musulmanes (1993-1994) que estalló durante la guerra en Bosnia (1992-1995).
Se produjo justo después de que los jueces confirmaran la condena a 25 años de prisión contra el exdirigente de los croatas de Bosnia Jadranko Prlic por el traslado de poblaciones musulmanas y por el recurso a asesinatos, violaciones y destrucciones de bienes civiles con el objetivo de crear una 'gran Croacia'.
Unos actos calificados por la acusación de crímenes de guerra y contra la humanidad cometidos durante la contienda bélica en Bosnia que causó más de 100.000 muertos y 2,2 millones de desplazados.
El veredicto de este miércoles debía ser el último del TPIY antes de echar el cierre en diciembre, después de casi un cuarto de siglo dedicado a juzgar a los autores de las peores atrocidades en Europa desde la Segunda Guerra Mundial.