Nueva York, Estados Unidos
Los dos hijos adultos de Donald Trump llegaron a esta tranquila localidad rural del estado de Nueva York con mucha bulla.
Una empresa asociada a Donald Trump Jr. y a Eric Trump es dueña de un coto de caza de 70 hectáreas que está siendo usada como polígono de tiro, y el sonido de los disparos de rifle desde una torre de madera y del estallido de los blancos irrita a los residentes de la zona, según dijeron vecinos a la Associated Press.
Un vecino sostuvo que estremece los vidrios de su casa; otro dijo que arruina la serenidad del bosque. Un tercero se quejó ante un representante de la propiedad el verano pasado.
“Es como que estuvieras en una zona de combate”, afirmó Elisabetta Berghold, quien tiene 17 hectáreas muy cerca.
Los vecinos afirman que sabían que habría disparos ocasionales por la caza de venados, pero que nadie esperaba el estruendo de un polígono.
“Es terrible. Hace temblar las ventanas”, aseguró otro vecino, Mike Dougherty.
Cuatro vecinos entrevistados por la AP describieron situaciones similares. Coincidieron en que la bulla disminuyó en los últimos meses, pero que vuelve los fines de semana durante el verano.
El terreno que está siendo usado como polígono de tiro se encuentra en una faja de tierra en el extremo oriental de la propiedad de Trump donde hace tres años la empresa de cable de AT&T limpió todos los árboles. Desde la ruta que pasa por ahí se observa una torre de madera.
Los Trump parecen haber adquirido la propiedad mediante un mecanismo en el que no aparecen sus nombres, usado generalmente para comprar tierras o hacer negocios sin que se vea quién está detrás de ellos.
Los dos hijos adultos de Donald Trump llegaron a esta tranquila localidad rural del estado de Nueva York con mucha bulla.
Una empresa asociada a Donald Trump Jr. y a Eric Trump es dueña de un coto de caza de 70 hectáreas que está siendo usada como polígono de tiro, y el sonido de los disparos de rifle desde una torre de madera y del estallido de los blancos irrita a los residentes de la zona, según dijeron vecinos a la Associated Press.
Un vecino sostuvo que estremece los vidrios de su casa; otro dijo que arruina la serenidad del bosque. Un tercero se quejó ante un representante de la propiedad el verano pasado.
“Es como que estuvieras en una zona de combate”, afirmó Elisabetta Berghold, quien tiene 17 hectáreas muy cerca.
Los vecinos afirman que sabían que habría disparos ocasionales por la caza de venados, pero que nadie esperaba el estruendo de un polígono.
“Es terrible. Hace temblar las ventanas”, aseguró otro vecino, Mike Dougherty.
Cuatro vecinos entrevistados por la AP describieron situaciones similares. Coincidieron en que la bulla disminuyó en los últimos meses, pero que vuelve los fines de semana durante el verano.
El terreno que está siendo usado como polígono de tiro se encuentra en una faja de tierra en el extremo oriental de la propiedad de Trump donde hace tres años la empresa de cable de AT&T limpió todos los árboles. Desde la ruta que pasa por ahí se observa una torre de madera.
Los Trump parecen haber adquirido la propiedad mediante un mecanismo en el que no aparecen sus nombres, usado generalmente para comprar tierras o hacer negocios sin que se vea quién está detrás de ellos.
Ambos están vinculados de algún modo con la empresa que adquirió el terreno, Leather Hill Preserve LLC. El representante de LLC en la operación es Jeffrey Ferraro, quien fue delegado ante la Convención Nacional Republicana en julio del 2016 y aparece posando con Eric Trump en una foto de Facebook.
La Organización Trump se negó a hablar del tema.
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Berghold, una activa demócrata que no le tiene ninguna simpatía al presidente, dijo que tuvo una discusión con Ferraro el 3 de julio pasado y que este ofreció disculpas y se comprometió a que no haya más ruido. Agregó que cuando le habló de los disparos, Ferraro le comentó que sus “socios tienen gente del servicio secreto que también dispara”.
Una portavoz del servicio secreto indicó que esa dependencia no tenía nada que decir y Ferraro se negó a dar más detalles.
Ferraro dijo que era el principal responsable de la firma que compró la tierra. No quiso hablar de cómo conoce a los Trump ni del uso de blancos que estallan. Afirmó que no hay un polígono de tiro propiamente dicho en el terreno.
No se han presentado quejas formales en Dover, la localidad que administra el caserío de Wingdale, según Donn Andersen, el inspector de edificios del pueblo. Acotó que no hay nada que regule el uso de blancos que estallan en la zona y que la torre no requeriría un permiso especial. Las normas sobre ruidos no mencionan armas, disparos ni tiro al blanco.
Los Trump no han tenido casi contacto con la comunidad, pero algunos vecinos dicen que es obvio que la frecuentan porque llegan acompañados por agentes del servicio secreto en camionetas negras.
Dougherty indicó que ve un Range Rover blanco con las iniciales de Eric Trump en la placa ingresando a la propiedad en días en que los ruidos son particularmente fuertes.
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La propiedad se encuentra al final de una calle de tierra. Tiene portones de metal y se necesita autorización para ingresar.
Durante la campaña presidencial de Trump aparecieron en la zona patrullas de la oficina del sheriff del condado de Dutchess, según vecinos.
El antiguo dueño de la propiedad, Joe Kleinman, declaró a la AP que se la vendió a un comprador anónimo que quería cazar en ella, pero que no sabía que se trataba de los Trump.
La vendió en agosto del 2013 por 665.000 dólares.
Dijo que los compradores pidieron una rebaja diciendo que en un hospital psiquiátrico vecino abandonado había fantasmas, pero no la consiguieron.