Washington, Estados Unidos
Las autoridades migratorias estadounidenses detuvieron el fin de semana a 121 adultos y niños considerados inmigrantes ilegales para ser deportados, en un operativo que es apenas el primero de una serie, informó el lunes el secretario de Seguridad Interna, Jeh Johnson.
Esos detenidos -de un grupo que incluye familias enteras- 'han sido trasportados a albergues temporarios del Servicio de Inmigración y Aduanas, para recibir documentos de viaje y posteriormente ser colocados en vuelos de retorno a sus países de origen', señaló Johnson en una nota oficial.
Esas personas están 'en proceso de ser repatriados', añadió el alto responsable.
Las redadas de la 'migra' estadounidense durante todo el fin de semana se concentraron en los estados de Georgia, Texas y Carolina del Norte, y 'continuarán a ser realizadas en la medida que se considere apropiado'.
Esas operaciones ya eran esperadas desde la Navidad, para expulsar del país a inmigrantes, en su mayoría centroamericanos, que hayan ingresado a Estados Unidos después de mayo pasado y cuyas solicitudes de residencia ya hayan sido negados por cortes migratorias locales.
Según Johnson, estas operaciones 'no deber ser una sorpresa para nadie'.
Desde el último verano boreal (junio a septiembre), 'hemos estado trasladando y repatriando inmigrantes de América Central a un ritmo más acelerado, con un promedio de 14 vuelos semanales', informó Jeh Johnson.
La semana pasada, ante una consulta de AFP, el Departamento de Seguridad Interna (DHS, en inglés) se había limitado a informar que la normativa adoptada por el presidente Barack Obama en noviembre de 2014 estableció como prioridad la deportación de personas que ya recibieron orden judicial de expulsión.
En el verano boreal de 2013 Estados Unidos vivió una súbita oleada migratoria, con la llegada de miles de niños sin compañía de adultos, principalmente de Centroamérica, que huían de la pobreza y la violencia.
La crisis conmocionó al país y obligó al gobierno a decretar medidas de emergencia ante un inminente desastre humanitario. El gobierno centralizó en el DHS todas las tareas de rediseñar su seguridad fronteriza, y con ello los números de la oleada migratoria comenzaron a declinar.
Obama anunció en noviembre de 2014 un paquete de decretos sobre medidas más favorables para inmigrantes cuyos hijos ya hayan regularizado su situación, pero reforzó la política de deportación de los llegados más recientemente y aquellos con antecedentes criminales.
Las autoridades migratorias estadounidenses detuvieron el fin de semana a 121 adultos y niños considerados inmigrantes ilegales para ser deportados, en un operativo que es apenas el primero de una serie, informó el lunes el secretario de Seguridad Interna, Jeh Johnson.
Esos detenidos -de un grupo que incluye familias enteras- 'han sido trasportados a albergues temporarios del Servicio de Inmigración y Aduanas, para recibir documentos de viaje y posteriormente ser colocados en vuelos de retorno a sus países de origen', señaló Johnson en una nota oficial.
Esas personas están 'en proceso de ser repatriados', añadió el alto responsable.
Las redadas de la 'migra' estadounidense durante todo el fin de semana se concentraron en los estados de Georgia, Texas y Carolina del Norte, y 'continuarán a ser realizadas en la medida que se considere apropiado'.
Esas operaciones ya eran esperadas desde la Navidad, para expulsar del país a inmigrantes, en su mayoría centroamericanos, que hayan ingresado a Estados Unidos después de mayo pasado y cuyas solicitudes de residencia ya hayan sido negados por cortes migratorias locales.
Según Johnson, estas operaciones 'no deber ser una sorpresa para nadie'.
Desde el último verano boreal (junio a septiembre), 'hemos estado trasladando y repatriando inmigrantes de América Central a un ritmo más acelerado, con un promedio de 14 vuelos semanales', informó Jeh Johnson.
La semana pasada, ante una consulta de AFP, el Departamento de Seguridad Interna (DHS, en inglés) se había limitado a informar que la normativa adoptada por el presidente Barack Obama en noviembre de 2014 estableció como prioridad la deportación de personas que ya recibieron orden judicial de expulsión.
En el verano boreal de 2013 Estados Unidos vivió una súbita oleada migratoria, con la llegada de miles de niños sin compañía de adultos, principalmente de Centroamérica, que huían de la pobreza y la violencia.
La crisis conmocionó al país y obligó al gobierno a decretar medidas de emergencia ante un inminente desastre humanitario. El gobierno centralizó en el DHS todas las tareas de rediseñar su seguridad fronteriza, y con ello los números de la oleada migratoria comenzaron a declinar.
Obama anunció en noviembre de 2014 un paquete de decretos sobre medidas más favorables para inmigrantes cuyos hijos ya hayan regularizado su situación, pero reforzó la política de deportación de los llegados más recientemente y aquellos con antecedentes criminales.