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General Francisco Morazán: La gesta libertaria de un estadista revolucionario

<p>Centroamérica recuerda al heroico guerrero que dio su vida por el ideal de la unión, sin embargo, en su testamento aún “palpita el espíritu vivo del héroe”.</p>
08.09.2012

SERIE 1/2

El general Francisco Morazán tenía ojos visionarios, manos que no tambaleaban ante ningún ejército y un temple temerario que lo acompañó hasta el final de sus días; realizó numerosas reformas, veló por el acceso a la educación, combatió en numerosas batallas, pero su más laudable hazaña fue su entrañable amor a Centroamérica.

Es por eso que al momento de recordar a Morazán no solo se debe pensar en el hombre de la imagen de perfil, ni evocársele como el rostro impreso en el billete de 5 lempiras, ni entonar su himno como simples autómatas, sino que se le conmemore como el paladín que luchó por la unión centroamericana, por la patria grande, un hombre al que no solo hace falta admirar, sino imitar.

Ese es el verdadero Francisco Morazán.

Definido por el morazanista Miguel Cálix como “el alma de la historia de Centroamérica”, Morazán entregó todo en sus 50 años de vida.
Cálix, un conocedor de la vida, obra y pensamiento de Morazán, con diez libros publicados y otros diez a punto de imprimir sobre el estadista centroamericano, accedió a hablar sobre el general.

Usted define a Francisco Morazán como “el alma de la historia de Centroamérica”, ¿qué rumbo cree que hubiese tomado esa historia sin un personaje como él? El rumbo que pudo haber tomado la historia centroamericana sin la presencia del gran paladín hubiera sido el de seguir viviendo otros siglos de total oscurantismo y fanatismo religioso, esclavos de alguna poderosa potencia mundial.

¿Cuál fue, básicamente, la ideología política del general Morazán? El pensamiento ideológico -revolucionario- de Morazán quedó plasmado a lo largo de manifiestos, proclamas, correspondencia y mensajes oficiales. Se destacan sus ideas, su acendrada defensa de las ideas de la Ilustración, los postulados de la Independencia de Estados Unidos de América, la Revolución Francesa, el liberalismo, la Independencia de las antiguas colonias de España en América, la supresión de las arcaicas estructuras coloniales, la unión de Centroamérica, la educación popular por el Método Lancasteriano de Enseñanza Mutua, la defensa de la integridad territorial de la República Federal de Centroamérica, el respeto a la Constitución y leyes federales y estatales de Centroamérica, su posición anticlerical, pero no antirreligiosa, los juicios por jurados.

¿Cree que hay en Centroamérica alguien que se haya enfrentado a la muerte con tanta dignidad como lo hizo Morazán? La muerte de Morazán fue un vil asesinato, que no hubiera ocurrido en caso de hacérsele juicio, pues no habían cargos que se le pudieran hacer, lo cual reconoció el mismo historiador costarricense don Ricardo Fernández Guardia, que fue quien organizó el Archivo Nacional de Costa Rica con los papeles del Gobierno Provisorio de Morazán en ese Estado, y fue quien tergiversó la historia del prócer.

En definitiva, creo que no ha habido en la historia de Centroamérica otra persona que con tanta dignidad haya afrontado tan terrible asesinato y con ello haber alcanzado el más cimero e inmarcesible sitio en el corazón de los centroamericanos.

La posteridad le hizo justicia al prócer... pero, ¿cree que él estaría contento del camino que tomó Centroamérica a raíz de su muerte? Pese a la incansable lucha de Morazán porque Centroamérica fuera un solo país, cuatro años antes de ser asesinado, esta se resquebrajó y aún en 2012 no lo hemos restablecido y seguimos siendo cinco Estados pequeños, débiles y enfermizos, quiso fortificar a esos débiles países, como en 1870 nos calificó el prócer cubano José Martí. Por consiguiente, creo que Morazán no estaría contento del rumbo que tomó Centroamérica a raíz de su muerte.

¿Qué nos quedó como patria después de Morazán? Después de Morazán, y como él mismo se anticipó a manifestar en marzo 1836 en su Informe al Congreso Federal, nos quedó “esta patria vacilante e incierta”, la cual ha venido haciendo muchos esfuerzos para lograr su unión o reconstrucción.

Tales empeños se buscaron, primero, por medio de 31 intentos armados y de concertación, hasta antes de la Segunda Guerra Mundial; y luego, a partir de 1950, por la cooperación, la integración económica y social, por medio de una cadena de tratados y protocolos; y por la unión política, también por tratados y otros. Especialmente debo señalar la Alianza para el Desarrollo Sostenible (Alides) como una iniciativa integral en lo político, moral, económico, social y ecológico que desde 1994 se acordó impulsar. También hay que destacar la

Declaración de Nicaragua del 2 de septiembre de 1997 en la que los presidentes expresan que “Conscientes de que este esfuerzo requiere de un inequívoco compromiso con el ideal centroamericanista, acordamos iniciar el proceso de constitución, gradual y progresivo, de la unión centroamericana como expresión superior de la Asociación Comunitaria estipulada en el Protocolo de Tegucigalpa de 1991”.

Debo señalar que en el mundo globalizado de hoy por fin se ha firmado un Acuerdo de Asociación con Europa y algunos tratados de libre comercio con otros países y regiones, y que la unión de Centroamérica es una necesidad de supervivencia, y que si no se ha llevado a cabo es por la falta de estadistas de la talla de Francisco Morazán Quesada.

Hay que resaltar que han habido logros y retrocesos y que la crisis actual, que lleva muchos años, es motivada por la ausencia de voluntad política de los gobernantes y la falta de conciencia de los gobernados, asociada esta a la carencia de información transparente proporcionada de parte de los primeros; no obstante, las obligaciones contraídas en los tratados suscritos y especialmente en el Protocolo de Tegucigalpa (artículo 10).

¿Qué inspira en usted el testamento de Morazán? Yo pienso -y así lo he venido manifestando desde hace muchos años- que en el manuscrito más importante de Morazán, su testamento, que exhibo en una pared de mi casa, y que fuera dictado el 15 de setiembre de 1842 tres horas antes de morir, palpita el espíritu vivo del héroe, y que el mismo es la página cívica más grandiosa.

Hoy reitero que debemos proponernos que a más tardar el 15 de setiembre de 2021, cuando se cumplirá el Bicentenario de la Independencia Nacional, logremos reconstruir unitariamente esa nación que Morazán nos pidió en ese testamento, y que desde el 2 de septiembre de 1997 los presidentes centroamericanos acordaron iniciar, gradual y progresivamente.

Tanto Eduardo Galeano como Gabriel García Márquez, en más de una ocasión, han escrito sobre la historia de la estatua de Morazán que se exhibe en la plaza Central (incluso usted protagonizó un altercado con Galeano debido a este tema), ¿cómo prueba, como estudioso de su vida y obra, que esa estatua sí pertenece al prócer y no al mariscal Ney? Tengo escrito un libro intitulado “Autenticidad de la estatua de Morazán del parque Central de Tegucigalpa”, que publiqué en diciembre de 2005, en el que demuestro en forma totalmente documentada la falsedad de las afirmaciones de William Krehm, Eduardo Galeano y Gabriel García Márquez sobre que la estatua del parque Central de Tegucigalpa pertenece al mariscal Michel Ney, alto oficial de Napoleón Bonaparte, y no a Francisco Morazán.

Espero que la lectura de mi libro ponga punto final al morbo que se ha alimentado en muchos hondureños y extranjeros que han sido sorprendidos por la reputación de tales escritores; también aspiro a que algún sociólogo me ayude a buscar una explicación del por qué es más fácil creer fábulas o inventos y no la verdad objetiva y demostrable que se realiza al amparo de documentos y fotografías irrebatibles.

Usted como morazanista, ¿qué avala y qué critica de Morazán? He publicado 10 libros sobre Morazán y tengo otros 10 en preparación, lo que me ha permitido aprender mucho, documentadamente sobre su vida, obra y pensamiento, al estudiarlas a fondo, en el contexto en que se desenvolvió, por lo tanto avalo en cien por ciento su gesta libertaria.

Además, paso sirviendo la Cátedra Morazánica en tres medios radiales, así como publicando pequeños trabajos en diarios escritos y atendiendo invitaciones de medios televisivos de Honduras. También acudo a dar conferencias a diversos grupos políticos, económicos, sociales, estudiantiles, sindicales y militares.

Porque Morazán no era sanguinario perdonó la vida a varios de sus enemigos e incluso les devolvió sus fusiles y los dejó en libertad, lo cual podría ser un error político que le costó la vida. Pero tendría que analizarse objetivamente estas decisiones a la luz del entorno geográfico, económico, social, cultural y religioso en que vivía Centroamérica para entender su conducta.

¿En qué aspectos cambiaría usted la historia que nos cuentan sobre Morazán, lo describiría como el casi dios inalcanzable o como un ciudadano común que hizo cosas que nadie se había atrevido a hacer? En mis libros, artículos, cátedras en diferentes medios de información escritos, radiales y televisivos, así como en conferencias en distintos estratos políticos, económicos, sociales y culturales de Honduras, otros países centroamericanos y aún de Estados Unidos de América, me refiero a muchos aspectos desconocidos de la vida integral de Morazán, que casi nadie se había atrevido antes a hacer, como un gran visionario que se adelantó 200 años a nosotros, un estadista revolucionario que quiso cambiar las arcaicas estructuras culturales, políticas, económicas y sociales de su patria Centroamérica; gran cumplidor y defensor de la Constitución y de las leyes; propulsor de la igualdad de todas las personas ante la ley, establecedor de una forma democrática de gobierno con plena separación entre los poderes públicos y suficientes libertades ciudadanas; asimismo, como hombre, esposo, padre; educador por medio del Método Lancasteriano de Enseñanza Mutua, amante de la paz, civilista, estratega militar que se hizo asesorar de oficiales franceses, colombianos, ecuatorianos e irlandeses; aplicador del Código de Livingston para el Código de Comercio, propulsor del juicio por jurados, propio de la legislación anglosajona; sostenedor de buenas relaciones diplomáticas con los países extranjeros.

¿Cree que, por ejemplo, el Himno a Morazán se entona tal como se reza el Padre Nuestro, es decir, de memoria, pero que hoy en día son pocos los que saben quién fue él en realidad? Yo coincido con lo que usted piensa respecto a que los centroamericanos entonamos de memoria el Himno a Morazán, sin ponernos a reflexionar sobre la maravilla de su épica historia; ni en el fabuloso esplendor de la gloria de Morazán, mucho menos cómo el ideal de la unión centroamericana debe flotar en los vientos y cómo, cual deidad de poder fascinador, pase venciendo los monstruos horribles de la ignorancia de tres siglos de la Colonia española.

¿Piensa que, así como dice el Himno a Morazán, aún flota el ideal de la unión centroamericana y convertirla en una sola nación progresista, en una patria grande, o es ahora una utopía? Yo soy economista, trabajé 36 años en el proceso de integración económica de Centroamérica y me consta que este propósito unionista sigue siendo algo por realizar, o sea que aún flota este ideal en los vientos de la patria grande.

Creo, por otra parte, que con el permanente aumento de la tecnología moderna en todas las regiones del mundo los países -desarrollados o en proceso de desarrollo- se han convertido en bloques económicos y sociales; y sería absurdo que los centroamericanos no entendiéramos que seríamos más fuertes y mejor respetados en el concierto de naciones si fuéramos un solo país de 45-50 millones de habitantes en vez de pequeños satélites de las potencias más grandes.

El mundo entero se ha convertido en una aldea, ya que en fracciones de segundos, por Internet, podemos estar al tanto de lo que acontece a cada momento en cercanas como lejanas partes de la Tierra.

No puede ser una utopía querer estar unidos como los países de Suramérica (Mercosur), los países del Caribe (Carricon), la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean) o los países africanos que actualmente están negociando un Convenio de Asociación con la Unión Europea.

¿Considera que Morazán es un ejemplo para los políticos de hoy en día que anteponen las leyes y reformas populistas (que en algunas ocasiones atentan contra el Estado) y no optan por lo que el país verdaderamente necesita? Las leyes y reformas de los diferentes grupos o partidos políticos deben enmarcarse en lograr el bien general de la población y ser congruentes con la realidad de los países centroamericanos, tomando en cuenta el entorno tecnológico mundial.

¿Cómo define Miguel Cálix a Francisco Morazán? Yo defino a Morazán como mi Benemérito Libertador que, junto a indios descalzos de Texiguat, Curarén y de León (Nicaragua), especialmente, recorrió los polvorientos caminos de Centroamérica para darnos patria y libertad. Lo defino como el paladín que aún nos alumbra el sendero de bienestar general que él se propuso darnos hace casi doscientos años.

En tantos años estudiando y recopilando datos sobre Morazán, ¿qué es lo que más le ha impactado descubrir sobre su vida, obra y pensamiento? Me ha impactado y comprometido a divulgarlo la consistencia de sus ideas, valores y principios, en todas las facetas de su vida personal y política, ya como civilista o militarista, como Jefe de Estado de Honduras, presidente de Centroamérica (dos períodos), Jefe de Estado de El Salvador y Jefe de Estado Provisorio de Costa Rica.

¿Cómo era Morazán, no el héroe, ni el general ni el presidente, sino el hombre? Morazán era de cinco pies y diez pulgadas de estatura, delgado, con bigote negro y barba calzada. Tenía buena presencia: rostro hermoso e inteligente, de complexión rosada y ojos azules. Su mirada era dulce e inteligente.

No tuvo oportunidades para obtener un título universitario, ya que ni escuela pública hubo en su villa natal, sino hasta 1819, cuando ya tenía 27 años: fue, por tanto, un autodidacta.

Con la ayuda de amigos, familiares y vecinos aprendió a leer y escribir, lo mismo que las primeras reglas de la aritmética y nociones sobre varias disciplinas, como dibujo e historia profana y eclesiástica, catecismo y moral cristiana.

También estudió elementos de gramática latina en el convento de San Francisco, con fray Antonio de Murga. Al salir de la escuela conocía el francés y por sus lecturas en esta lengua había adquirido gran admiración por Francia.

Morazán era ejemplar en su vida privada. Su palabra era franca e independiente, notoriamente exenta de esa mezcla de orgullo e ignorancia, de adulación e insolencia de algunas personas de la época. Tenía una encantadora manera de tratar a las personas, y era de índole jovial, parecía expresamente conformado para aplacar los elementos díscolos que perturbaban la paz de Centroamérica.

Era de acrisolado civismo y honradez, que por siempre se fundieron en su recia personalidad. Durante 35 años (70% de su vida) Morazán tuvo una actuación netamente civilista. Los primeros 29 años (58%) los vivió en la época colonial, en la que se formó su personalidad civilista y nunca militarista.

Por su extraordinario físico y poder económico y político, muchas mujeres se enamoraron de él, y con tres de ellas tuvo cinco hijos, aparte de la hija legítima con su esposa doña Josefa. Morazán crió a sus dos primeros hijos naturales y los cuatro de doña Josefa, producto del primer matrimonio de esta con don Esteban Travieso.

El amplio espíritu de justicia de Morazán era también de los mejores atributos de su personalidad. Era un hombre católico. Aunque temerariamente valeroso en las batallas, era, a menudo, censurado por sus partidarios por su clemencia injustificada con los vencidos.

¿Cree que en Honduras no se respeta el legado histórico de los héroes? Efectivamente, en nuestro país falta mucho a gobernantes y gobernados para tener por norte los principios y valores que enarbolaron nuestros próceres.

No conocemos ni respetamos el legado histórico de cada uno de ellos y, por lo tanto, no comulgamos a diario con sus ideas, que se vuelven más destacadas si tomamos en cuenta que no podían difundirse con la rapidez con que hoy puede hacerse, dado el avance tecnológico que nos brindan los medios de comunicación, gracias a la energía eléctrica y la Internet en un entorno geográfico, cultural, político, económico y social más favorable al que ellos se desenvolvieron.

¿Con qué riqueza morazánica (en materia) contamos en el país? Casi no se cuenta con ninguna riqueza morazánica material comprobada, con excepción de dos piezas de la imprenta que Morazán trajo a Honduras en 1829, procedente de Guatemala, las cuales estuvieron en el Museo de Arqueología Regional de Comayagua y que ahora se hallan en la Casa de Morazán, en el centro histórico de Tegucigalpa, frente al excine Variedades.

En el Museo del Banco Central de Honduras se exhibe en perfecto estado un sable diciendo que fue usado por Morazán, pero en mi libro

“Espada y sables supuestamente usados por Morazán” demuestro documentadamente y con fotografías irrefutables que dicha arma jamás pudo pertenecer al héroe. También se exhiben en dicho museo varios objetos que se dice pertenecieron a Morazán, como por ejemplo un reloj de mesa, un catre y un baúl de madera. Se muestra, además, un aguamanil que -se dice- perteneció a doña Josefa, la esposa de Morazán.

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