Tegucigalpa, Honduras
¿Los hondureños saben que tras una cortina selvática en La Mosquitia hay restos de una cultura milenaria que actualmente es estudiada?
Pues este sitio hasta hace unos años era solo una leyenda para cientos de investigadores que pasaron parte de su vida buscando esta ciudad, que en un punto llegó a ser mítica e incierta.
Por muchos es conocida como la Ciudad Blanca, otros le llaman la Ciudad Perdida del Dios Mono, o incluso la Pequeña Amazonas, pues se encuentra en medio de cientos de árboles que miden hasta 50 metros de altura, lo que provoca que los visitantes solo puedan ingresar a través de avioneta, helicóptero o en cayuco.
Cuando Douglas Preston, escritor y periodista estadounidense, y Steve Elkins, productor y cinematógrafo, se enteraron de que la ciudad que buscaron por 22 años había sido localizada, no lo pensaron dos veces para empacar lo necesario y encaminarse a lo desconocido por el hombre.
“Yo he estado buscando este lugar por mucho tiempo, mi primer viaje a Honduras fue en 1994. Había escuchado la leyenda de la ciudad perdida y me fascinó esta leyenda”, contó el escritor.
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En la primera expedición por las tierras míticas, los arqueólogos, científicos e investigadores fueron guiados por Timoteo Rosales, un indígena de la zona.
Al llegar a las montañas, los exploradores observaron que en el suelo sobresalía una piedra de dimensión mediana que tenía un diseño de un hombre con algo en la cabeza y, según los arqueólogos del Instituto Hondureño de Antropología e Historia (IHAH), esta pieza pertenecía a alguien que estaba sembrando maíz.
“Inmediatamente yo pensé: Esto es muy extraño ¿Por qué en la montañas latifoliadas, adonde casi nadie vive, estaba algo de una persona que plantaba maíz? En ese momento me convencí de que existía una cultura, una civilización que había florecido en esta jungla, pero que ya no quedaban vestigios y que había estado escondida”, explicó Preston.
Estos investigadores iniciaron la búsqueda de la denominada Ciudad del Dios Mono desde 1995. En 1998 con un grupo de investigadores planificaron venir al país, pero el huracán Mitch les impidió entrar a tierras hondureñas.
En el 2010 iniciaron de manera extraoficial la expedición.
En el 2012 EL HERALDO visitó la zona en la que se esconde el vestigio de culturas milenarias.
Posteriormente, en el 2015, National Geographic confirmó el hallazgo de pequeñas piedras enterradas bajo el suelo de La Mosquitia.
+Exhiben piezas encontradas en mítica Ciudad Blanca
Cultura milenaria
Las tierras de La Mosquitia son ricas en flora y fauna. El ambiente selvático permite que los organismos biológicos que viven en la región tengan las condiciones para poder sobrevivir.
Según los investigadores, adaptarse a este cambio fue muy difícil para ellos pues al entrar a la selva fueron amenazados por un grupo de monos que veían a las personas como extrañas.
Pasar por tierras movedizas fue otro de los mayores retos, porque muchos iban caminando y cuando menos lo esperaban estaban a punto de ser tragados por la tierra.
Estos obstáculos permitieron a los investigadores aplicar la tecnología Lidar a través de aviones que mapean el piso que se encuentra debajo de la selva.
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“Esta selva es una de las más tupidas del mundo y nunca se había probado esta tecnología en ese tipo de bosque”, detalló Steve Elkins.
Con esta tecnología, los investigadores pudieron denominar el terreno en dos partes, T1 y T2.
Actualmente, solo han alcanzado a estudiar al menos 144 kilómetros cuadrados, que equivalen al uno por ciento del terreno T1.
“A través del mapeo hemos encontrado aproximadamente 80 piezas de piedra y más de 500 pedazos de barro, esto con exploraciones muy básicas”, expresó Juan Carlos Fernández, doctor en eléctrica.
Las zonas estudiadas eran guiadas por cintas de color rojo que sujetaban en las ramas de los árboles, los pequeños senderos también eran señalados con cintas de color amarillo.
En las expediciones, los expertos encontraron varias vasijas y esculturas talladas en piedra, obras que son muy difíciles de elaborar.
Esta primera etapa de la expedición ha tenido un costo aproximado de 1.6 millones de dólares, que equivalen a más de 37 millones de lempiras invertidos por Douglas Preston y Steve Elkins.
Asimismo, el gobierno hondureño ha realizado varias inversiones y National Geographic donó aproximadamente dos millones de lempiras.
Publicaciones
Para finales de octubre de 2015, National Geographic estrenó un documental denominado “Ciudad perdida descubierta en el bosque lluvioso hondureño”; posteriormente Douglas Preston escribió un libro llamado “La Ciudad Perdida del Dios Mono”, que cuenta las vivencias al descubrir los bosques de Ciudad Blanca.