Tegucigalpa, Honduras
La tarde del viernes, siete menores se fugaron del Centro Renaciendo ubicado en Támara, Francisco Morazán.
El reverendo Mario Fumero, director del Proyecto Victoria, considera que en la fuga de los menores hay dos situaciones lógicas que hacen que los centros de menores sean vulnerables.
El primer lugar, considera que los centros “no están hechos para proteger al infractor con seguridad”.
Y en segundo lugar es que “el personal que está allí es variable, manipulable y se presta para esas fugas”.
“En los centros de menores hay mucho descuido, pues quizá el gobierno ha puesto un poco de atención en los centros de adultos y ha establecido lo que muchos años atrás se esperaba que son los centros para adultos de máxima seguridad”, dijo Fumero.
Sin embargo, en los centros para menores “nunca se ha trabajado técnicamente ni lógicamente ni clasificativamente”, detalló el reverendo.
Mario Fumero recordó que en dos gobiernos anteriores propuso que se hiciera un centro según los niveles de delincuencia “porque no es lo mismo el que robó un pantalón al que cometió un crimen”.
“Esas sugerencias fueron a dar a la basura, porque nunca se ha hecho nada y el problema sigue tal como está a pesar de todos los cambios que han hecho”, dijo.
Manifestó que mientras no se haga una política clasificatoria y justa no se podrá resolver el problema, porque en el proyecto de rehabilitación para menores infractores nunca se ha puesto mano para ser un lugar efectivo.
Edad punible
Sobre el tema de la edad punible, explicó que “hay que pensar que algunos menores quieren ser psicópatas, por lo que no se les puede tener en los centros como los que ahora funcionan, porque son centros muy vulnerables estructuralmente y el personal que trabaja adentro también es vulnerable”.
Para Fumero, a los menores infractores se deben clasificar en tres grupos: A, B y C. El grupo A para quienes han cometido delitos leves como el que se robó una cartera, por lo que se le debe ingresar a un régimen abierto, donde pueda rehabilitarse con un tratamiento.
En el grupo B se pueden ubicar a los que asaltan con intimidación o armas, pero no llegaron a ejecutar un acto criminal. En este caso se debe dar un régimen un poco cerrado y con un programa intensivo de rehabilitación.
En tanto en el grupo C estarán los menores infractores que cometen actos crueles como asesinatos, violaciones, asalto a mano armada, como un hecho consumado.
En el caso cuando el muchacho ha cometido crímenes y es repetitivo, “hay que tenerlo en un centro de máxima seguridad y aplicarle el régimen penal vigente o sea que cumpla la sentencia completa aunque después se le remita a un centro de reclusión de adultos una vez que cumpla la mayoría de edad”, detalló.
En Honduras hay cinco centros de internamiento de menores, que albergan a 563 internos infractores, de los cuales 68 son niñas que permanecen recluidas en el Centro Sagrado Corazón, ubicado en la colonia 21 de Octubre de Tegucigalpa.
Los demás se encuentran en los centros Renaciendo, Jalteva, Los Cobras y El Carmen, que según Fumero, está bajo el control de unos cuantos menores pandilleros.
Fusina busca a menores fugados
Recapturar a los menores infractores que se han fugado de los centros de internamiento es una labor que desarrollan los miembros de la Fuerza de Seguridad Interinstitucional Nacional (Fusina).
El teniente coronel Santos Nolasco, vocero de Fusina, explicó que a nivel nacional se realizan acciones encaminadas a detener a los jóvenes que se fugaron de Renaciendo.
“Una muestra de las acciones es que en San Pedro Sula se recapturaron a tres menores, de los cuales dos se habían fugado de Renaciendo y que se supone que son integrantes de maras y pandillas”, dijo Nolasco.
“Vamos a continuar con la búsqueda hasta capturarlos de nuevo”, manifestó el oficial.