Tegucigalpa, Honduras
El ir y venir de unas 5,000 personas por día es el dinamismo que se experimenta en la plaza central Francisco Morazán. En este mismo espacio unas 180 mujeres trabajadoras sexuales (MTS) se apostan en diferentes zonas y horarios.
Y es que por grupos tienen definido su sector de trabajo.
Por ejemplo, cerca de la bahía donde hacen parada los conductores de buses ejecutivos o unidades de taxi se concentra un nutrido grupo de MTS que permanecen de pie por extensos períodos del día.
Hay otras que cerca de la estatua ecuestre de Francisco Morazán esperan sentadas la llegada de algún cliente.
Otras aguardan en los costados de este parque para cautivar a los peatones y conductores que podrían caer en el deseo carnal.
Y hay quienes mejor deambulan por toda la plaza para mostrar sus encantos a sus posibles clientes.
Por todo el centro de recreación hasta llegar al Paseo Liquidámbar se observan féminas que se confunden con el resto de la población, pero cuya constante presencia en el parque denota su oficio.
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Algunas de las MTS se instalan desde tempranas horas del día para brindar servicios a los clientes que buscan satisfacer sus necesidades sexuales antes de comenzar sus labores.
Estas mujeres lucen menos llamativas, con ropa más casual y sin mucho maquillaje en sus rostros -en la mayoría de ocasiones- desvelados.
Otras prefieren la llegada de la noche y lucir atuendos más llamativos.
Las que trabajan en ambas jornadas cambian su ropa de trabajo, pues en la noche las lentejuelas y los tacones son sus armas para llamar la atención de los clientes.
La mayoría de ellas oscila entre los 20 a 50 años de edad, algunas lucen sus piernas con faldas diminutas y otras han dejado la vanidad a un lado y se visten con pantalones ajustados.
La tarifa que cobran va desde los 200 lempiras, pues si el cliente les pide rebaja en ocasiones ceden y el trato se pacta en menor cuantía.
Lo que es un hecho es que la Plaza Central se ha convertido en el nuevo “Belén”, donde las personas dispuestas a pagar por sexo encuentran todo tipo de mujeres que ofrecen este servicio carnal.
Nuevas instalaciones
A pesar de que aún en el barrio Belén de Comayagüela continúa la presencia de un significativo grupo de MTS, en este espacio abierto de la capital es donde se aglutina la mayor cantidad de sexoservidoras.
En el Parque La Libertad se localizan 30 féminas dedicadas a ofrecer trabajo sexual y en El Obelisco un estimado de diez mujeres, mientras que en el Parque La Concordia acuden unas 20 MTS cada día.
Una de las condicionantes para que el sitio emblemático de la ciudad, es decir el Parque Central, se haya convertido en el sitio de mayor presencia de mujeres que venden sus cuerpos es la cercanía de varios hospedajes donde se les alquilan habitaciones.
Cambios
En un recorrido realizado por EL HERALDO durante la noche por el centro de Tegucigalpa se constató cómo las sexoservidoras instaladas en el Parque Central caminan algunas cuadras para llegar a los hospedajes cercanos para atender a su clientela.
Mientras que los clientes se movilizan por su cuenta, la mayoría a pie y otros ingresan a estos edificios de alquiler hasta en motocicletas. Las MTS casi nunca llegan de la mano de los hombres a los hospedajes, pues tratan de disimular su labor al ingresar un par de minutos antes que sus clientes, situación que se repite al salir.
En la actualidad este espacio, en el que también se aglutinan grupos de vendedores de achinerías, mendigos y algunos jóvenes que inhalan resistol, es intervenido por las autoridades de la comuna capitalina.
Lo que buscan cambiar es la infraestructura pues varias áreas del parque son remozadas para convertir este espacio en un lugar más accesible para los turistas, según explican las autoridades del gobierno local.
Sin embargo, reubicar a las MTS a otro espacio de trabajo resultará un arduo trabajo en el que deberán trabajar en conjunto diferentes instituciones, a criterio de René Vallejo, gerente del Casco Histórico de la Alcaldía Municipal.
“El fin de realizar las mejoras en el Parque Central también va encaminado a que los capitalinos se empoderen de los espacios públicos”, comentó Vallejo.
El funcionario agregó que “regular este trabajo en la plaza no es tarea fácil porque uno puede retirarlas y ellas se van dos o tres días, pero luego vuelven”.
Otro de los problemas para retirar a las féminas es que “las trabajadoras sexuales se mueven a zonas cercanas, entonces nunca salen del Casco Histórico”.
Vallejo consideró que esta situación es similar a la que ocurre con los vendedores.
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