Tegucigalpa, Honduras
El grupo de juristas nacionales y extranjeros estuvo a la altura profesional en la defensa de la causa hondureña ventilada en la Corte Internacional de Justicia de la Haya.
Carlos López Contreras, excanciller y exagente de Honduras ante el máximo organismo de justicia, hace un repaso de lo que representó aquel juicio que culminó el 11 de septiembre de 1992.
Se están cumpliendo 25 años de la sentencia de La Haya.
Cómo exagente de Honduras en la Corte Internacional de Justicia, ¿qué reflexiones nos puede dar?
Que el mejor método de resolver las diferencias entre los estados es el diálogo y si el diálogo no prospera porque las decisiones son muy firmes de las partes, pues hay que arbitrar una fórmula que permite el derecho internacional que entre ellas está la mediación, el arbitraje o el recurso a la resolución judicial.
En el caso de Honduras con El Salvador estuvimos en un proceso de negociación en el marco de la mediación del doctor Bustamente y Rivero (José Luis) que culminó en el Tratado General de Paz.
Ahí se delimitó como el 70 por ciento de la frontera terrestre y quedaron ciertos sectores sobre los que no hubo posibilidades de ponernos de acuerdo y conforme al mismo Tratado suscribimos un compromiso para recurrir a la Corte, este compromiso fue aprobado por los congresos de los respectivos países y se registró en la Secretaría General de las Naciones Unidas y comparecimos a La Haya para presentar la solicitud para que conociera el caso.
Este caso tenía la complicación en el sentido de que era una diferencia insular, terrestre y marítima. La Corte acogió el caso en 1987 y nos asignó los tiempos para presentar nuestros escritos, la fase escrita y la fase oral que terminó con setencia el 11 de septiembre de 1992.
¿Qué nos puede decir la defensa hondureña, de los trabajos que se hicieron para hacer prevalecer nuestros derechos insulares, marítimos y terrestres?
Fue una defensa muy satisfactoria. Los salvadoreños dicen que fue muy exitosa, pero nosotros preferimos darle una calificación de esa naturaleza.
Decimos que satisfactoria porque resolvió pacíficamente las diferencias que existían entre los dos países. Cuando se comparece ante un tribunal internacional, más que una expectativa victoriosa es necesario tener una expectativa de resolución definitiva de la diferencia.
De acuerdo a derecho el tribunal internacional tiene una reputación de resolver conforme a derecho tal y como se lo pedimos las partes.
¿Siempre fueron fuertes nuestros argumentos en defensa de nuestros derechos?
La Corte misma en su sentencia dice que las partes pidieron que se resolviera conforme a derecho, utilizando el Uti Possidetti Juri que quiere decir el derecho que existía de los españoles en estas posesiones coloniales que ellos tenían y que después fueron provincias.
El empleo que el Uti Possidetti Juri tiene es que si bien para el país administrador no existen dudas, para un tercero que le toca resolver las diferencias es mucho más difícil porque los límites del Uti Possidetti Juri no son absolutamente precisios.
Entonces ahí tiene que utilizar un poco la creatividad el Tribunal, que en el caso de Honduras y El Salvador fundamentó el comportamiento histórico de los estados, cómo se manifesta la administración de cada uno de los estados configurando una especie de Uti possidetti de facto, porque uno administró en esa forma y el otro lo toleró.
¿Cuántos jurisconsultos participaron en la defensa de la causa hondureña en la Haya?
Actuaron como abogados de Honduras los profesores René Jean Dupuy, Pierre Marie Dupuy, Daniel Bardonet, Derek Bowett, Paul De Visscher, Julio González Campos, Luis Ignacio Sánchez Rodríguez y Alejandro Nieto.
Teníamos un jurista coordinador que había trabajado con nosotros desde la época de le madiación, era el profesor Julio González Campos, era un profesor de español.
En la mitad del proceso fue electo magistrado de la Corte Constitucional de España y eso le supuso el impedimento de aceptar causas ajenas a su función de juez. Entonces dejó a algunos profesores que habían estudiado la materia entre ellos Luis Ignacio Sánchez Rodríguez que usted debe recordar y otros profesores franceses y un profesor inglés.
Todos ellos eran altamente calificados porque no solamente practicaban la doctrina, la enseñanza y escribían libros, sino que eran litigantes en la Corte y se conocían entre sí. En realidad los que litigan en la Corte forman una especie de cofradía bastante pequeña, a veces trabajan juntos, otras veces no.
Todos eran muy profesionales y tuvimos un coordinación muy exitosa. Richard Messe, un fracés, trabajó como logístico.
¿Y del equipo hondureño qué nos puede decir?
Era un equipo con mucha experiencia, eran juristas, que la mayor parte han fallecido. Era gente que había venido trabajando en materia de soberanía y defensa de los límites desde mediados de los cincuenta y sesenta.
Entonces conocían muy bien el tema y fueron ellos lo que produjeron el insumo con que el que trabajaron los juristas, los argumentos y los medios de prueba. Estaban Pedro Pineda Madrid, Rodolfo Rosales Abella, Ramón Valladares Soto, Arnulfo Pineda López, Martínez Blanco.
Desgraciadamente no hubo un reconocimiento de la magnitud que merecían porque fueron pilares en la defensa de la soberanía.