Con el objetivo de reconocer a la primera generación de jóvenes centroamericanos con los proyectos tecnológicos más brillantes y con mayor impacto, MIT Technology Review entregó el jueves los galardones a los Innovadores menores de 35, entre los cuales figuran dos hondureños.
La iniciativa reconoce cada año a los jóvenes líderes de la vanguardia tecnológica, quienes con su creatividad y osadía, enfrentan los grandes problemas que afectan a la sociedad actual y generan soluciones con un impacto real para cambiar el mundo.
Entre los cinco jóvenes innovadores de Centroamérica destacan dos originarios de Honduras: Brayan Salazar y Yeni Carías.
Salazar, de 21 años, recibió un reconocimiento como Innovador Social del MIT Technology Review, por la creación de un dispositivo eólico que llevará electricidad a personas de bajos recursos.
La idea del joven catracho nació en 2012, cuando tuvo que viajar con su familia a una aldea de Perspire, Choluteca, en el sur de Honduras, para asistir al funeral de su abuela.
Al llegar, sus familiares necesitaban cargar sus teléfonos móviles, pero en la comunidad no hay acceso a la electricidad y la única forma de hacerlo era movilizarse hasta el municipio.
Salazar, siempre cargado con una mochila llena de herramientas y piezas de aparatos electrónicos en desuso, encontró la solución al problema creando un cargador de móviles eólico.
La idea del hondureño se materializó en pocas horas. Consiste en un sencillo dispositivo compuesto por una hélice hecha con el plástico de una botella que es propulsada por el viento y está conectada a un pequeño generador.
El inventor explicó que su dispositivo contribuye a que las personas de bajos recursos puedan acceder a la tecnología móvil, ya que ésta genera 'impactos muy positivos y diversos en la economía de los países y el bienestar de las personas'.
Actualmente solo existen tres unidades del cargador: uno en posesión del propio Salazar, otro que le regaló a una de sus tías -'un prototipo antiguo que no funciona muy bien, pero que aún así siguen usando', y un tercero que entregó a la doctora Mercedes Roca, su mentora, que fue profesora de la Escuela Agrícola Panamericana Zamorano en Honduras, centro donde Salazar trabajó hasta hace un mes como conserje.
Su padre es albañil y su madre emigró a Estados Unidos. A los 15 años, ella le regaló un ordenador viejo que un amigo les había revendido, y Salazar pasaba horas desmontándolo y observando sus piezas y circuitos. Arreglaba todos los aparatos que se estropeaban en casa y le fascinaban los motores.
Tras completar la educación básica, estudió la carrera de Perito Mercantil y Contador Público en el Instituto Blanca Adriana Ponce de la capital de Honduras. Posteriormente, comenzó la Ingeniería en Electrónica en la Universidad Tecnológica de Honduras, pero no pudo continuarla por falta de recursos económicos.
También ingresó en el ejército para cursar la Licenciatura en Ciencias Navales, con la intención de especializarse en motores fuera de borda, pero tuvo que abandonarla para ayudar a mantener a sus hermanos.
Toda la formación en electrónica de este joven ha sido autodidacta; sin embargo, espera seguir estudiando en el futuro, ya que reconoce que una de sus mayores dificultades para avanzar es la falta de conocimientos.
Actualmente, Salazar trabaja en el departamento técnico de la empresa de software INTER-CON.
Comunicación sin barreras
La otra hondureña destacada por el programa de innovadores es Yeny Carías, una docente de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH).
Con 31 años, Carías es la creadora de un software para ayudar a los estudiantes sordos a seguir las clases en la universidad.
Para mayo de este año, su proyecto había prosperado; pero ladrones entraron en casa mientras ella y su marido dormían y les robaron una consola de videojuegos, el cable de su portátil, varios adaptadores y un disco externo en el que guardaba cientos de horas de trabajo.
A pesar de las adversidades, Carías retomó su tarea y superó los largos trámites para lograr el apoyo económico de la UNAH, logrando concluir en junio el primer prototipo de su sistema de captura y traducción de voz a LESHO, la lengua de señas de Honduras.
Según la Federación Mundial de Sordos, acceder a un servicio de interpretación en lengua de señas no es sencillo para estas personas. Una encuesta efectuada en 93 países señaló que 31 de ellos no tenían ningún servicio de interpretación, mientras que 30 países tenían 20 o menos intérpretes cualificados.
La herramienta de Carías pretende mitigar este problema, ya que funciona en la web como un intérprete virtual y podrá facilitar el aprendizaje a los 35,000 hondureños sordos o con problemas de audición.
El sistema ideado por Carías convierte la voz captada por un micrófono en texto, y el texto en un avatar en tres dimensiones que realiza las señas del idioma LESHO. Esto permite que los alumnos sordos pueden ver en una pantalla el avatar y seguir la lección al mismo tiempo que sus compañeros.
'El objetivo es reducir la enorme brecha comunicacional que tienen los estudiantes sordos al asimilar el idioma que usa el profesor, que repercute en su proceso de aprendizaje', sostiene.
Este sistema ha sido diseñado para la universidad, pero no hace falta saber leer en español para poder entender las señas de LESHO, por lo que podría servir también para niños que están comenzando su escolarización o para sordos que solo entienden señas.
Carías está cursando actualmente el doctorado en Gestión del Desarrollo. Su tesis consiste en crear un modelo de gestión de comunicación para personas sordas junto a psicólogos y pedagogos, donde su software de interpretación virtual de LESHO encajaría como una tecnología auxiliar adaptada al modelo.
Ambos hondureños presentaron sus proyectos en cinco minutos durante un evento celebrado en San Salvador, ante líderes de la comunidad tecnológica y de emprendimiento de la región.
El guatemalteco Antonio Navas, creador de la plataforma de idiomas Duolingo fue nombrado Innovador del Año.
Esta primera edición de Innovadores menores de 35 en Centroamérica contó con apoyo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).