Honduras

Cardenal hondureño: Caridad dentro de la iglesia florece

El arzobispo de Tegucigalpa, que concluye esta semana su mandato ante Cáritas Internacional, afirma que ha podido 'tocar ese amor cristiano tan grande en los cinco continentes'.

10.05.2015

Tegucigalpa, Honduras

A pocas horas de culminar su segundo y último mandato al frente de Cáritas Internacional, el cardenal hondureño Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga manifiesta satisfecho que la caridad dentro de la iglesia continúa floreciendo.

En declaraciones a Zenit, la agencia de noticias del Vaticano, el arzobispo de Tegucigalpa expresó que se queda 'con la alegría enorme de ver como la caridad dentro de la Iglesia es floreciente”'.

Rodríguez aseguró que durante su servicio frente a la prestigiosa organización ha podido “tocar ese amor cristiano tan grande en los cinco continentes, aún en las Cáritas más pobres”.

La Iglesia “no es una ONG, sino la caricia del amor cristiano para aquel que sufre, para el excluido”, apuntó.

Además, recordó que Cáritas busca atender a las personas que sufren a causa de emergencias, catástrofes naturales o provocadas por el hombre, como las guerras.

En referencia al caso de Siria, nación azotada por una guerra 'que no se quiere ver' y que se ha extendido por cuatro años, el sacerdote calificó como 'inmoral la venta de armas a países que se están desangrando”.

Así, ha concluido valorando la valentía de las Cáritas que actúan en Tierra Santa y también en apoyo a los refugiados procedentes de Irak y Siria, todo un ejemplo a seguir.

El cardenal arzobispo de Tegucigalpa, uno de los principales colaboradores del papa Francisco, al que asesora sobre la reforma de la Curia y el gobierno de la Iglesia Universal, ha comparecido ante la prensa poco antes de ofrecer una ponencia sobre el 50 Aniversario de Cáritas Diosesana de Córdoba. Por la mañana, ya había participado en un encuentro sacerdotal con motivo de la festividad de san Juan de Ávila en la localidad cordobesa de Montilla.

'¿Cómo hacer para que verdaderamente termine ese derramamiento de sangre?”, cuestionó, abogando por los millones de desplazados y refugiados que “quisieran vivir en su patria”, pero están en su gran mayoría en el Líbano, “en un país que les acoge con bondad, pero que no les permite trabajar y ni siquiera conducir un coche”.

'Muchos de ellos eran profesionales o empresarios en su tierra y ahora se ven reducidos a la compasión” de otros pueblos, lamentó.