Dolores, Copán
Llegó sigilosamente entre las sombras de la noche a la casa de la mujer que lo había rechazado en varias ocasiones.
Lo que quería era cumplir las amenazas que le había hecho: causarle daño donde más le doliera.
Vilma Esperanza García dormía con sus hijos Scarlet (4) y Walter (6) dentro de un cuarto de adobe cuando ocurrió la tragedia provocada por su enamorado Dagoberto Raudales.
Nunca en la aldea de San Antonio, en el municipio de Dolores, Copán, se había dado el caso de que un hombre despechado le prendiera fuego a su mujer sin importarle que estuviera acompañada de sus criaturas.
“A matarte vengo”, le gritó desde afuera de su casa a su exmujer, el hombre quien había llegado desde La Entrada, Copán, donde se ha dedicado a reparar computadoras.
Ella se despertó sin imaginar el peligro que acechaba, creyendo que no iba a pasar nada porque muchas veces la había amenazado, según comentó la hoy occisa cuando estaba hospitalizada.
El enardecido hombre sin esperar más le prendió fuego a la humilde vivienda.
Fue necesario que los vecinos y parientes auxiliaran a la mujer y sus dos hijos para trasladarlos a un centro asistencial.
Cuando aún estaba consciente en el Hospital de Occidente, Vilma reveló a su madre el nombre del hechor y le pidió que se hiciera justicia.
También le suplicó que cuidara de sus hijos, pues tenía miedo que algo les hiciera. Poco después los tres murieron en el Hospital Escuela Universitario de Tegucigalpa.