Financiamiento de campañas políticas, sabotaje de investigaciones, filtración en la Policía Nacional y asesinatos de rivales. Así operaba el temible cartel de los Cachiros en Honduras, según la revista especializada InSight Crime.
Este medio, orientado a temas de crimen organizado y violencia, publicó esta semana una nota titulada 'Cómo el narcotráfico opera y genera corrupción en Centroamérica', en la cual toma como estudio de caso al clan dirigido por la familia Rivera Maradiaga.
El texto recopila las palabras que Steven Dudley, codirector de InSight Crime, brindó al Caucus sobre Centroamérica del Congreso de Estados Unidos, el pasado 6 de julio.
El experto establece que en Centroamérica operan organizaciones cuya única misión es facilitar, gestionar o asegurar el transporte de la droga producida en Sudamérica hacia Estados Unidos.
'Estos llamados 'transportistas' son a menudo grupos de familiares con largas trayectorias en delitos como el contrabando, el tráfico de personas y otras actividades criminales, lo que les ofrecen una base sólida para incursionar en el tráfico de estupefacientes', indica InSight Crimen.
Aquí es donde entra en escena, según la investigación, 'los Cachiros, una organización hondureña que anteriormente controlaba una importante ruta por el norte de Honduras, entre Nicaragua y Guatemala'.
De acuerdo a una fuente oficial, esta asociación ilícita era la encargada de abastecer de droga al cartel de Sinaloa, específicamente al capo Joaquín El Chapo Guzmán y Daniel El Loco Barrera, ambos tras las rejas.
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Historia y poder
'Los Cachiros se iniciaron como ladrones de ganado que vendían las reses robadas a una de las más destacadas familias de la élite del país. Con los años, sus posesiones de tierra crecieron tanto como su papel en el tráfico ilegal', relata la revista.
InSigth Crime señala que esta organización criminal, conformado por la familia Rivera Maradiaga, había acumulado entre 500 y 800 millones de dólares en activos, según los registros hasta 2013, cuando el Departamento del Tesoro de Estados Unidos los incluyó en su lista de narcotraficantes (Kingpin list, en inglés).
Estos recursos estaban distribuidos en plantaciones de palma africana, licencias de mineras, hoteles, el conocido complejo turístico y zoológico Joya Grande y un equipo de fútbol local.
Entre sus tácticas para convertirse en los capos más poderes de la droga en Honduras, se habla que los Cachiros 'financiaron partidos políticos de todas las tendencias, desde candidatos a alcaldías hasta congresistas y quizá incluso en niveles más altos'.
Igualmente, los Rivera Maradiaga penetraron en todos los aspectos de la sociedad, desde los órganos de seguridad hasta el sector privado.
Asegura InSigth Crime: 'Sabotearon las investigaciones locales contra ellos y otros grupos, infiltrándose en la policía, las procuradurías locales y los juzgados de todo el país. Compraron empresas constructoras, para así poder ganar contratos con el gobierno y luego pagarles sobornos a los políticos que habían apoyado sus postulaciones durante las licitaciones'.
Las ganancias son jugosas. 'Nuestros cálculos indican que, con estas tarifas, una organización como Los Cachiros puede ganar entre US$5 y 12 millones al mes', valoran los investigadores.
¿Cuáles son las consecuencias?
Las poderosas sumas de dinero que recaudan no solo les da una mejora económica. También tiene un impacto social y político en el caso de Honduras.
A nivel social se menciona que 'las ganancias de estas redes de transporte ingresan a empresas legítimas e ilegítimas, las cuales proveen miles de puestos de trabajo y son un motor clave de la economía en muchas áreas'.
'Los transportistas financian partidos políticos y candidatos, lo que les da voz y voto en materia de seguridad, así como estrategias de desarrollo económico', señala el informe como otro efecto de la penetración del narcotráfico.
El poder de los Rivera Maradiaga traspasó a la esfera deportiva, pues 'ellos financian causas sociales, eventos religiosos y clubes de fútbol, muchos de los cuales llegan a las primeras divisiones y compiten en los campeonatos, como lo hizo el club financiado por Los Cachiros durante varios años'.
La exposición toca la relación de los Cachiros con los Rosenthal, sus socios principales y una prominente familia comercial y política del país.
'Cuando me reuní con Jaime Rosenthal en junio de 2015 y le pregunté directamente sobre su relación con Los Cachiros, me dijo que él los conocía desde la década de los setenta', relata Steven Dudley.
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Entrega y caída
El supuesto líder de este cartel, Javier Rivera Maradiaga, se entregó de forma secreta el 26 de enero de 2015 a una corte del estado de Florida, donde se declaró no culpable pese a que se le acusa de tráfico de al menos cinco kilográmos de cocaína a suelo estadounidense.
Mientras que su hermano Leonel Rivera Maradiaga -sobre quien pesa el mismo delito- se presentó a una judicatura de este país, sin especificarse los detalles.
Aunque existía solicitud de extradición hacia los Estados Unidos contra los encausados, estos negociaron sigilosamente su entrega para obtener así una reducción en su pena.
Como parte de esta estrategia para entregarse a las autoridades estadounidenses, los Rivera Maradiaga grabaron videos que comprometen a policías y políticos de varios partidos.