Tegucigalpa, Honduras
“Bueno, ¿y cuál es el delito?”, respondió Marlon Otoniel Escoto Valerio, rector de la Universidad Nacional de Agricultura (UNA), cuando se le consultó sobre si esa casa de estudios superiores se ha convertido en un negocio familiar.
Actualmente esta universidad alquila, sin licitación, alrededor de 20 instalaciones para alojar cerca de 2,000 estudiantes de primero, segundo y hasta de tercer año, ya que sus dormitorios a lo interno rebasan la capacidad.
Aunque normalmente los pagos mensuales presentan las mismas cantidades, los contratos tienen números distintos cada mes. La contratación no se realiza por edificio o metro cuadrado, sino que se impone la modalidad de pago mensual por alumno hospedado.
Documentos sobre las deudas y morosidad de la UNA de junio reciente, publicados en el portal de transparencia de la misma casa de estudios, revelan quiénes son los propietarios de los inmuebles y el precio que devengan mensualmente por el arrendamiento.
Negocio y familia
El alquiler más caro se paga por la llamada cuartería del chino, ubicada en el barrio La Hoya, que pertenece a José Roberto Quan Nájera y por la cual se le ha llegado a cancelar mensualmente hasta 252,760.80 lempiras.
Sobre por qué tan alto precio por un inmueble sin condiciones, El HERALDO conoció que se cancelan 360 lempiras mensuales por becario alojado.
Por matemática simple se deduce que en el edificio anteriormente mencionado se albergan 702 universitarios, cantidad que coincide con lo manifestado por los ahí internos.
A Quan Nájera la UNA también le alquila una casa en el lugar conocido como Seguro Social por un monto de 41,572,50 lempiras mensuales, así como un tercer local por un valor de 19,872 lempiras que está ubicado en el barrio La Hoya.
Igualmente, por un valor de 41,572.50 lempiras, las autoridades universitarias rentan, en el sector de El Espino, otro inmueble a la señora Alicia Concepción Nájera, madre de Quan Nájera. Además, ella es la suegra del exdirector de desarrollo estudiantil y actualmente vicerrector administrativo de la UNA, Javier Reyes Luna, mientras que Quan Nájera es su cuñado.
EL HERALDO llamó vía telefónica a Reyes Luna para conocer su versión sobre esta vinculación de negocios de la universidad y su familia, pero no contestó.
Igualmente, la UNA le renta a Elvia Ovely Recinos, suegra del rector Escoto Valerio, otro inmueble ubicado en el barrio Las Moras, frente al Mercado Municipal, a un costo de 33,258 lempiras mensuales y en el cual se alberga un centenar de estudiantes.
Son estos edificios los más cuestionados por los mismos estudiantes debido a las deprimentes condiciones de la infraestructura y lo antihigiénicos que son, lo cual desespera y enferma a muchos becarios que cuando no son atendidos en la clínica interna que tiene la universidad son enviados al Centro Médico Samaritano, clínica supuestamente propiedad de los suegros de Escoto Valerio, a la cual se le han realizado pagos arriba de los 25,000 lempiras.
Reacción
Sobre estos alquileres, Escoto Valerio expresó: “si usted quiere hablar de ‘el chino’, por ejemplo, que es familiar de un vicerrector actual, que no lo era cuando empezó, ‘el chino’ fue el primero que ofreció un edificio pagadero a seis a meses, sin dinero, y lo fue construyendo y lo fue ampliando, los primeros eran feos, actualmente tienen mejores condiciones”.
“Ahora no le puede decir a un proveedor que inició con todo el proyecto que ya no le va a alquilar porque nueve años después un pariente suyo asumió un puesto en la rectoría, que no es culpa suya, simplemente es un proveedor que desde siempre estuvo dispuesto a sacrificar una inversión”, dijo.
Ahora los 20 edificios restantes la gente los ha ido acondicionando, porque saben que aunque la universidad construya más dormitorios siempre los van a arrendar.
Argumentó que a “El chino” se le pagan 252,000 lempiras porque es un edificio grande y reúne las condiciones. ¿Yo realmente no entiendo cuál es el interés?, dijo el rector ya un poco molesto.
En cuanto al alquiler de un deteriorado edificio a su suegra, Escoto Valerio dijo: “yo me casé hace seis meses, ¿qué culpa tengo?, me parece inverosímil la pregunta, se lo digo con todo respeto”.
Al recordarle que él ha sido autoridad de la UNA desde 2007, contestó: “ese es mi tema particular, esa es mi relación personal”.
Sobre su influencia para beneficiar a su suegra, respondió que conoce a las familias que alquilan desde siempre, pero “yo vengo de otro tipo de relación y últimamente tengo una familia que está relacionada, pero no soy socio en lo absoluto, ese no es tema mío, ese es un tema de derecho del que provee un servicio”.
Acerca de los pagos que también le hacen a la clínica médica de sus suegros, expresó que “hay varios servidores, hay dos clínicas que atienden emergencias y están abiertas para las clínicas que quieran ofertar el servicio”.
En cuanto a la contratación de servicios médicos se define la cantidad a cobrar por paciente solo en temas emergencia, porque la universidad tiene su clínica y atiende internamente todos sus casos y ahí se decide si un estudiante va a emergencia o no.
Acerca de que si la universidad se ha vuelto un negocio familiar, él respondió: “Bueno, y ¿cuál es el delito?”.
Más alquileres
La UNA también tiene otros alquileres aparentemente costosos, como el de un edificio frente a la universidad que se renta a Omar Edgardo Osorio Torres por un valor de 94,392 lempiras; igual está otro que se alquila al pastor José Nelson Estrada Ponce, ubicado en el sector de El Encuentro, por un pago mensual de 71,484 lempiras.
También está un edificio de tres pisos, para dormitorios de mujeres, propiedad de Robert Marcel Guzmán Rodas, por el cual se pagan 57,680 lempiras. Asimismo, por la casa denominada Papabeto, propiedad de Silvia Yolanda Archaga, la universidad eroga pagos por 57,684 lempiras mensuales y así sucesivamente van bajando hasta uno de 14,904 a nombre de Nora Luz Licona Romero. Aunque por fuera algunos inmuebles tienen presentable fachada, en su interior los becarios y becarias duermen en el piso y padecen una serie de dificultades porque los locales no reúnen las condiciones para albergar a tantos estudiantes.
Ante los cuestionamientos por una sobrevaloración de los alquileres, el rector de la UNA manifestó que estos pagos pueden ser revisados y comparados con los valores del mercado. “Yo no alquilo vivienda ni soy proveedor ni tengo ningún beneficio ni nunca lo he tenido ni lo voy a tener, quienes se benefician son los que alquilan, los que rentan”, manifestó.
Creo, prosiguió, que aquí hay “una cuestión de mezquindad, detrás de un tema muy particular de cuánto vale un alquiler de un edificio pequeño frente al beneficio”. Actualmente, la UNA gasta alrededor de 900,000 lempiras mensuales solo en renta de instalaciones para becarios.