Tegucigalpa, Honduras
Honduras está en deuda. En deuda con la memoria del humanista de América, con el periodista más leído de su época en el continente, con el más grande bibliógrafo de América Latina, con un autor referente de la literatura y con uno de los más grandes intelectuales hondureños del siglo XX. Está en deuda con un hombre que no tiene parangón: Rafael Heliodoro Valle.
En EL HERALDO hemos querido hacer homenaje a este gran intelectual, dándole su nombre a nuestro Concurso de Cuentos Cortos Inéditos, que este 2016 celebra su octava edición. Pero eso no es nada, en las universidades debería haber una cátedra con su nombre, y en la Escuela de Periodismo debería ser exaltada su labor de comunicador ético y comprometido.
Es difícil exponer en unas cuantas letras toda la inmensa labor que hizo Valle en la historia, la bibliografía, la literatura y el periodismo, pero algo hay que hacer para que más personas conozcan su trayectoria.
Su llegada a México
En 1908, Rafael Heliodoro Valle llegó a tierras aztecas, lo que ahí le esperaba fue una vida que él mismo escribió y una reputación de intelectual que él mismo se labró. Nada llegó por casualidad. Desde su llegada forjó una profunda amistad con la honorable familia de Rafael Unda y Fuentes.
Los Unda lo introdujeron en las tertulias que se realizaban con regularidad en la Ciudad de México, de la que formaban parte artistas e intelectuales. Y fue en uno de tantos encuentros donde conoció a Juan de Dios Peza, a quien le entregó una carta que Rómulo E. Durón le entregó antes de su partida a México. Desde ese momento Peza fue su amigo, el mismo que lo presentó con los directores de los diarios de mayor circulación y el mismo que le dio acceso a la correspondencia que mantenía con personalidades de la literatura.
Valle no llegaba ni a los 20 años cuando su presencia en las reuniones era recurrente y casi indispensable. El 27 de marzo de 1908, el hondureño de 17 años de edad ingresó a la Escuela Normal de Tacuba para estudiar magisterio. Su luz no pudo contenerse, brilló por sus excelentes calificaciones y sus dotes de orador y poeta, y a pesar de que el gobierno hondureño retuvo la beca que se le había otorgado, el mexicano le otorgó una beca de medio interno en la escuela normal.
En la bibliografía y literatura
En México, Valle produjo lo mejor de su trabajo, y en ese país cultivó su conocimiento y trabajo en la historia, la bibliografía, la literatura y el periodismo. No obstante, aunque esa patria lo adoptó durante 50 años, no olvidó sus raíces hondureñas y a su historia le aportó libros con una visión profunda de su país como “El anecdotario del abuelo”, “Tierras de pan llevar”, “Flor de Mesoamérica”, entre otras.
En estas obras “hay una visión lúcida de su país, y en la medida que va creciendo intelectual y literariamente, los libros son más densos, más importantes y significativos”. expresó el poeta hondureño Livio Ramírez, para quien Rafael Heliodoro Valle “logró entrar en un trabajo profundamente mexicano, deliberadamente latinoamericano y estrictamente hondureño; tres dimensiones de su trabajo asumidas con mucha sabiduría, es una de las cosas más lúcidas de la vida de Rafael Heliodoro Valle, que no se quedó en una actitud latinoamericanista que lo hiciera olvidarse de su país o su segunda patria que era México, sino lo contrario, establecía campos de trabajo muy claros que son esos tres: Honduras, México y América Latina”.
Ramírez destacó que Valle tiene una obra que, junto con los trabajo inéditos, alcanza los noventa títulos. Entre sus trabajos monumentales en cuanto a bibliografía está “Bibliografía cervantina en la América española”, “un libro descomunal”, refiere nuestro entrevistado.
A Valle se le debe el rescate sistemático de la obra de Ramón Rosa, la bibliografía completa de Juan Ramón Molina y una gran cantidad de literatura poética y narrativa que incluye “El rosal del ermitaño”, “La sandalia de fuego” y “México imponderable”.
En la literatura, Valle es un nombre “de primera importancia, es fundacional, sin él es imposible explicarse el proceso de formación de la literatura hondureña”, dijo el poeta, y agregó que “Rafael Heliodoro Valle y Medardo Mejía son los intelectuales más significativos del siglo XX; ambos realizaron un trabajo fundacional en relación con la historia, la bibliografía, el relato, pero fundamentalmente hay que verlos como grandes creadores de la identidad cultural”.
En su época, Valle fue considerado el más grande de los bibliógrafos de América Latina, el periodista y escritor José de Jesús Núñez y Domínguez dijo que no existía en el continente escritor alguno en idioma español capaz de enfrentarse a Heliodoro Valle. La universalidad de su producción no tenía comparación.
Valle periodista
En el libro “Rafael Heliodoro Valle, humanista de América”, la escritora María de los Ángeles Chapa señala que la incipiente actividad periodística emprendida por Valle en Honduras le abrió las puertas en México. En este campo llegó a ser un profesional influyente, muy leído y degustado por su prosa.
Escribía para las columnas editoriales de alrededor de 20 prestigiosos diarios de América Latina y Estados Unidos, así como para revistas. Y llegó a entrevistar a más de 500 personalidades de gran importancia en la política y la cultura, tanto latinoamericanas como internacionales, entre ellas Pablo Neruda y Gabriela Mistral. Por su labor periodística y la relevancia de su trabajo recibió el Premio Maria Moors Cabot.
“Nadie dudaba en México de que era el periodista más importante de su tiempo”, manifestó Ramírez, quien señala que Valle tuvo muy buena relación con grandes figuras de la política, pero nunca puso su pluma al servicio de ningún gobierno. Su ejercicio periodístico fue recto y ético, jamás manchado ni señalado, y eso debería ser un ejemplo para estas generaciones.
La política
Rafael Heliodoro Valle siempre estuvo ligado a Honduras, pero en 1936 quiso marcar distancia por completo de los asuntos políticos.
Chapa refiere en su libro que en la década de los 40 destacados políticos hondureños buscaron el apoyo y consejo de Valle ante el temor de una guerra civil, incluso le pidieron su pronunciamiento en contra de la conducta de Tiburcio Carías Andino mediante desplegados de la prensa latinoamericana.
Años después, Valle fungió como embajador de Honduras en Washington, pero fue destituido en 1955 durante el gobierno de Julio Lozano, situación que fue detonante en su salud.
En una misiva que envió a cierto amigo suyo, el escritor señala que algún día se le hará justicia, “porque la intriga que se urdió contra mí en 1955 es la que ha arruinado mi salud, con la preocupación constante que me ha producido desde entonces”. Valle moriría más tarde, en 1959.
Y a más de medio siglo de la partida del intelectual, Honduras sigue sin reconocer y darle la relevancia a su obra y su vida, “Honduras ha sido incapaz de reconocer el talento de Valle y esto es una especie de enfermedad de la cultura hondureña”, dijo Livio Ramírez.