Diario de lectura
TEGUCIGALPA, HONDURAS
En los últimos años se ha levantado una ola que se identifica ya como Cine Cristiano, debido a la gran notoriedad de películas como “ Dios no está Muerto” (2014); “Woodlawn” (2015); Perseguido (2016); “ La cabaña” (2017) y “ Si sólo pudiera imaginar” (2018); entre otras, que año tras año, están ganando cada vez más popularidad al llegar a estratos de cartelera comercial.
No obstante, la historia del cine está colmada de películas donde el Cristianismo es el gran protagonista, y que podríamos incluirlas así pués en este denominado Cine Cristiano: “ Ben Hur”; “ Carros de Fuego”; “ El Nombre de la Rosa” (basada en un libro homónimo de Umberto Eco); “El camino”; y “Crisitiada”; entre muchas otras.
Estas últimas mencionadas, han demostrado utilizar el recurso semiótico del cine para, sutilmente, introducirnos a una narrativa que no solo nos dice lo más inmediato de la trama cristiana sino que, nos propone algo muy profundo y espiritual, mientras nos entretiene frente a la pantalla.
Este 2018, el cine hondureño suma un escalón en la construcción de su filmografía que, en un variado panorama, ya contaría con una “primera” película Cristiana presentada en cartelera comercial: “Una Luz en el Camino” de RD Producciones.
Esta pieza audiovisual, dentro de sus varias virtudes, tiene la intencionalidad evidente en el film de reflejar situaciones de riesgo para nuestros jóvenes hondureños y revela una luz que les muestre una verdadera salida enfatizada por Las canciones originales de la película que refuerzan este cometido y una fotografía que nos retrata San Juancito, Valle de Ángeles y varios rincones de Tegucigalpa.
De sus desaciertos podemos comentar algunos que, constructivamente, contribuyan siempre a exigir más atención al formato cinematográfico. Uno de los más evidentes descuidos es el escaso nivel de lenguaje narrativo. Dentro de que el tema es muy importante y preponderante, hay un descuido en la profundidad de cómo está presentada la historia, se desarrolla de forma cronológica, elemental y aleccionadora.
El cine en general, ha demostrado funcionar mejor con narrativas más complejas, más llenas de significados y sin temerle a cierta ambigüedad que permita una más libre interpretación. Umberto Eco, maestro de maestros en términos de representación del mundo a través de los lenguajes, nos dejó una bella frase sobre qué debe ser un “ buen libro” para ser preciado como tal, podemos perfectamente aplicar esto al cine, y ver qué debe tener una buena película para entenderla como tal.
Nos dice Eco que, “[cuando consideramos un libro (una película) no debemos preguntarnos qué dice, sino qué significa.”
En el cine cada toma o ángulo de cámara debe significar algo o contribuir al significado, aquí otro de los desaciertos que evidencia la película es la demasiada recurrencia a las tomas aéreas panorámicas de establecimiento, específicamente sobre la ciudad de Tegucigalpa, que en edición nos fraccionaban, sin necesidad, las secuencias y nos descontinuaban, de vez en cuando, de la trama principal. Dentro de que la historia está contada de manera lineal y plana, es una historia que encierra un drama real e importante de mostrar, pero en la película emerge un profuso “dramatismo” con el que los actores nos manifiestan las situaciones que componen esta tragedia.
Esto me lleva a mencionar, lo que para mi humilde juicio sería la displicencia más reseñable de la película: la que recae en la dirección de actores y junto a la poca movilidad de la cámara, que finalmente adopta más la dinámica de la “Dramatización” (rama del Teatro) y no la del lenguaje meramente para Cine. Lo podemos notar porque, de la forma en que están dirigidos, casi todos los actores y actrices actúan conscientes en demasía de la ubicación de la cámara y por ende, lo hacen pensando en el punto de vista desde donde vemos como espectadores, y ésta (la cámara) no tiene el protagonismo de movilidad que nos lleve, como espectadores, a acercarnos más aun a esas situaciones.
Es de felicitar a todo el equipo humano que ha traído esta película hondureña a la luz de proyección, por el enorme esfuerzo y el trabajo creativo puesto en ella, y esperar que en sus siguientes producciones nos regalen más elementos cinematográficos en nuevas historias tan potentes como esta.
En los últimos años se ha levantado una ola que se identifica ya como Cine Cristiano, debido a la gran notoriedad de películas como “ Dios no está Muerto” (2014); “Woodlawn” (2015); Perseguido (2016); “ La cabaña” (2017) y “ Si sólo pudiera imaginar” (2018); entre otras, que año tras año, están ganando cada vez más popularidad al llegar a estratos de cartelera comercial.
No obstante, la historia del cine está colmada de películas donde el Cristianismo es el gran protagonista, y que podríamos incluirlas así pués en este denominado Cine Cristiano: “ Ben Hur”; “ Carros de Fuego”; “ El Nombre de la Rosa” (basada en un libro homónimo de Umberto Eco); “El camino”; y “Crisitiada”; entre muchas otras.
Estas últimas mencionadas, han demostrado utilizar el recurso semiótico del cine para, sutilmente, introducirnos a una narrativa que no solo nos dice lo más inmediato de la trama cristiana sino que, nos propone algo muy profundo y espiritual, mientras nos entretiene frente a la pantalla.
Este 2018, el cine hondureño suma un escalón en la construcción de su filmografía que, en un variado panorama, ya contaría con una “primera” película Cristiana presentada en cartelera comercial: “Una Luz en el Camino” de RD Producciones.
Esta pieza audiovisual, dentro de sus varias virtudes, tiene la intencionalidad evidente en el film de reflejar situaciones de riesgo para nuestros jóvenes hondureños y revela una luz que les muestre una verdadera salida enfatizada por Las canciones originales de la película que refuerzan este cometido y una fotografía que nos retrata San Juancito, Valle de Ángeles y varios rincones de Tegucigalpa.
De sus desaciertos podemos comentar algunos que, constructivamente, contribuyan siempre a exigir más atención al formato cinematográfico. Uno de los más evidentes descuidos es el escaso nivel de lenguaje narrativo. Dentro de que el tema es muy importante y preponderante, hay un descuido en la profundidad de cómo está presentada la historia, se desarrolla de forma cronológica, elemental y aleccionadora.
El cine en general, ha demostrado funcionar mejor con narrativas más complejas, más llenas de significados y sin temerle a cierta ambigüedad que permita una más libre interpretación. Umberto Eco, maestro de maestros en términos de representación del mundo a través de los lenguajes, nos dejó una bella frase sobre qué debe ser un “ buen libro” para ser preciado como tal, podemos perfectamente aplicar esto al cine, y ver qué debe tener una buena película para entenderla como tal.
Nos dice Eco que, “[cuando consideramos un libro (una película) no debemos preguntarnos qué dice, sino qué significa.”
En el cine cada toma o ángulo de cámara debe significar algo o contribuir al significado, aquí otro de los desaciertos que evidencia la película es la demasiada recurrencia a las tomas aéreas panorámicas de establecimiento, específicamente sobre la ciudad de Tegucigalpa, que en edición nos fraccionaban, sin necesidad, las secuencias y nos descontinuaban, de vez en cuando, de la trama principal. Dentro de que la historia está contada de manera lineal y plana, es una historia que encierra un drama real e importante de mostrar, pero en la película emerge un profuso “dramatismo” con el que los actores nos manifiestan las situaciones que componen esta tragedia.
Esto me lleva a mencionar, lo que para mi humilde juicio sería la displicencia más reseñable de la película: la que recae en la dirección de actores y junto a la poca movilidad de la cámara, que finalmente adopta más la dinámica de la “Dramatización” (rama del Teatro) y no la del lenguaje meramente para Cine. Lo podemos notar porque, de la forma en que están dirigidos, casi todos los actores y actrices actúan conscientes en demasía de la ubicación de la cámara y por ende, lo hacen pensando en el punto de vista desde donde vemos como espectadores, y ésta (la cámara) no tiene el protagonismo de movilidad que nos lleve, como espectadores, a acercarnos más aun a esas situaciones.
Es de felicitar a todo el equipo humano que ha traído esta película hondureña a la luz de proyección, por el enorme esfuerzo y el trabajo creativo puesto en ella, y esperar que en sus siguientes producciones nos regalen más elementos cinematográficos en nuevas historias tan potentes como esta.