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José Adán Castelar: 'No descubrí el gusto por la tele, sino por el periodismo”

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11.08.2017

De no ser periodista, “hoy sería un médico graduado en Moscú”, pero ese amor por la lectura inculcado por su padre lo llevó a sentir el gusto por el periodismo y a convertirse en uno de los rostros más conocidos de la televisión nacional.

“Nací y crecí en La Ceiba, pero me vine a la capital a estudiar medicina en la universidad y me gané una beca para ir a estudiar medicina a la Unión Soviética, pero renuncié a la beca para estudiar periodismo. Y aquí estoy, ya llevo 24 años en la televisión”, afirma con una sonrisa José Adán Castelar.

No hay duda, este particular ceibeño de 51 años tiene una rica historia que va más allá de las cámaras.

“No me arrepiento de nada. Casi nunca miro hacia atrás; me gustó el periodismo y encontré esta afinidad que tenía hacia las letras”, confiesa Castelar, mientras termina de acomodar su café para darle más sabor a una extensa plática que nos lleva a conocer al actual director de Plan C de Hondured...

José Adán, ¿cómo es eso de que le gustaba la medicina?

Es que en mi casa funcionaba un dispensario médico. Eso me despertó el interés por la medicina, pero al mismo tiempo mi papá también me inclinó hacia los libros y fui aprendiendo este hábito de la lectura.

La pasión por los libros y la cultura tenía más que ver más con el periodismo que con la medicina... Hablé con mi padre y le dije que deseaba cambiar la ruta.

¿Y su padre no se lo reprochó?

Para nada. Mi padre trabajó como enfermero como 30 años, pero él es más poeta que cualquier otra cosa. La habitación más grande de mi casa era una biblioteca, entonces yo viví rodeado de medicinas y libros.

Háblenos de su infancia, ¿fue un niño terrible?

Ja, ja, ja, en La Ceiba la niñez es buenísima. Era la escuela, el fútbol, el mar, el río, la fiesta, etc. Iba a clases por la mañana y por las tardes jugaba fútbol porque siempre quise ser futbolista. Jugué todo el tiempo y quise llegar a Liga Nacional y soñaba con jugar en la Selección. Ninguna de estas cosas se dio.

En esa niñez, ¿cuál fue la mayor diablura?

Cuando salíamos de clases corríamos a lado del tren y lo abordábamos con todo y mochila. Al muelle no podíamos ingresar y antes de que llegara nos tirábamos con un bulevar a los lados. Aprendimos a tirarnos a la velocidad del tren para no golpearnos. Hacíamos cosas temerarias como estas, o lanzarnos al río de puentes altísimos. Son cosas que ahora las recuerdo y me da escalofríos.

O sea que usted era buen nadador...

En La Ceiba se da por sentado que todo mundo sabe nadar, andar en bicicleta y bailar, pero yo no puedo bailar ja, ja, ja... Soy de cartón, soy un incompetente bailando.

¿Pero en los estudios era bueno?

No, hasta me aburría mucho. He terminado formándome aparte, leyendo las cosas que quiero, disfrutando lo que leo y todo. No recuerdo haber tenido una nota extraordinaria o haberme desvelado estudiando y haber dedicado mucho tiempo al estudio.

No le iba bien con el estudio y el baile, pero ¿qué tal le iba con las novias?

Tampoco. Yo vivía aficionado al fútbol y por eso nunca he fumado ni he bebido. Nunca he bebido una gota de alcohol, lo más próximo que he estado del alcohol es tomar un helado de ron con pasas.

Ya que hablamos de novias, ¿cómo enamoró a su esposa Ilse Zúniga?

Vivía enfrente de mi casa, pero yo no conocía a mis vecinos porque yo entraba y salía por un portón que abría y cerraba con un control remoto que tenía en el carro. Una vez se me dañó el portón, entonces tenía que bajarme a abrirlo con llave y en este ejercicio cotidiano de bajarme empecé a fijarme en la vecina. Así fue como nos conocimos, ja, ja, ja....

¿O sea que allí le empezó a echar el ojo?

Ja, ja, ja... Claro. Y un día coincidimos en un lugar, empezamos a platicar, luego un café... y ya llevamos como 14 años de casados. Conocí a mi esposa porque se me dañó el portón del parqueo.

Hablando de fútbol, me soplaron que es aficionado del Victoria...

Es que yo nací en el Hospital Vicente D’Antoni y lo que está enfrente era la sede de Victoria, así que al nacer mi primera imagen fue la de la sede del Victoria y me quedé como hincha del equipo. Incluso,una vez Ferrari me preguntó que si era Victoria o Motagua disfrazado, ja, ja, ja.

¿Por qué ha llorado José Adán Castelar?

No recuerdo haber llorado nunca más que cuando murió mi madre (Marta López), fue la única vez. No recuerdo otro momento más doloroso, más triste y más complicado que cuando mi madre murió. Aparte de ese ni siquiera recuerdo momentos sumamente tristes. Ese fue un golpe fulminante. Mi madre murió a los 46 años por una complicación cardiaca. Es quizá el momento más horroroso que he tenido en mi vida.

Si ya habló de un hecho triste, ¿cuéntenos de los momentos felices?

Yo creo que el nacimiento de los hijos. Lo que recuerdo son los momentos mágicos de la infancia de ellos. Mi hija es una señorita, pero recuerdo cuando ella salía conmigo agarrada de la mano y todavía tengo la sensación de su mano en la mía. Traer esos recuerdos me genera una felicidad extraordinaria.

Hablemos de su carrera de periodista. Inició en prensa escrita, pero ¿cómo empezó en la televisión?

Mirá, realmente creo que no descubrí el gusto exacto por la televisión, sino por el periodismo; yo no me considero un periodista de televisión y no me miraba en televisión. Pero Rossana Guevara iba a fundar Telenoticias y me invitó al proyecto. Dije: Me voy a ir dos años a la tele para saber cómo se hace y regreso al periódico. Y ya llevo un montón de años en la televisión.

¿Hay alguna anécdota periodística que lo marcó?

Cuando trabajaba en EL HERALDO a inicios de los 90 me metí a la cárcel a entrevistar a unos implicados en el asesinato de la normalista Ricci Martínez. Entré sin que se dieran cuenta que era periodista, hice la entrevista, pero mi temor era cómo iba a salir de ahí, pensaba que iba a pasar toda la noche allí esperando que abrieran, pero los tipos que estaban de guardia me abrieron el portón sin preguntar nada.

Nervios de punta...

Imaginate... esa historia para mí fue impactante por lo que significó en el caso y por lo que significó para mí. Realmente la entrevista eximía de responsabilidades al acusado y más bien lo beneficiaba.

Trasladémonos a 2010, ¿es cierto que salió de Televicentro por razones políticas?

Es cierto. Yo decía golpe de Estado al aire, entonces me dijeron que dejara de decir eso, que era una sustitución constitucional. Empecé a tener diferencias, consideraron que no estaba de acuerdo con los intereses del canal y me despidieron.

Me complicó la vida porque perdí el salario y me lancé a la incertidumbre de lo que venía; claro que la pasé mal, pero he tratado de subsistir a pesar de todo.

También estuvo de cónsul en España, ¿cómo fue esa experiencia?

El entonces presidente de la República Carlos Flores me dijo que le ayudara y estuve como tres años viviendo en Madrid. Económicamente no representó nada más que el sueldo. No se ahorra y legalmente nadie se puede hacer rico.

Yo no tenía más que mi salario, entonces me vine con lo puesto y tuve que venir a trabajar al día siguiente a canal 11. El enriquecimiento cultural fue bastante, pero en lo económico no porque me vine como me fui.

¿Cómo va esa aspiración de ser diputado por Libre?

Quien me llamó fue la comisionada María Luisa Borjas. No quería participar porque no es mi rollo, pero me inscribieron. Hice un publicación en Facebook y dos días antes de las elecciones volví a escribir y con esas dos publicaciones salí electo. Nunca hice un anuncio, no gasté un cinco y la gente votó por mí. Estoy allí, pero poco convencido porque lo que no me gusta es el ejercicio de la política.

Finalmente, ¿hay algún sueño frustrado o un anhelo por cumplir?

Me gustaría publicar libros. Me gustaría tener la capacidad de escribir libros, aunque sé que en nuestro país publicar un libro es casi un acto de heroísmo. También hubiese querido ser futbolista profesional...