Tegucigalpa, Honduras
Los centros penales se habían convertido en su hogar, pues tenían todas las comodidades que desean las personas de escasos recursos.
Los integrantes de maras y pandillas tenían desde cómodas camas hasta televisores y acceso a llamadas telefónicas con celulares.
Sin embargo, esta vida de lujos se les terminó luego que el gobierno resolvió enviarlos a la cárcel de Ilama, Santa Bárbara, occidente de Honduras, denominada El Pozo.
Las autoridades afirmaron que estos presos desde las distintas cárceles estaban ordenando secuestros, extorsiones, entre otros delitos que afectan a la población hondureña.
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Un centenar presos
El traslado de los reclusos comenzó en septiembre de 2016 y hasta el pasado mart se contabilizaron 164 presos en El Pozo.
María Estela Martínez, portavoz de la Secretaría de Defensa, informó que todos los reclusos trasladados a la cárcel de máxima seguridad son considerados de alta peligrosidad.
Sostuvo que los privados de libertad han sido trasladados desde diferentes cárceles del país y los mismos pertenecen a distintas organizaciones criminales.
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Esta prisión tiene la capacidad para albergar a unos 2,000 privados de libertad. Entre los inquilinos se encuentran cabecillas e integrantes de la mara MS-13 y de la Pandilla 18. Así mismo, cabecillas de las bandas “El combo que no se deja”, La Mafia, Los Chirizos y Los Benjamins.
La mayoría de los reclusos ya están sentenciados por distintos delitos, entre ellos asesinato, extorsión, portación ilegal de armas, asociación ilícita, secuestro, homicidio, entre otros.
La condena que cumplen los privados de libertad que han sido sentenciados varía entre los 15 y los 200 años de cárcel por la comisión de varios delitos en el mismo acto. Algunos fueron condenados en varios juicios por diferentes actos y la sumatoria es hasta 200 años de prisión.
A diferencia de las 24 cárceles del país, El Pozo no cuenta con lujos ni espacios abiertos que puedan ser recorridos por los reclusos durante todo el día.
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