La vida de lujos a la que estaban acostumbrados se les terminó este miércoles a 755 integrantes de maras y pandillas que se encontraban recluidos en el centro penal de San Pedro Sula, al norte de Honduras.
Y es que este día desde horas muy tempranas se montó un operativo en ese penal con el objetivo de transportar a los más de 700 reos hasta las cárceles de máxima seguridad.
De esta forma, las comodidades en las que vivían les fueron trastocadas a estos presidiarios que de ahora en adelante serán sometidos a las normas establecidas en El Pozo en Ilama Santa Bárbara y la cárcel de La Tolva en El Paraíso.
Cabe destacar que La Tolva recibió este día a sus primeros inquilinos que deberán adaptarse al encierro y a un regimen estricto.
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Amuebladas con juegos de sala, aire acondicionado, cómodas, televisores plasma y equipos de sonido estaban las celdas de los integrantes de maras y pandillas que estaban recluidos en el centro penal de San Pedro Sula.
Y es que los privilegios con que vivían estos reos, acusados por extorsión, asesinatos de transportistas, masacres, entre otros delitos, llegaban al grado que ni parecía que estuvieran cumpliendo una condena.
Estos reclusos, que por años mantuvieron el control del centro penal a través de intimidaciones a las autoridades y custodios, ya no representarán una amenaza para la población carcelaria y para la ciudadanía en general.
Desde la cárcel estos presos seguían ordenando una serie de delitos, por lo que con su traslado se recupera la tranquilidad y gobernabilidad en el viejo centro penal sampedrano ubicado en el barrio Cabañas de esa ciudad.
Los lujos
Eran las 5:10 am, cuando las autoridades de la Fuerza de Seguridad Interinstitucional Nacional (Fusina), ingresaron a las celdas para llevar hasta la cancha a cada uno de los trasladados.
En las celdas de los cabecillas de maras y pandillas, las autoridades constataron que estos tenían más lujos que los de una familia de clase baja o media.
La celda de uno de los cabecillas contaba con su propio sanitario y ducha, cuyas paredes y piso están enchapadas con cerámica; el baño tiene espejo y estantes para colocar los productos de aseo personal.
En la sala, tenía un sofá de cuero, un televisor plasma, aire acondicionado y algunas fotografías familiares.
Las celdas de los demás cabecillas también estaban acondicionadas con juegos de sala, aire acondicionado, televisores plasma, equipos de sonido, ventiladores de techo y ventanas estilo francesas.
Sin comodidades
Con el traslado de estos cabecillas a las cárceles de máxima seguridad, se termina la vida de lujos y comodidades a la que estaban acostumbrados.
Ahora, en las modernas instalaciones que representan la transformación del sistema penitenciario nacional impulsado por el presidente Juan Orlando Hernández, los reclusos estarán sometidos a medidas de control.
Tendrán horario para ingerir sus alimentos, hacer su aseo personal y salir a las canchas para practicar deportes. Asimismo tienen horario para asistir a los talleres y comenzar su aprendizaje en diferentes oficios como parte de su proceso de rehabilitación.
En estas cárceles, los reos duermen en camas de concreto, en las cuales les colocaron una colchoneta de siete pulgadas de grosor, un sanitario, un lavamanos y un estante para que coloquen su uniforme y artículos de limpieza personal.
Estos presos no tendrán acceso a sus artículos personales, incluyendo su ropa, cadenas, anillos y revistas, entre otros.
Desde que ingresan a estos centros penales, se les rapa la cabeza, se les elabora un archivo y se les entrega su uniforme tipo overol, cuyo color varía dependiendo del módulo al que serán enviados.