Dos muertos y cuatro heridos fue el saldo de un enfrentamiento entre militares y menores infractores internos en el Centro Renaciendo, en Támara.
Las víctimas mortales son David Alberto Molina Sánchez, de 16 años, quien murió en el reclusorio y Emerson Espinal, quien murió en el Hospital Escuela, a donde fue ingresado en estado de gravedad. Ambos serían integrantes de la pandilla 18.
Gloria Sánchez, madre de de David Alberto, dijo que su hijo iba a cumplir un año de estar privado de libertad.
Eran casi las 3:00 pm cuando la mujer bajó de un autobús y al llegar a la guardia le preguntaron a quién visitaría.
Al decir el nombre de su hijo, las autoridades le informaron que había muerto al enfrentarse con los militares. “Ahorita me están diciendo que él era el que estaba muerto”, gritaba la mujer sumida en llanto.
A las 12:10 pm, una patrulla de la Policía Nacional ingresó al Hospital Escuela a tres de los cuatro menores que habían resultado heridos.
Emerson Espinal tuvo que ser intervenido de emergencia pero horas más tarde falleció.
En el altercado también resultó herido el sargento raso Mario Rolando Suazo Vásquez (20), quien fue atacado a pedradas por los internos, por lo que tuvieron que hacerle varios puntos en su cabeza.
El comienzo
Eran las 9:30 am cuando comenzó el intercambio de disparos. Según las autoridades penitenciarias, el percance comenzó cuando el ahora occiso intentó despojar de su fusil al uniformado de las Fuerzas Armadas.
“El soldado hizo un disparo de advertencia al piso, pero en eso venían los otros menores que salieron heridos, el que está más delicado (Emerson) también tenía un arma, por lo que los soldados tuvieron que repeler el ataque”, informó un oficial del Ejército.
Por su parte, Kenett Sabillón, subdirector del Instituto Penitenciario, reveló que los integrantes de la pandilla 18 “estaban arriba del techo con los fusiles disparando”.
El comisionado de Policía dijo que las autoridades no pudieron proceder en contra de los menores debido a que ellos se valieron de que tenían a sus familiares con ellos, por lo que no les permitían salir.
Aseguró que el problema se le ha ido de las manos a las autoridades debido a que las leyes hondureñas no permiten que personas armadas estén a cargo de la custodia de esos centros.
El cruce de disparos duró unos 15 minutos, según los vecinos del lugar, que cerraron las puertas de sus casas y negocios para evitar ser víctimas.
A medida que otros infractores se iban sumando al enfrentamiento, los militares tuvieron que retroceder la marcha hasta salir del lugar para evitar más fallecidos.
Durante la refriega y después de la misma, los menores no permitían la salida de sus parientes, entre ellos mujeres, niños y personas de la tercera edad, así como de tres custodios del lugar, por lo que las autoridades decidieron suspender el ingreso de otros parientes que aguardaban en las cercanías del lugar.
Una de las madres de los menores que pudo ingresar a ver a su hijo, relató que la balacera se produjo casi en la entrada del centro de internamiento, hasta donde el ahora occiso llegó para arrebatar el arma de reglamento a uno de los soldados.
“Ni sabía para dónde agarrar porque tenían todo cerrado adentro”, dijo la mujer.
Otra relató que ella iba a comenzar a comer con su hijo “cuando se oye el primer bombazo..., cuando vieron a su amigo muerto usted no tiene idea de cómo estaban llorando todos ellos, porque ellos se cuidan todos”. Viera qué gracioso, parecía de Navidad, peor que Navidad todavía, agregó la madre de uno de los menores infractores.
Negociación
En horas del mediodía, los familiares que no habían ingresado al centro le exigieron a las autoridades entrar, pero estas se negaron por la situación de peligro que se vivía en el interior, ya que no dejaban salir a las visitas que estaban adentro y a los tres custodios.
Ante la negativa de las autoridades, dos mujeres y un hombre, padres de los cabecillas de la pandilla, se ofrecieron para dialogar con sus hijos y pedirles que dejaran salir a las personas que mantenían retenidas.
Al ingresar, se abrazaron con sus hijos y tras varios minutos de dialogar con ellos, estos ingresaron nuevamente a su módulo y hablaron con los demás pandilleros, quienes accedieron a dejar salir a sus parientes para que sus compañeros pudieran recibir a sus familiares.
Después de varios minutos, las dos mujeres y el hombre regresaron a donde estaban las autoridades para informarles sobre la normalización del ambiente al interior del centro.
Las autoridades les dijeron que la visita entraría cuando las personas que estaban al interior salieran, por lo que eso dependía de los internos y no de las autoridades.
Dejan obras
Debido al peligro que les ha tocado enfrentar durante los enfrentamientos registrados hace ya ocho días, el equipo de trabajadores de la construcción que mejora las instalaciones, renunciaron a su trabajo y dijeron a las autoridades del centro que no regresarán a trabajar hasta que no se les garantice un ambiente seguro y sin peligros.
“Ellos (los de la 18) destruyeron todo lo que construimos y reparamos, quebraron los baños y arrancaron el cableado que pusimos para la energía eléctrica”, relató uno de los trabajadores.
Semana de conflictos
Según las autoridades, el problema en el centro para menores comenzó el pasado viernes cuando los miembros de la 18 saltaron el muro y procedieron a quemar una carpa habilitada al exterior del edificio para albergar a los integrantes de la mara Los Chirizos.
Debido a esa acción, los menores saltaron el cerco perimetral e intentaron escapar, pero 27 fueron recapturados por los militares que resguardan el exterior del centro, sin embargo dos continúan prófugos.
Al siguiente día, el conflicto continuó ya que ambas maras se atacaron a pedradas, por lo que tres integrantes de la 18 resultaron heridos. El domingo por la mañana, las autoridades del gobierno ordenaron la intervención de todos los centros para menores, por lo que elementos de la Fuerza de Seguridad Interinstitucional Nacional (Fusina), tomaron el control de los mismos.
Ese día, las autoridades decidieron realizar un operativo a lo cual los menores se negaron y cuando intentaron ingresar, dispararon contra los uniformados, hiriendo a dos de sus propios compañeros, por lo que de inmediato fueron trasladados al Hospital Escuela.
En el altercado también resultaron heridos dos elementos de la Policía Militar, a quienes los infractores atacaron con unos bloques.
Durante ese día, las autoridades fueron alertadas sobre la presencia de una fosa común al interior del módulo de los pandilleros, por lo que el lunes las autoridades negociaron con los menores su ingreso para realizar excavaciones en el lugar.
Ese día no encontraron nada, pero al día siguiente, es decir el martes, personal de Medicina Forense descubrió dos cadáveres, supuestamente las víctimas son integrantes de Los Chirizos que habrían sido descuartizadas, quemadas y enterradas.
Al respecto, el fiscal general Óscar Chinchilla declaró que “Medicina Forense está realizando los exámenes correspondientes para determinar la forma de muerte, tiempo que tienen las osamentas y estamos a la espera de los resultados para concretar el proceso de investigación”.
Reveló que algunos cuerpos tenían tejidos, en otros solo se recuperaron estructuras óseas, aparentemente habían sido incinerados, entonces esto va a demandar más tiempo para hacer los análisis más completos.
Mientras que el miércoles encontraron más restos humanos en el predio. Ayer no hubo exhumaciones.
Por su parte, representantes de derechos humanos informaron que durante el día le tomaron las declaraciones a los internos y a sus familiares para conocer cómo se dieron los hechos, pero no le tomaron la declaraciones a los soldados que resultaron heridos durante los altercados.