El día había comenzado con una ardua faena. Los inclementes rayos del sol advertían que la jornada de trabajo sería larga y agotadora, pero jamás que sería la última.
Francis Pastor Aguilar Triminio (32) y Franklin Josué Arias García (17), ambos empleados de una compañía privada encargada de construir el trasvase de la represa Los Laureles a la represa La Concepción, llegaron desde muy temprano al redondel que se ubica frente a las nuevas instalaciones de la Secretaría de Seguridad, desvío a Mateo, al suroccidente de la capital de Honduras.
La misión de ese día era continuar los trabajos en el punto de anclaje de la enorme tubería de hierro que llevará el agua que rebalsa de Los Laureles hasta La Concepción.
Todo marchaba en total normalidad, como se había planeado. Con pala y piocha en mano los dos jóvenes realizaban sus excavaciones hasta llegar al sistema de tuberías.
Pero de repente sucedió lo inesperado. Una explosión de gran magnitud se escuchó a varios metros a la redonda y encendió las alarmas de lo que horas después se convertiría en una escena desgarradora, llena de dolor y de luto.
Todo se volvió una tragedia. Francis y Franklin habían perdido la vida producto de la explosión y, presuntamente, la desgracia tendría su origen en un aparente descuido.
“Mauricio, ‘El Gordo’, era el responsable de decirles (a los trabajadores) que los tubos tenían presión de agua y de aire donde iban a trabajar, pero no lo hizo”, así lo reveló el joven Santos Hernández, también empleado de la compañía encargada de realizar las obras.
“(El Gordo) tenía que haberles dicho que no podían trabajar allí, sin antes quitarles (a los tubos) la presión del aire, por eso es que mueren mis amigos”, confesó con molestia y desaliento.
La intensidad de la explosión fue tal que uno de los pesados tubos salió proyectado y cayó a por lo menos 15 metros de donde ocurrió la tragedia.
De inmediato el lugar se llenó de un enjambre de obreros que intentaban rescatar a sus compañeros, sin embargo, la fatalidad ya se había hecho presente, pues fue la misma explosión la que acabó con la vida de los dos trabajadores.
La detonación le cercenó las piernas a Franklin y, además, provocó que sobre los dos obreros cayera un alud de tierra.
ParientesTras ocurrir la desgracia, al lugar llegaron familiares y amigos que no salían del asombro de ver a las víctimas en un agujero y con varios metros de tierra encima.
Sin conocer la condición de su hijo, doña María Triminio, madre de Francis, intempestivamente fue de las primeras en llegar y entre lágrimas expresó, “en el nombre de Jesús, que me salga vivo mi hijo”.
De igual manera llegaron a la escena parientes cercanos de Franklin. Su desconsolada mamá, Rosibel García, comentó que su hijo tenía varios años de trabajar bajo el mando del mismo contratista.
Debido a la desesperación por lo sucedido, varias personas sufrieron crisis nerviosas y el más afectado fue Santos Varela, el padre de Francis, quien trabajaba junto a él, tuvo que ser controlado por paramédicos y personal de seguridad debido a su desesperación.
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Investigación
Luis Urrutia, secretario general de la Comisión Permanente de Contingencias (Copeco), señaló que por las características de largo y ancho de la obra pudo haberse acumulado algún gas que mezclado con la presión se activó causando la explosión.
'Descartamos que haya sido una tubería de gas natural que pasa por este sector, porque en el país no existe ese tipo estructuras para el transporte de esta sustancia', agregó Urrutia.
El portavoz del Cuerpo de Bomberos, Óscar Triminio, señaló que para realizar ese tipo de actividades se requieren altas medidas de seguridad, hay normas internacionales que indican cómo trabajar en zanjería, acotó.
La extracción de los cuerpos reveló que los obreros no llevaban consigo ningún tipo de protección contra accidentes en este tipo de trabajos, únicamente portaban chalecos reflectivos color naranja.
Los dos cuerpos de las víctimas fueron extraídos después de haber transcurrido una hora y 45 minutos, ante el desconsuelo, el dolor y la consternación de sus parientes.
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