Tegucigalpa, Hondura
La entrada de la Catedral Metropolitana San Miguel Arcángel, ubicada en el casco histórico, luce diferente.
Y es que en los últimos días, decenas de peregrinos originarios de Alubarén, Reitoca, Curarén, entre otros municipios de Francisco Morazán, se instalan en las afueras del emblemático templo para ofrecer a los capitalinos los tradicionales ramos de palma de olivo.
“Yo estoy desde la una de la mañana y aquí nos quedaremos en favor de Dios para poder vender algunos ramitos”, manifestó Rosalin Ramírez, de 57 años y originario del municipio de Alubarén.
Los ramos son elaborados a base de hojas de palma de olivo y se comienzan a cortar desde el miércoles antes de cada Domingo de Ramos, explicó Rutilia Domínguez, una comerciante de 70 años desde hace 30 vende ramos en el centro de la capital.
“Si usted lo cuida le pueden durar hasta un año, siempre y cuando lo bendiga, y luego lo puede moler para hacer ceniza”, explicó Domínguez mientras elaboraba con gran destreza uno de los ramos
Variedad
Los precios varían según el diseño y la cantidad de material que se requiera para su elaboración.
Por ejemplo, en cada uno se pueden llegar a utilizar hasta 20 ramas y sus creadores pueden demorar un promedio de tres minutos. Por ello se cotizan entre los diez hasta los veinte lempiras.
También se ofrecen las populares cruces, las cuales llevan una base de madera tapizada por varias hojas de palma. Este estilo lo venden los productores desde los cinco hasta los treinta lempiras, según el tamaño y exigencia del cliente. Los vendedores de ramos se han convertido en los promotores de la fe, ya que a pesar de las condiciones del clima y de la pobreza que enfrentan en estos municipios olvidados, cada año vienen a la ciudad a ofrecer su producto