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Marion Cotillard y su papel de prostituta adicta

La actriz habla de su último filme Blood Ties, bajo la dirección de Guillaume Canet, que a la vez es su pareja sentimental.

19.10.2013

Hollywood. Con su marcado acento francés y la película Blood Ties, que filmó en Nueva York (con su pareja, el director Guillaume Canet), entrevistamos a Marion Cotillard para hablar de Hollywood en otro rincón del planeta como Toronto, demostrando que el famoso Festival de Cine es más internacional que nunca.

¿Cambia el estilo de actuación cuando en el cine tiene que hablar en inglés en vez del francés?

El ritmo y la forma en que se mueve el personaje no se puede comparar si trabajo hablando en inglés o francés. El personaje siempre va a ser diferente, el lenguaje del cuerpo cambia. Pero por supuesto, actuar en inglés para mí lleva más trabajo, especialmente si necesito un acento determinado. En Blood Ties tengo un acento medio italiano y medio americana de Brooklyn de los años 70. Lo interesante es cómo ayuda a asociarse con el personaje. No hubiera sido igual con un acento polaco de Nueva York en los años 20, porque el lenguaje del cuerpo es completamente distinto.

¿Y el hecho de haber ganado un Oscar hablando en francés no le da todavía más importancia a semejante premio? ¿Se siente como un título de nobleza?

Bueno, por supuesto, el Oscar se siente como un título de nobleza, pero es una experiencia de vida. En serio, es toda una experiencia en la vida de cualquier actor, el hecho de que mis propios compañeros me hayan dado ese honor, pero yo no me veo como una ganadora del Oscar (Risas). Simplemente me veo como una actriz que tiene mucho por aprender, alguien que solo quiere seguir aprendiendo con cada nuevo personaje, porque sé que siempre voy a recibir una nueva lección que me abrirá el corazón con cada nueva película. Y eso es importante. ¡Voila!
Rodeada del romanticismo de París, Marion Cotillard nació en esa misma ciudad el 30 de septiembre de 1975, en medio del mundo del espectáculo europeo.

Su madre Niseema Theillaud era actriz y profesora de teatro. Y el padre, Jean Claud Cotillard, era guionista y director, además de ser actor.

Así fue como Marion también subió al escenario, desde muy jovencita, en una de las obras de teatro del padre y estudió drama en el prestigioso Conservatoire d’Art Dramatique de Orleans. Apenas era una adolescente cuando también debutó en el cine con la película francesa L’Histoire du Garçon qui Voulait qu’on l’Embrasse, antes de protagonizar el personaje de Lilly Berineau en tres películas diferentes de Taxi. Con un Oscar en casa, Marion estuvo a punto de reemplazar a Nicole Kidman cuando quedó embarazada y tuvo que rechazar el personaje de Hanna Schmitz en la película The Reader, hasta que los productores eligieron a Kate Winslet. Lo curioso es que al momento de recibir el Oscar por ese mismo personaje, la que le entregó la estatuilla a Kate fue... Marion Cotillard.

Con las puertas abiertas de Hollywood, protagonizó Public Enemies con Johnny Depp, Nine con Penélope Cruz y Daniel Day Lewis, antes de aparecer como el amor soñado de Leonardo DiCaprio en Inception y el personaje de Miranda en la última versión de Batman: The Dark Knight Rises. Un mes antes de empezar aquel rodaje, ya había tenido con Guillaume Canet al único hijo Marcel, en mayo del 2011. Y aunque nunca se casaron, Marion y Guillaume se conocen desde que en el año 2003 filmaron juntos la película Love Me If You Dare, donde ella interpretaba a la hija de unos inmigrantes polacos. Guillaume también la había dirigido en la película francesa Le Petit Mouchoirs, pero ahora vuelven a trabajar juntos con otra producción más hollywoodense, en Blood Ties.

Hay quienes dicen que la buena relación entre cualquier actriz y un director es el mejor romance de amor y no es la primera vez que hace una película con Guillaume Canet. ¿Qué tan importante es la buena relación personal para el éxito de una película? Es muy importante la relación entre una actriz y el director. Y detrás de la cámara, yo confió 200% en Guillaume (Canet). Él siempre es justo. Ni siquiera le creas si dice que es difícil trabajar con tu pareja en un estudio... no es fácil explicarlo. Yo quiero que sea feliz en lo que él quiera y no te hablo de la actuación. Haría cualquier cosa por hacer lo que él quiere, porque cuando no es feliz dentro del estudio, a mí me llega muy profundamente. Es realmente interesante compartir la vida con alguien que está involucrado en el proceso creativo. A veces es un paraíso y otras veces es un infierno. Por eso tengo que apoyarlo, porque el proceso creativo es demasiado intenso, abre la mente, abre el corazón y el alma. Es realmente interesante verlo tan de cerca.

El hecho de trabajar en pareja, viniendo de una ciudad tan romántica como París, ¿es posible mantener el romanticismo en casa sin traer los problemas que puede causar el trabajo? No sé si puedo responder esa pregunta, porque nosotros nunca hablamos de nuestra vida personal. Fácilmente podría decirte que en casa es muy romántico y es verdad, pero prefiero hablar del plano laboral, porque me pone incómoda tocar esos temas.

¿Al menos podemos hablar del mito del romanticismo de París y Francia? ¿Los franceses son tan románticos en la realidad, como imagina la gente? Bueno, no siempre es verdad, pero una ciudad como París conserva el pasado de un período de gran creatividad. El romanticismo fue un período muy fuerte. Por supuesto lo mantenemos en un estilo mucho más moderno, pero pienso que a los franceses y en especial en París, nos gusta mantener la imagen de una ciudad romántica y gente romántica.

Agregándole un estilo europeo al mejor cine de Hollywood, la película Blood Ties (un remake de la versión francesa Les Liens du Sang) se remonta a los años 70, con la historia de dos hermanos en las dos fronteras de la ley, enfrentados por el crimen organizado de Brooklyn, en Nueva York. Con un elenco estelar encabezado por Clive Owen, Mila Kunis, Zoe Saldana y James Caan, Marion Cotillard interpreta el personaje de Mónica, una prostituta adicta a las drogas que además tiene dos hijas con el criminal que personifica Clive Owen. Pero claro, Marion puede describir mucho mejor que nosotros a su personaje: “Es una madre, una mujer enamorada, pero el hombre que ella ama no la ama a ella en la forma que le gustaría que la ame”. Nos contó: “En el principio de la película, él está saliendo de la cárcel, estuvo preso nueve años y mi personaje es también una prostituta y adicta a las drogas, pero trata de sobrevivir, trata de tener la mejor vida que le puede ofrecer a sus hijos. Y ese tema me emociona, porque hace lo imposible por darle una mejor vida a sus hijos”.

¿El hecho de interpretar a una prostituta en cine lleva cierto sentido de responsabilidad? ¿Hubo ciertos límites que se negó a tocar? No, bueno, el guión ya mostraba un personaje hermoso, fuerte y por supuesto acarrea ese gran fracaso que es parte de su vida, pero de la forma en que lo escribieron me parecía bien. No tuve que hacer ninguna locura como desnudos y cosas así. Por eso acepté en todo, no cambiamos nada del guión. Y emocionalmente, igual hubiera ido donde Guillaume (el director y su pareja), hubiese querido que yo fuera.

¿Y el aspecto de la moda de los años 70 y la recreación de aquella era en Nueva York? Yo me había entusiasmado por explorar ese período, porque había hecho otras películas con los años 20, los 30, los 40, los 50, los 60 y también los 80 y 90, con períodos más actuales, pero nunca los años 70. Tienen algo muy especial, me encantó trabajar con un lenguaje del cuerpo específico que viene con el estilo de ropa que usaban y la forma en que la gente quería mostrarse completamente libre. Me encantó explorar esa experiencia.

¿Cuál fue el mayor desafío?

Bueno, el acento siempre es un desafío porque yo aparecí hablando en italiano. Ya había tratado de aprenderlo en otra película. Tampoco necesitaba hablarlo en Blood Ties, pero como en la película Nine de Rob Marshall mi personaje era medio francés y medio italiano, quise aprender un poco de italiano y fracasé. Semejante fracaso fue un poco dramático para mí, aunque nadie se enteró porque no necesitaba hablarlo en el cine. Y en esta producción, yo tuve la idea de que mi personaje de Mónica fuera italiana y así volvió la idea de aprender el idioma. Pero estudiar cuatro líneas en italiano me llevó el mismo tiempo que veinte páginas en polaco. Por lo visto, no soy muy buena en italiano (risas). Ese fue el peor desafío.

¿Y el idioma tiene alguna influencia en el lado emocional? En el aspecto emocional, siento que tengo que buscar adentro mío para encontrar el personaje, su alma y su corazón. Pero lo que realmente impacta en la forma en que habla un personaje es conocer bien la cultura de su país y así también aprendo mucho más sobre los seres humanos. Por eso me gusta tanto mi trabajo, para entender un poco sobre estos animales tan fascinantes que somos.