En el siglo XVII Miguel de Cervantes Saavedra publicó “El ingenioso hidalgo don Quijote de La Mancha”, que sería la primera novela moderna de la literatura española. Cuatro siglos después su obra sigue presente en la memoria literaria no solo de los países de habla española, sino del mundo.
Habiendo publicado la primera parte de la obra en 1605 y la segunda en 1614, esta se convertiría con el paso del tiempo en el segundo libro más leído de la historia, después de la Biblia.
Para conocer más sobre la importancia de esta obra y lo que refleja de la época, consultamos a los escritores hondureños Salvador Madrid y José Antonio Funes.
“El Quijote” en su época
Aparecida a inicios del siglo XVII, durante el reinado de Felipe III, esta obra escrita por un hombre del siglo XVI es un reflejo de la España de Felipe II, una época crítica que el autor supo retratar con gran fidelidad. Miguel de Cervantes Saavedra nació en 1547 y murió el 23 de abril de 1616, dos años después de haber publicado la segunda parte del libro. En honor a él se celebra el 23 de abril el Día del Idioma Español.
A consideración del escritor José Antonio Funes, en el siglo XVIII, incluso para escritores de otras lenguas, “El Quijote” siguió siendo el arquetipo de la novela moderna. “Y en el siglo XIX, que es el siglo de los grandes novelistas como Goethe, Dostoievski, Gogol, Melville, Dickens, Stendhal y Flaubert, predominó el héroe quijotesco cuyos valores permanecen en constante conflicto con la sociedad”.
El escritor Salvador Madrid resalta que esta obra explora “los ideales del ser humano, sus utopías, el amor, la política, la esperanza desde la sorpresa de un ‘cuerdo’ y los descubrimientos de un ‘loco’”, lo que la coloca más allá de los dos personajes más emblemáticos de la literatura española: Don Quijote y Sancho.
“Fue una obra que circuló mucho y a la que se dio una reacción inmediata, incluso tuvo varios imitadores y detractores por su visión del mundo, recordemos que después de su publicación en 1605 apareció el llamado ‘Quijote apócrifo’ o ‘Falso Quijote de Avellaneda’, además de algún modo indagó con un genial sarcasmo la tradición literaria basada en el ideal caballeresco y el género pastoril”, señaló Madrid.
Por su parte, Funes expresó que al ser una obra que se debe a su tiempo no todo es perfección, “si bien Cervantes siguió a cabalidad el precepto de la poética aristotélica de ‘enseñar deleitando’, también es cierto que otras incorporaciones del pensamiento de Aristóteles, juzgadas en esa época como ‘sabias’, hoy resultan ofensivas para el género humano, como en el capítulo XXXIII de la primera parte, donde dice que ‘todo el honor de las mujeres consiste en la opinión buena que de ellas se tiene’ (…) y, más adelante, que ‘la mujer es un animal imperfecto’”.
Salvador destacó que pese a que hay ciertas teorías que plantean que la obra de Cervantes es una reacción ante las novelas de caballería o incluso romances famosos de escritores de la época, a su consideración no hay una corriente que logre definir al “Quijote”.
La obra de Miguel de Cervantes se diferenció de la producción literaria de su época porque en ella le asigna a sus personajes cualidades entrañables que permiten que el lector no pueda dejar de amarlos “y aun así de burlarse de ellos”.
En “El Quijote” muestra una forma de asumir la aventura, “el riesgo mismo de encarar la vida desde una locura que cada vez es ejemplo de dignidad y de cierto individualismo heroico. Además, la aventura llega aquí a un límite de inverosimilitud que permite la risa total e incluso el llanto”, señaló Madrid.
El ingenioso hidalgo y su eterno compañero Sancho son hombres que transitan entre el romanticismo, el idealismo y el realismo. Estos dos personajes son la mirada del hombre ante la desolación y la orfandad “y su aspiración a avanzar sin contratiempos hacia esa llamada que supone su libertad”, dijo Madrid, y acotó que Cervantes fue un visionario al que la vida “poco sonrió... Su existencia misma pertenece a un ciclo inverosímil y trágico que le llevó a la guerra, a la peregrinación y a la pobreza, como a tantos otros hombres de su tiempo; sin duda su obra, más allá de un retablo sociológico, es la determinación del espíritu por trascender humanamente las barreras y los imposibles”.
José Antonio Funes apuntó que Cervantes, al concebir una obra humanística alejada de la propaganda cristiana, supo ejercer bien la libertad de creación artística “en una época en que la literatura y el arte debían estar al servicio de la iglesia católica, cuyo instrumento represivo, la Santa Inquisición, enviaba a libros e ‘infieles’ a la hoguera”, y agregó que si de compromiso del escritor se trata, “El Quijote” es un buen ejemplo “no solo porque condena los libros de caballería por evasivos, inmorales y mentirosos, sino porque en una época de miseria para muchos y riqueza para unos pocos, en una carta a Sancho como gobernador, Don Quijote le aconseja: ‘procurar la abundancia de los mantenimientos, que no hay cosa que más fatigue el corazón de los pobres que el hambre y la carestía’”.
“El Quijote” después de cuatro siglos
Salvador Madrid la califica como una obra monumental, “una historia que se desdobla y se convierte en muchas historias, lo que definimos como polifonía narrativa, que visita la realidad, pero que es contemplada desde un mundo interior donde ingenuidad y genialidad van de la mano. Ficción pura e historia, narrativa y poética”. A criterio de nuestro entrevistado, “el Quijote” sobrepasa a la literatura y es una obra que ha marcado otras ramas artísticas como el cine, la plástica y la televisión, y es algo que se repite con el pasar del tiempo.
“El Quijote” creado por Cervantes es un personaje que nació para quedarse en la posteridad, entró en la historia, en la vida académica y en el devenir cotidiano; “es posible que la mayoría de personas nunca hayan leído ‘El Quijote’, pero casi todas las personas tienen referencias mínimas sobre Don Quijote y Sancho y saben de las peleas con los molinos de viento y cuando hacen referencia a la locura, al idealismo”.
“El ingenioso hidalgo don Quijote de La Mancha” representa los mismos dilemas del hombre de ayer, hoy y mañana, los sentimientos, criterios y búsquedas que han acompañado a los hombres a lo largo de los siglos. Para Funes, la trascendencia de “El Quijote” “se asienta en su modernidad, que conecta incluso con la literatura más reciente”.
¿Por qué “El Quijote” es considerada la obra cumbre de la literatura española?
“Por su versatilidad narrativa. Por su argumento o sus argumentos. Por sus personajes. Porque desborda las estructuras narrativas de un tiempo y funda las del futuro y porque el tiempo que le precede no da fe de otra obra igual. Todos los escritores de nuestra lengua lo han elogiado, lo han tenido de modelo y de aspiración; es punto de partida de la imaginación, una referencia de la gran tradición literaria de la historia y un elogio de la inteligencia humana”, manifestó Madrid.
“Cien años de soledad” se consagró como una obra literaria universal
En 1967 en Buenos Aires, Argentina, una obra vio la luz. Se trataba de “Cien años de soledad”, de Gabriel García Márquez, publicada en su primera edición por la editorial Sudamericana.
El tiraje fue de ocho mil ejemplares que se agotaron en dos semanas. Posteriormente se venderían más de 30 millones a través de más de 100 ediciones, traducidas en 40 idiomas diferentes.
Márquez, en una carta del 30 de octubre de 1965 dirigida al editor Francisco Porrúa, la definió como una novela “muy larga y muy compleja en la cual tengo fincadas mis mejores ilusiones”. Y Gabo tenía razón al tenerle tanta fe a esta su quinta obra, que se convirtió en una de las más importantes de la lengua española. “He leído al Quijote americano”, le comentó Carlos Fuentes a Julio Cortázar luego de leer un manuscrito de la novela de su amigo García Márquez.
“Difícilmente podría hacer una ficción posterior con ‘Cien años de soledad’ lo que esta novela hace con los cuentos y novelas precedentes: reducirlos a la condición de anuncios, de partes de una totalidad... ‘Cien años de soledad’ es una novela total”, escribió Mario Vargas Llosa.
El escritor hondureño José Antonio Funes destacó que esta obra de Márquez es un buen ejemplo del seguimiento del modelo cervantino, “no solamente por sus conexiones intertextuales, que hay muchas, sino por esa ambición de convertirse en una novela total, cada cual en su época, procurando incluir la historia, el humor, el juego, la imaginería, la incorporación de nuevas técnicas narrativas y una impresionante riqueza lingüística”.
Funes señaló que si Cervantes con “El Quijote” convirtió a España en un espacio mítico con un indefinido “lugar de la Mancha”, “García Márquez hizo de Latinoamérica también un espacio mítico con Macondo. Y lo más importante es que ambos escritores trazaron sus mapas literarios con toda la intensidad, la riqueza, la imaginación, la música y el encanto propio de la lengua española tanto en épocas como en territorios diferentes”.