SAN PEDRO SULA, HONDURAS.- Marta Susana Prieto, escritora hondureña, Distinción Casa de las Américas de Cuba por sus novelas históricas hondureñas es parte de una familia antigua de ganaderos de San Pedro Sula, trabajadora y honorable, accionistas de la empresa que desarrolla el proyecto de Jaraguá, proyecto ejecutado en tierras heredadas, en posesión legal de su familia por más de cien años.
Dice sentirse orgullosa del proyecto habitacional, injustamente objeto de una persecución maliciosa a pesar de ser absolutamente legal además de ejemplar en Honduras y Centroamérica.
Según la Constitución de la República, Honduras es un país libre, de libre empresa, soberano, independiente y democrático, regido por leyes. Bajo éstas se ha constituido el proyecto habitacional Jaraguá, en las inmediaciones de San Pedro Sula. Para su desarrollo, se han obtenido todos y cada uno de los permisos que ordena la ley, apoyados por millonarios estudios geológicos, hídricos, forestales, cumpliendo rigurosamente las leyes ambientales.
Por ejemplo, cuenta con un tratamiento de aguas tan moderno y envidiable, que ni siquiera la ciudad de San Pedro Sula posee, ya que las aguas de la ciudad se vierten en una quebrada, un río que coloquialmente se le denomina ‘EL Tufoso” saliendo a Lima.
Desde sus inicios Jaraguá ha sido objeto de ataques maliciosos provenientes de ciertos sectores, que no tienen las ideas claras y confunden con sus reclamos ideológicos a la población.
Estas voces han llegado hasta funcionarios que se prestan a realizar maniobras en contra del proyecto, sin suficiente investigación, utilizando de escudo el sensible asunto, del “medio ambiente”, a pesar de que Jaraguá ha demostrado en numerosas ocasiones con estudios costosos, elaborados por ingenieros capacitados y en consonancia con los equipos municipales que han supervisado, mejor dicho, con escrutinios parecidos a quien busca aguja en un pajar, cada una de las fases del proyecto.
Una y otra vez se ha probado que no se violenta ningún requisito ambiental, razón por la que se han obtenido los permisos. Para mayor claridad, me referiré a algunos de los asuntos que han servido de base para sus ataques, supuestamente, ambientales:
Por ejemplo se habla con ligereza del Merendón, una cadena montañosa que está localizada a lejana distancia de la ciudad, a varios kilómetros, pero que la gente común cree que es la montaña de Bellavista. Se dice que se viola la Cota 200, cuando Jaraguá ha probado hasta la saciedad, que está por debajo de este límite, donde claramente, cualquiera que visite el proyecto, podrá ver el mojón que indica donde comienza esta señal.
Se habla del sector como reserva, pero no se menciona que existen ya dos inmensos centros de población, a la izquierda y derecha de Jaraguá, producto de invasiones en su mayoría, sin ninguna clase de servicios, como son Armenta y El Zapotal que han crecido sin ningún control y ninguna restricción.
Cuando se habla de corte de árboles sin permiso, se miente flagrantemente, pues existen los permisos para corte, bajo la premisa, que se está cumpliendo en reforestar con varios árboles por pieza cortada según se puede observar en el vivero que maneja Jaraguá.
Maliciosamente se hace creer que se han cortado “maderas preciosas”, lo cual es una inmensa falsedad. Nunca ha habido aquí maderas preciosas. Aún recuerdo, jocosamente, a mi padre quejarse, cuando Jaraguá era un potrero, porque allí no se daba el zacate para las vacas. Se tuvo que importar un zacate especial de Cuba, denominado Jaraguá, que le da nombre al proyecto, una especie que crece entre piedras. Porque en sí, el terreno es una ladera pedregosa donde solo crecen los encinos, el árbol más testarudo para darse en los terrenos más inhóspitos.
Se ha comprobado con estudios del subsuelo de la tierra, que no existen fuentes de agua que se afecten, todo lo cual consta en las documentaciones pertinentes que dan base a los permisos.
Lo más pernicioso es que las autoridades demuestran un desconocimiento y una ignorancia absoluta, cuando se refieren a que un proyecto como éste tendrá “consecuencias incalculables”. Una frase que no dice nada, pero que dice mucho en el imaginario de la gente, sugiriendo consecuencias catastróficas. Es importante que especifiquen qué consecuencias, para aclarar conceptos.
Falazmente se hace creer que la propiedad se dividió en tres con una intención dolosa para obtener permisos. Es tan increíble que con solo ir al Registro de la Propiedad, se puede comprobar que son tres propiedades distintas, dos por compra y una por herencia. Tres proyectos distintos, tres desarrollos diferentes en tres propiedades diferentes.
Lo más contradictorio de estas autoridades, supuestamente preocupadas por la ecología y el medio ambiente, es que satanizan a un proyecto realizado con todas las de la ley, y se hacen de la vista gorda, sin hacer absolutamente nada por resolver los graves problemas ambientales que envuelven a los cientos de asentamientos en las cuencas de los ríos, sin agua potable ni servicios sanitarios, o las invasiones de tierra, que crean comunidades, pueblos enteros, sin ningún permiso, y sin pagar impuestos, que hasta gozan de energía eléctrica sin que se les pida un centavo, a diferencia de proyectos legales como Jaraguá, que han tenido que invertir millones en ello.
Soy hondureña de nacimiento, creo en mi país y por eso mi familia, gente honrada y de trabajo, que invierte en él, apoyado en la credibilidad que nos da el apoyo bancario. Que cumplimos con las leyes y pagamos miles de lempiras en impuestos. Con esos impuestos con que se pagan los salarios de los funcionarios, porque el estado no crea riqueza, solo la gasta, porque solo la empresa privada, en la que creemos, es la que genera trabajo y riqueza.
Lo menos que se puede esperar de éstos funcionarios, es que cumplan con la ley a cabalidad, con justicia, sin utilizarla para protagonismos políticos, o atendiendo intereses de grupos populistas, bajo la bandera del medio ambiente, cuando todos sabemos que no se ocupan de problemas graves, de más urgente solución.
Sospechamos se pretende destruir un capital honesto y legal, por cuestiones ideológicas, retorciendo la ley con fines perversos no como debería ser, para propiciar el bien común, sin pensar que más bien dañan a éste afectando inversiones sanas como Jaraguá, por las fuertes inversiones procedentes de compromisos bancarios otorgados por personas e instituciones que le apuestan al país y a sus leyes. Que da la oportunidad a cientos de familias de vivir en un ambiente sano, higiénico con servicios de calidad. Que crea riqueza y da trabajo a miles de personas, de constructores, de ingenieros, de contratistas, camioneros, motoristas, y que ademas paga cumplidamente miles de lempiras en impuestos, impuestos que sostienen al gobierno y sus funcionarios.
En combinación con el amarillismo de algunos medios, que lanzan las informaciones equivocadas, sensacionalistas, sin informarse adecuadamente, repitiendo falacias sin investigar, porque así captan la atención y morbosidad del público, repitiendo palabras que se fijan en el imaginario local como verdades absolutas, hacen parecer que el estigma de Jaraguá ha sido pretender crear un centro habitacional superior a lo existente, un modelo a seguir impropio de un país pobre como es Honduras.
El proyecto de Jaraguá continuará utilizando los recursos legales para defenderse, situación difícil ante funcionarios con poder, que no se tocan el hígado para violarlas todas, como lo que se ha hecho ahora, extendiendo órdenes de captura a los representantes de la empresa, a los colaboradores, ingenieros y ejecutivos del proyecto, sin darse los pasos correspondientes, donde el delito más grave que resalta es el de cortar árboles.
Abusando de su poder con allanamientos de viviendas privadas, registros exhaustivos del interior, en busca de no se sabe qué, atemorizando a las familias y a los niños con soldados encapuchados y metralletas al hombro, como si se tratara de la captura de peligrosos delincuentes, nos hace pensar en un ataque alevoso a nivel personal.
Continuaremos defendiendo a Jaraguá porque es un proyecto sano y correcto, modelo ejemplar, bien hecho. Porque amamos y creemos en nuestro país, porque me resisto a pensar que en Honduras la ignorancia, la envidia y la mala fe llegue a extremos como el de ahora, en que se agrede, injustamente, con órdenes de captura y cárcel a profesionales capacitados, honorables y decentes, como si fueran vulgares delincuentes. Con órdenes totalmente sediciosas, no basadas en ley, sino en la más pura ostentación de impunidad y festinamiento que da el poder.
¡Que Dios nos ampare en este propósito!
Marta Susana Prieto, San Pedro Sula, enero 21 del 2023