A un club de abuelos localizado en el municipio de Cane, La Paz, no le importó los estigmas que tiene la sociedad sobre las canas y demostró que es más importante cumplir metas que cumplir años.
Se cansaron de la gente que les decía todo lo que no pueden hacer, ellos sabían que eso de la denominada “tercera edad” no era más que una “tercera juventud”.
Un cambio de rutina
Si antes se levantaban a primera hora para realizar algunas tareas del hogar, cuidar a sus nietos, mirar su programa de televisión favorito o, simplemente, sentarse en un sillón a ver los minutos correr, ahora eso cambió.
Esa rutina diaria se sustituyó por una rutina de ejercicios. Tres días a la semana, durante una hora, alistan su balón, palo, hula hoop, pelota antiestrés y dos botellas plásticas rellenas de arena (para hacer pesas) y se reúnen en el parque de la localidad.
Estos implementos -y su fuerza de voluntad- son lo único que necesitan para empezar a moverse como en sus tiempos mozos, y en vez se sentarse a ver correr los minutos, estos abuelos van al ritmo de ellos.
Y es que el 12 de junio de 2013 se inauguró el Club del Adulto Mayor en el municipio de Cane, La Paz, como parte del Programa Nacional de Atención Primaria en Salud, una iniciativa que se impulsó en el gobierno de Porfirio Lobo Sosa con el objetivo de implementar la medicina preventiva comunitaria en los municipios.
El programa estipula la participación de médicos hondureños e integra a egresados de la Escuela Latinoamericana de Medicina (Elam), de Cuba.
“Cane fue uno de los beneficiados con este proyecto, donde existe un equipo integrado por tres doctores, un trabajador social, una psicóloga y dos odontólogos, quienes nos encargamos de brindarle atención preventiva a los pobladores”, explicó la doctora cubana Iliana Sariol Castillo, quien forma parte de este equipo interdisciplinario.
“Entre los propósitos estaba crear clubes para mejorar el estado de salud de los pacientes, y a mí se me asignó el del Adulto Mayor”.
La hora de moverse
Los caneños que integran el Club del Adulto Mayor se reúnen tres días a la semana (lunes, miércoles y viernes), de 7:00 a 8:00 AM.
El precalentamiento no solo consiste en lo que dictan los parámetros de la educación física, sino que también se les hace un calentamiento mental, a través de frases positivas que les da a los abuelos la energía necesaria para completar la rutina.
Es importante adaptar las prácticas a la edad y enfermedad de cada paciente, “incluimos ejercicios para mejorar la circulación sanguínea, la fuerza muscular, la elasticidad y la memoria”.
Para mantener un control estricto de la enfermedad, además de las consultas trimestrales en el centro de salud, la doctora les toma la presión antes y después de cada rutina.
El 80% de los miembros de este club son hipertensos, diabéticos y cardiópatas, y muchos de ellos padecen de las articulaciones.
“La hipertensión arterial, diabetes mellitus, cardiopatías (congénitas y adquiridas) y todas las articulares (artritis, artrosis, polineuropatías) son los padecimientos más frecuentes en el grupo, pero han ido mejorando. Cuando comenzamos, todos mantenían la presión arterial alta, y a través del ejercicio y un tratamiento actualizado se logra que anden perfectamente sus niveles (120/80)”, destacó la doctora Sariol.
En Cane, el número de adultos mayores asciende a 317, de estos apenas 65 pacientes (seis de ellos hombres) están activos en el programa.
No todo es ejercicio
Se hacen juegos grupales para mejorar la memoria, organizan paseos, celebran los cumpleaños de cada miembro, tienen un grupo de teatro y está en mente la creación de un grupo musical y un taller de manualidades, con lo que quedaría demostrado que ser adulto mayor no es impedimento para seguir impulsando la economía del municipio.
Lo anterior engloba un concepto integral de bienestar en la tercera edad, pues no solo se trata de hacer ejercicio, sino de realizar actividades complementarias para potenciar la memoria, la recreación e incentivar la participación social.
En solo nueve meses de ejecución del programa, estos abuelos ya no se quejan de los calambres, de la presión arterial, de no poder mover una articulación, de sufrir parálisis y otras secuelas de su enfermedad, ahora de lo único que padecen es de ser presumidos, puesto que no pierden la oportunidad para exhibir cómo levantan los brazos sin ninguna dificultad, cómo hacen un recorrido que antes no completaban y las destrezas al atrapar el balón o al contonearse con el hula hoop.