Lavallén va a Iglesia y confiesa conmovedor testimonio de vida tras perder a su madre

El técnico del Olimpia fue invitado a una Iglesia en la capital, donde contó su duro testimonio de vida que lo llevó a entregar su vida a Cristo

Lavallén fue invitado a compartir su testimonio en la Iglesia Tsebaoth.

Exclusivo para Suscriptores

¿Ya tiene su suscripción? Únase a nuestra comunidad de lectores.

Suscríbase

Gracias por informarse con
El Heraldo

Alcanzó su límite de artículos

Suscríbase y acceda a artículos, boletines, eventos y muchos más beneficios, sin límite.

Suscríbase

Gracias por informarse con
El Heraldo

Artículo exclusivo bajo registro

Inicie sesión o regístrese para acceder al mejor contenido periodístico.

Iniciar Sesión

Gracias por informarse con
El Heraldo

Convertido

TEGUCIGALPA, HONDURAS.-Pablo Lavallén dejó a un lado los terrenos de juegos y se olvidó de el Olimpia por un momento para asistir a la Iglesia Tsebaoth en Tegucigalpa, donde fue invitado para compartir su testimonio de vida con toda la congregación.

El técnico de los merengues recibió la bienvenida de los pastores Didiher Osorto y Joel Hernández, quienes aprovecharon para orar por él y de paso el timonel de los merengues recibió palabra profética.

“Veo una redoma de aceite que tú llevas de esta nación y hay un manto para tu hija que ministra en el altar, pero hay algo especial sobre su vida”, comenzó diciendo el pastor Joel Hernández.

Quien también le aseguró que: “Sabes que hay un llamamiento para ti u tu vida que va más allá de lo que muchos puedan entender. Un día le dijiste al señor “soy tuyo” y él te ha tomado la palabra”.

Hernández, uno de los pastores de la Iglesia Tsebaoth, además, lanzó una profecía para el técnico de los merengues.

“Vas a estar entrando y saliendo sobre la región, hoy que se abre esta puertas, Dios va establecer conexiones en lo deportivo, lo empresarial y espiritual. Se te va acercar mucha gente istmo centroamericano, queda abierta esa puerta de gracias, favor y bendición, entras a esta nación con doble unción”.

Vestido con elegancia, el estratega de los merengues, Pablo Lavallén, tomó el micrófono y aprovechó para feliz a las madres de la Iglesia por ser el día de las madres.

“Gloria a Dios, que linda bienvenida, Dios los bendiga, feliz día de las madres. En mi país no lo es, pero aquí sí, así que un gran saludo afectuoso para todas”, comenzó diciendo.

Lavallén se mostró sereno, aislado de las presiones del fútbol y el gran desafío que tendrá esta semana con su equipo y así que inició contando su testimonio.

“Muchas gente me conoce por mi trabajo, pero es un simple trabajo, uno trata de hacerlo de la mejor manera, una veces le va bien, otras no tanto, pero detrás de cada persona hay un hombre, un padre, un hijo, amigo, ciudadano. A mí me encanta contar lo que Dios ha hecho conmigo, como fue mi inicio, ya que la mayoría me conoce por mi trabajo deportivo en Argentina, México y ahora que es la primera vez que salgo de mi país, pero en Dios no hay casualidades, yo sé que tengo un trabajo que hacer en lo natural, pero algo puedo hacer sobre lo espiritual”.

Después fue un poco a fondo y reveló su inicio de su carrera del fútbol, donde en dos oportunidades casi pierde la vida cuando era un chico que jugaba en la calle.

“Nací en Buenos Aires y desde muy chiquito me veo con un balón, jugando al fútbol, vengo de una familia clase media, baja, mi papá era un albañil, mi mamá una ama de casas. Un día vino mi papá de trabajo me encontró en la calle, donde había mucho peligro que un auto te pudiera atropellar y me pasó dos veces: la primera vez me apoyé en el tonó y salté el carro y la otro me frenó una rueda cerca de mi cabeza por andar detrás de la pelota. Mi papá me llevó a un club y así hacerlo en un lugar adecuado y fue en River Plate, donde me fui formando como deportista”.

Luego de varios minutos de comentar sobre su paso en el fútbol, una gran prueba llegó a su vida que lo dejó marcado para siempre. Un cáncer se llevó a su madre y lo marcó para siempre.

“Tuve un golpe y fue la primera vez que recorrí fuerte a Dios. Fue a los 15 años, donde mi mamá contrajo cáncer y en menos de un año partió. Esa fue la primera vez que me arrodillé y le pedí a Dios que la salvara, pudiera ver mi progreso en River y las selecciones inferiores, pero no pudo ser. Ese día me enojé mucho con Dios por la muerte de mi mamá”.

Lavallén continuó con su vida, pero la huella de la muerte de su madre seguía en su mente y en el 2003 la situación llegó a un estado crítico, luego que se tuvo que separar de su familia y regresar a México, donde pasó una tremendo bache.

“Dejé a mí familia en Argentina, yo seguí en México sin saber si iba a conseguir club y por primera vez me separé de mi esposa e hijos. Ese tiempo a solas reflexioné sobre lo que había sido de aquel Pablo y me di cuenta que había logrado casi todo lo que había soñado, pero me di cuenta que eso no era suficiente, había algo más”.

La ausencia de su familia y los recuerdos de la pérdida de su madre llevaron al técnico del Olimpia a luchar con una tremenda depresión.

“Ese sentimiento de que algo me faltaba me empezó a perturba. Yo tenía menos ganas de levantarme, ir a entrenar y no entendía lo que pasaba. Esto me causó una depresión al punto tal de no quererme levantar. Un compañero se dio cuenta en el plantel que algo me pasaba, pero yo no quería contarlo porque pensarían que estaba loco”.

Mientras milita como jugador de fútbol en el equipo San Luis, de la primera división de México, Pablo Lavallén, tuvo que ser auxiliado por sus compañeros, luego que la situación de su depresión era muy fuerte y le presentaron un pastor para que le ayudara.

“Los compañeros me presentaron un pastor que llegó a orar y no me preguntó nada, solo me escuchó. La reunión comenzó como a las 4:00 de la tarde y terminó como a las 2:00 de la mañana y esa persona que conocí por cinco minutos fue con la que más me abrí a contarle todo lo que había sufrido y peleado con Dios por la muerte de mi mamá”.

Y recuerda que: “Tenía ataque de pánico, no podía estar en una habitación que estuviera bajo llave, donde no hubiera luz y cuando escuchaba un ruido pensaba que me iban a robar o matar, yo estaba con miedo”.

Según confiesa Lavallén, después de hablar por varias horas con el pastor, este logró darle palabras que tocó su corazón.

“Ese agujero que tienes en tu corazón tiene una forma y se llama Jesús. Lo único que te ayudará es que le des cabida en tu vida. Yo lloré y sentí que lo que me decía era bueno, él hizo una oración y le entregué la vida a Jesús”.

Después de despedirse del pastor, Lavallén reveló que su vida cambió, su camino fue diferente dejando atrás las barreras, pero con una reflexión grande en su vida y con Dios en su corazón.

Este duro momento le dejó una enseñanza muy grande: “Yo llegué a la cima de mi montaña, pero estaba solo y los demás me querían jalar para llegar ahí, pero también se iban encontrar con la soledad absoluta, pero ahora puedo decir que no necesito estar en la cima de la montaña, si el señor quiere que vaya, iré, pero estaré contento porque esté con él”.

Y reconoce que: “Dios sigue estando en cada momento y eso es más importante que cualquier cosa. Ser conocido por Dios y como hijos tenemos acceso al padre”.

Pablo Lavallén cerró su intervención con una poderosa oración proclamando la bendición para las personas presentes en la Iglesia y motivándolas a seguir los pasos de Cristo a pesar de las dificultades que se puedan vivir en el camino de la vida.

Tags:
Testimonio
Tegucigalpa
Pablo Lavallén