En Honduras ya no hay peces... pescadores se van a Nicaragua
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VALLE, HONDURAS.- Se bajó de la lancha, cargó la hielera hasta una champa a un costado de la playa y comenzó a pesar el poco pescado y camarón que sacó.
“Venimos del lado de Nicaragua, aquí no hay nada, en Honduras se está terminando el pescado, por eso nos tenemos que cruzar”, comentó un joven pescador, quien aún cubría su rostro y manos debido a que el sol quemaba sin clemencia.
La crisis en el Golfo de Fonseca es grave, los recursos desde hace muchos años han sido consumidos ante la indiferencia de las autoridades de la Secretaría de Agricultura y Ganadería (SAG) y de la Secretaría de Recursos Naturales y Ambiente (MiAmbiente+).
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La Unidad Investigativa de EL HERALDO Plus comprobó que los artesanos de la pesca tienen que arriesgar todos los días su vida, introduciéndose en aguas de El Salvador y Nicaragua, porque en el lado de Honduras ya se “comieron” lo que quedaba.
Allá los esperan las patrulleras artilladas con lanchas rápidas, a las que llaman pirañas, y hombres entrenados que muchas veces no han tenido piedad en dispararles, todo por defender su soberanía.Pero no les queda otra alternativa, mucho del pescado, camarón y jaiba que se consume en la capital proviene del Golfo de Fonseca.
Con tristeza, el pescador Petronilo Ramírez contó que “aquí en el lado de Honduras no hay mucho pescado, tenemos que meternos a Nicaragua porque si no, no sacamos ni para la gasolina”.
En este momento, el galón de gasolina tiene un costo de 130 a 135 lempiras y para salir a faenas desde las 2:00 de la mañana hasta las 12:00 del mediodía gastan alrededor de 600 lempiras en combustible.
“Hay veces que solo sacamos para la gasolina y dejamos unos pescaditos para comer, porque no se halla mucho, y esta es nuestra única fuente de empleo”, expresó el hombre mientras miraba hacia el infinito mar desde la playa Los Cocos, en el sector de Cedeño.
Por el enorme espejo del océano Pacífico se ven las lanchas corretear de un lado a otro, buscando un lugar donde tirar la red y así poder conseguir el pan de cada día.
Los pescadores que han perdido las lanchas al ser decomisadas por las autoridades de Nicaragua y El Salvador se quedan en tierra, reparando las redes, mismas que son costosas y muchas también se las quitan cuando los capturan fuera de aguas hondureñas.
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Explotación
La Dirección General de Pesca y Acuicultura (Digepesca) hasta el cierre de esta edición no presentó un censo que indique cuántos pescadores y embarcaciones operan en el Golfo de Fonseca.
Estimaciones de las organizaciones de pescadores y de protección a ese ecosistema estiman que andan entre los 10,000 a 12,000 obreros del mar los que explotan el golfo.
Fabián Ordóñez, quien es el presidente del patronato de Cedeño y pescador, sostuvo que con la llegada del nuevo gobierno las autoridades de Nicaragua los molestan menos, pero es importante que se concretice el Tratado Integracionista Bicentenario firmado entre Honduras y Nicaragua.
Don Fabián conoce como la palma de su mano el Golfo de Fonseca y sin titubear reconoció que el lugar “está casi dado (acabado), por el uso irracional que le hemos dado”.
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Las autoridades que han pasado se han olvidado del golfo por completo, no hay programas de cuidado al ecosistema ni de las especies marinas, todo eso afecta la zona.
Recordó que en los años 90 se sembraban larvas y alevines, por eso la producción de peces era extraordinaria y toda la gente tenía bonanzas, pero los gobiernos se olvidaron con el paso del tiempo, ahora están en crisis.
Incluso se propuso hacer cooperativas de pescadores para que no solo se dedicaran a sacar producto del mar, sino buscar otras alternativas de trabajo para instaurar vedas y así evitar la difícil situación que enfrentan.
El pescador puso como ejemplo a los países vecinos, El Salvador y Nicaragua, que imponen vedas de dos o tres meses, por eso allá hay más peces y hasta camarón.
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Al ver que allá hay producto, muchos cruzan la línea fronteriza para lanzar la red y regresan con más pescado y camarones, llenan las hieleras.
El problema es cuando las autoridades de Nicaragua y El Salvador los capturan, los amenazan, los atacan y les quitan sus instrumentos de trabajo.
“Realmente el pescado que hay en Nicaragua es grande, es el que consumimos en nuestra zona, pero solo allá hay pescado lamentablemente”, expresó el líder de los pescadores artesanales al momento de alzar la mirada hacia la costa del país hermano.
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Intervención
Don Fabián narró que el pez que sale de Honduras es pequeño, ya casi no hay nada, demostrándolo con pescaditos cual si fueran sardinas sacadas de una hielera que andaba. Una investigación de la Unidad de Gestión Científica del Departamento de Acuicultura y Biología Marina del Centro Regional Universitario del Litoral Pacífico, coordinada por Edgar Carranza, evidencia que el Golfo de Fonseca tiene unas 60 especies de peces de valor comercial.
Esta zona genera alimentos y recursos económicos a través de la pesca artesanal a 43 comunidades costeras, establece el análisis. El volumen de captura de peces, crustáceos y bivalvos supera anualmente las 4,090 toneladas métricas.
En total existe una fauna comprendida por 80 especies de peces marinos, de las cuales 60 especies de peces son de importancia comercial.
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La bióloga y filántropa ambiental Ana Rosario Velásquez, exjefa del Departamento de Vida Silvestre del Instituto de Conservación Forestal (ICF), advirtió que la biodiversidad marina en el Golfo de Fonseca puede llegar al límite de no poderse aprovechar debido a la falta de un ordenamiento pesquero.
Hay ejemplos en muchas partes del mundo, y aquí en el país, de que la pesquería ya no es una alternativa ni para alimentar a las familias y como medio de vida.
La experta recomendó a las autoridades de ambiente y pesca desarrollar un plan de manejo pesquero y darles otras alternativas de desarrollo económico a las comunidades para permitir la recuperación del recurso pesquero en el golfo.
Todo debe ir a la par de un diagnóstico de la zona para determinar las acciones que se pueden tomar con el involucramiento de las autoridades, organizaciones y principalmente las comunidades.
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