Ola de migrantes irregulares provoca crisis en paso por Honduras hacia EEUU
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TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Un pelotón de hombres, mujeres y niños salen de los arbustos, saltan alambrados de púas y buscan caminos que ya están marcados. Los migrantes vienen de Nicaragua con destino a Trojes, El Paraíso, en el oriente de Honduras.
El acento los pone en evidencia fácilmente, muchos son venezolanos, cubanos, haitianos y hasta africanos; el objetivo, al igual que muchos hondureños, es llegar a Estados Unidos.
Una pareja de jóvenes venezolanos se tomó fuerte de la mano, con mochilas en la espalda caminaron un tramo de concreto hidráulico que es la señal de que ya están cerca de las oficinas del Instituto Nacional de Migración (INM) del fronterizo municipio de Trojes.
Ahí esperan obtener el salvoconducto para poder llegar a Danlí, siempre en El Paraíso, y luego cruzar el país hasta salir de Honduras y comenzar otra hazaña en Guatemala, la puerta para entrar a México.
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Este año la migración muestra cifras nunca antes vistas, ya que de enero al 3 de mayo de 2022 el país contabilizó la entrada de 27,307 migrantes irregulares, un 36% por encima de los datos reportados durante los 12 meses de 2021.
El año anterior, Migración contabilizó apenas 17,590 ingresos ilegales a tierras hondureñas, es decir, extranjeros que no cumplían con los requisitos para transitar por el territorio nacional.
Aparte de la poca ropa y algunos víveres que guardan para poder comer y sobrevivir a las inclemencias de un camino cruel y peligroso, en las pesadas mochilas llevan el sueño de tener una mejor vida, de ayudar a su familia y poder comer con dignidad.
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“Todos sabemos la situación económica, política y social de Venezuela, está destruida, no tenemos comida ni trabajo”, expresó Rogelio Estanga, quien ya llevaba 20 días de camino.
Con los pies cansados y los zapatos gastados, los amigos Luis González y Geovanny dijeron que también venían de Venezuela, de donde emigraron por la situación económica de su país. “Aquí vamos por buscar un mejor futuro porque allá no se consigue y esperamos pasar de la mejor manera y cuadrar el salvoconducto”, expresó Luis, quien ocultaba el cansancio bajo una sonrisa que le permite soñar con un mejor futuro.
Muchos no saben lo que les espera, pues ese punto fronterizo -enclavado en los más profundo de Honduras- se ha vuelto en los últimos meses un completo obstáculo debido a las restricciones de Migración y a la ola de ingresos irregulares.
Sufrimiento
Honduras estableció desde 2003 el cobro de una multa migratoria para las personas que ingresan de forma irregular al país, pero la medida solo ha ocasionado que grandes grupos de personas se establezcan en el punto fronterizo.
Desde entonces, este fenómeno se ha agudizado año tras año, al punto que el promedio de ingreso anual es de 18,400 migrantes irregulares, establece un análisis de la Unidad de Datos de EL HERALDO Plus.
En el centro de Trojes cientos de extranjeros que migran al norte están desesperados y exigen que les den el salvoconducto, pero ven preferencias, ellos escucharon que era gratis el paso por Honduras, pero esto no es del todo cierto.
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A inicios de mayo de este año el diputado Osman Chávez sometió al Congreso Nacional un proyecto para otorgar amnistía migratoria por un plazo de tres meses a los migrantes que entran irregularmente a Honduras y que van en busca del “sueño americano”.
Pero ya se va cumplir un mes desde que fue aprobado el proyecto en el Congreso Nacional y todavía no está publicado en el diario oficial La Gaceta, es decir, aún no es ley.
“Nos están cobrando un salvoconducto de 210 dólares y la situación de nosotros es precaria, no tenemos para pagar esa cantidad de dinero”, aseguró el venezolano Corneysei Carreiro.
El hombre, junto a otros tres amigos, expresó que ya llevaban más de dos días durmiendo en las aceras y en el parque de Trojes, pues no tienen dinero para comer ni un lugar para bañarse o hacer sus necesidades; de sus ojos brotaban las ganas de avanzar en su camino.
Lamentó que aquellos que llevan dinero no tienen problemas, a ellos son los primeros que atienden, tampoco pagan las familias que van con niños.Donde sería más fácil conseguir el salvaconducto es en Danlí, ubicado a más de 70 kilómetros del punto fronterizo de Trojes, pero para esto el INM también tiene que darles el pase. Si no tienen ese pase, los buses no los llevan a Danlí, pues hay controles migratorios de policías entrenados por la Embajada de Estados Unidos, quienes revisan la documentación y el pasaporte de cada viajero.
Así lo comprobó EL HERALDO Plus en el puesto de control Mata de Guineo, ubicado a unos 15 kilómetros de Trojes, donde detuvieron un bus amarillo, bajaron a todos los ocupantes, solicitaron la lista de los pasajeros y les revisaron sus documentos personales.
Muchos se aprovechan de la necesidad de los viajeros irregulares. “Aquí andan ofreciendo llevarnos en moto por la montaña para evadir los retenes, pero nos cobran 50 dólares (unos 1,200 lempiras). Nosotros sabemos que no es seguro”, expresó un cubano, molesto por la mala atención. “Yo no te voy a dar entrevista, pero te voy a decir que por los otros países nos han atendido muy bien, hasta nos han acogido y llevado para refugios y no pagamos salvoconducto”, manifestó el señor de tez oscura, desesperado por salir.
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Desde 2015 hasta el 3 de mayo de 2022, el INM contabilizó 147,201 ingresos, especialmente de haitianos y cubanos.
Un grupo de extranjeros rodearon al reportero de EL HERALDO Plus buscando una respuesta a su difícil situación, en el concierto de voces, expresaron que está bien que le den prioridad a los núcleos familiares, pero la mayoría de ellos van solos, sin dinero y el problema es que no les dan una solución o esperanza de que les van a dar el salvoconducto.
“La asamblea nacional (Congreso) de este país exoneró el salvoconducto, no ha salido en La Gaceta oficial, es verdad, pero igualito ya es ley, ¿entonces qué estamos haciendo aquí cinco o seis días sin comida?”, cuestionó otro joven venezolano de nombre Edgar Suárez.
Las cifras de este 2022 son tan preocupantes que todo indica que se puede repetir el auge registrado tres años atrás (2019), cuando más de 34,000 personas ingresaron a Honduras de forma irregular por puntos ciegos.
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