Ningún efecto tuvo el tratado del Golfo de Fonseca con Nicaragua

Los pescadores y pobladores del Golfo de Fonseca se quedaron ilusionados con el Tratado Integracionista del Bicentenario entre Honduras y Nicaragua porque esperaban mejores condiciones para trabajar

Más de 40 embarcaciones decomisadas a pescadores hondureños tienen las autoridades de Nicaragua, pero no las devuelven, según los propios afectados.

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Desprotegidos en el golfo de fonseca

VALLE, HONDURAS.- A las 2:00 de la madrugada, la brisa del océano Pacífico acaricia el rostro de los pescadores que cargan los motores y sus lanchas hacia la playa.

El resonar de las olas y el canto de las aves son el despertador que anuncia el inicio de una nueva batalla: enfrentarse a los guardacostas de El Salvador y Nicaragua para poder pescar.

La Unidad Investigativa de EL HERALDO Plus comprobó que el Golfo de Fonseca sigue en crisis porque todavía no hay un acuerdo que permita una explotación segura y compartida en el trifinio del sur.

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La bahía del Golfo de Fonseca es un lugar hermoso, como un pedacito del mar dentro del territorio, con una espesa vegetación, imponentes montañas, amplias playas de arena volcánica, rica gastronomía y gente trabajadora.

El problema es que este diminuto paraíso es compartido por Honduras, Nicaragua y El Salvador, quienes no han delimitado la zona y tampoco se ponen de acuerdo en hacer una explotación unificada y segura.

Los primeros pasos se dieron el 27 de octubre de 2021, cuando se firmó el Tratado Integracionista del Bicentenario por el expresidente hondureño Juan Orlando Hernández y su homólogo de Nicaragua, Daniel Ortega.

Al tratado no se adhirió el gobierno de El Salvador debido a que todavía ejerce presión por la Isla Conejo, que pertenece a Honduras.

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Existe un mapeo con las delimitaciones del Golfo de Fonseca, pero nada se cumple y esto genera violencia en contra de los pescadores por parte de los guardacostas.

Por su lado, Ortega aseguró que el objetivo principal del tratado era trazar una ruta de paz y prosperidad entre ambos pueblos. Mediante el tratado, ambos países delimitarían sus fronteras en el mar Caribe y el océano Pacífico.

“Al firmar este tratado, Nicaragua reconoce que su frontera marítima en el Golfo de Fonseca es con la República de Honduras, ratificando de esta forma el fallo dictado en el año 1992 por la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya”, dijo en su momento Ortega.

Ya se cumplieron seis meses desde que se firmó el tratado y el Congreso Nacional no lo ha ratificado y tampoco está en agenda en este momento, aseguró el secretario del Congreso Nacional, Carlos Zelaya.

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Con el Tratado Integracionista Bicentenario entre Honduras y Nicaragua firmado en octubre de 2021 se esperaba que hubiera delimitación
y desarrollo
en la zona.

Pesca

Recién pasó la Semana Santa y en Amapala estaban contentos, pues llegaron muchas personas y los dueños de negocios lograron ganarse unos lempiras.

Pero ya les toca pescar, debido a que esa actividad es la mayor fuente de ingresos, allí no hay otro trabajo y el apoyo de las autoridades es nulo.

El espejo del mar estaba nublado, los pobladores de la zona aseguraron que es producto de las quemas, así que el humo que cubría la superficie se quitará con las tormentas.

Sentado en una hamaca, sin camisa por el sofocante calor, bajo unas champas de lámina de zinc, el pescador Ángel Moisés Amador solicitó ayuda de las nuevas autoridades.

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“Como todo pescador, amapalino que soy, quisiera que el gobierno nos ayudara con Nicaragua y El Salvador, porque son dos partes donde nosotros pescamos”, rogó con tristeza.

El obrero del mar aseguró que en el gobierno anterior no vieron presencia de las autoridades interesadas en resolver los problemas del Golfo de Fonseca, los dejaron olvidados.

Ellos pensaron que con el Tratado Integracionista Bicentenario se podían meter a las aguas marítimas de Nicaragua, pero no era así, por eso les han decomisado lanchas y redes, que son su principal instrumento de trabajo.

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En el Golfo de Fonseca, la mayor parte de la población vive de las bondades del mar, pero todos los días es una guerra entre autoridades y pescadores artesanales por la falta de acuerdos.

Patrullajes

Como escudos de acero enmedio del mar, cada una de las patrulleras costeras se instala en la línea divisoria, de acuerdo con las coordenadas que les indica el sistema georreferencial GPS.

Pero muchas veces las fuerzas de seguridad violan los límites y quienes sufren las consecuencias son los humildes pescadores que buscan el pan de cada día, lanzando las redes a la profundidad del océano.

Manuel Flores, representante de los pescadores de Amapala, lamentó que el problema sigue igual, porque las autoridades de El Salvador y Nicaragua les quitan las lanchas y las redes a los pescadores y no se las devuelven.

“El pescador necesita ayuda del gobierno central y de la alcaldía municipal, aquí no tenemos apoyo de la base naval de Amapala”, señaló.

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Con el nuevo gobierno, los efectivos de la Fuerza Naval de Nicaragua han disminuido los ataques, pero debido a que el tratado no se concretizó temen ser atacados.

Esto porque hay evidencia de que las pirañas -como le llaman a las lanchas rápidas de El Salvador- han llegado hasta la isla persiguiendo a los pescadores y las autoridades de Honduras no hacen nada, lamentaron.

En el lado de Marcovia, en toda la costa de Cedeño, los pescadores aseguran que desde que ganó la presidencia Xiomara Castro ha disminuido la represión por parte de la Naval de Nicaragua.

Pero no saben cuánto va a durar esa calma, además en el país vecino les tienen decenas de lanchas decomisadas que no se las quieren devolver y solicitan la intervención de la Secretaría de Relaciones Exteriores.

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Jesús Alexander Medrano contó que hace siete meses le decomisaron su lancha de trabajo, igual hay al menos otras 40 confiscadas.Mientras reparaba una red de pescar, con nostalgia explicó que solo por entrar a Nicaragua a preguntar por la lancha cobran 800 lempiras y 20 dólares por persona para salir.

Mientras que para entregarle la embarcación le habían dicho que la multa era de 1,300 dólares, es decir, más de 30,000 lempiras. No obstante cuando llegó a quererla sacar, porque no es el propietario, le dijeron que ya no las estaban entregando.

En la zona hay pescadores lisiados, como Santos Ventura, quien escapando de las balas de la Armada de Nicaragua casi pierde su mano derecha, ahora la cubre con un pañuelo porque le quedó deformada.

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Decenas de pescadores se han quedado sin su instrumento de trabajo, las lanchas y redes, debido a que se las han decomisado en Nicaragua; piden ayuda a Cancillería para recuperarlas.

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