En incertidumbre la nueva relación bilateral con Estados Unidos

Aunque Trump se muestra ante el mundo como un político de línea dura, sus actuaciones evidencian lo contrario al estar frente a gobiernos autoritarios como el de Rusia, China y Corea del Norte

Analistas recomiendan al Ejecutivo cambiar su discurso agresivo en sus relaciones con Estados Unidos.

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Política

Tegucigalpa, Honduras.- El retorno de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos podría traer una nueva configuración al escenario mundial y nacional para el próximo año -cuando asuma el cargo-, coinciden varios analistas, aunque otros expertos concluyen que no variará mucho.

Con un republicano o un demócrata se seguirá en lo mismo. En su primer gobierno, Trump trató muy mal a las naciones de este continente. “En cuanto a Honduras, este país no está en la agenda política de Estados Unidos como para que podamos vernos afectados o beneficiados”, sostuvo el reconocido analista Raúl Pineda Alvarado.

Pineda es del criterio que a los norteamericanos les preocupa más Taiwán y un posible conflicto con China, así como lo que sucede en la Franja de Gaza y la guerra de Ucrania, pero menos los países de la región latinoamericana.

“En este momento Latinoamérica no tiene ningún significado, ni va a incidir en lo positivo el triunfo de Trump, o lo que pudo haber sido el triunfo de la señora Harris”, reafirmó Pineda Alvarado.

Para él, los arrebatos verbales del gobierno de Xiomara Castro hacia la presente administración estadounidense son “pura retórica” y no generan impacto.

“Cuando los norteamericanos les suenan los dedos, corren a la Florida a reunirse con la jefa del Comando Sur. Ven como un triunfo las negociaciones con el Fondo Monetario (FMI). Este es un gobierno igual a los anteriores, con un discurso supuestamente de izquierda cuando son cualquier cosa, menos un gobierno de izquierda”, criticó.

Incluso, el tema de la eliminación de la extradición, “ya lo arreglaron en la visita a Florida. La relación con China continental no es un tema que preocupe a los norteamericanos. Lo que sí no deben perder de vista en la región centroamericana es la presencia de los iraníes en Nicaragua, la instalación de una base militar rusa en ese territorio, y tal vez la presencia de oficiales de la policía de Honduras recibiendo entrenamiento en Rusia y en Nicaragua”, advirtió Pineda Alvarado.

El general en retiro Luis Alonso Maldonado consideró que, en un principio, los intereses de los Estados Unidos en la región, que tienen que ver con temas como democracia, derechos humanos, migración y cooperación, así como la lucha contra el terrorismo internacional, el crimen organizado, la narcoactividad en todas sus manifestaciones, se van a mantener inalterables.

En cuanto a la relación bilateral, posiblemente haya un nuevo enfoque dada la política exterior de Honduras con aquellos países que tienen un alineamiento muy marcado con países socialistas de extrema izquierda y que algunos de ellos en el contexto internacional constituyen para los Estados Unidos rivalidades de tipo geopolítico, económico y, por supuesto, ideológico, entre ellos China, Rusia e Irán, mientras que particularmente en el continente están Cuba y Nicaragua, añadió.

Advirtió que al gobierno actual le tocará rectificar respecto al discurso confrontativo que tiene con Estados Unidos. Y si no lo hace, de repente la administración Trump tendrá menos paciencia para tolerar este tipo de lenguaje antidiplomático y recurrirá a las presiones que son naturales para cambiar esa retórica.

En cuanto a la política de seguridad no habría muchos cambios. Seguramente el gobierno de Trump pondría atención a la reciprocidad de los intereses compartidos como el fortalecimiento de capacidades que tienen que ver con la detección y la interceptación del crimen organizado, particularmente el narcotráfico en los espacios aéreos, terrestres y marítimos.

Honduras debe de aprovechar esta circunstancia para poder incrementar las capacidades en términos de seguridad interior, defensa de la soberanía y, quizás, gestión de riesgos, aconsejó.

Si hay algo en que los analistas coinciden es que la política exterior de Estados Unidos es estable, muy sólida, y normalmente lo que cambia es la forma como cada gobernante implementa su estilo. Unos con más rudeza que otros.

Pero el regreso de Trump, partiendo de su ácido discurso antiinmigrante en la campaña electoral, no deja de meter miedo sobre todo para aquellos que tienen familiares indocumentados en Estados Unidos, que temen masivas deportaciones, sobre todo como una acción de represalia ante la actitud hostil del gobierno Castro hacia lo que ellos llaman intromisión del imperio.

De acuerdo con el abogado y analista Juan Carlos Barrientos “la política norteamericana es igual, estén los demócratas o estén los republicanos, eso no cambia. Los norteamericanos, recuerden, no tienen amigos. La política para Honduras y todos estos países va a seguir siendo la misma. No va a cambiar en absolutamente nada”, manifestó.

“¿Sabía que el expresidente Barak Obama fue el máximo deportador de hondureños y de latinoamericanos en general? ¿Sabía que Obama prometió reformas a la ley migratoria y no lo hizo? Lo mismo hizo Bill Clinton. Estoy hablando de demócratas. Así venga uno y se vaya otro, da lo mismo”, cuestionó.

Se pueden producir cambios a lo interno de los Estados Unidos, principalmente en la relación con México, acotó, porque “recuerde que Trump desde la primera vez se puso a hacer un muro amenazado con que va a subir los aranceles si no había control en la frontera mexicana”.

Trump es impulsivo y le gusta hablar, gritar y amenazar, “pero de ahí a que tome alguna medida o una acción no se ve”, valoró. Se ha reunido, por ejemplo, con los dictadores asiáticos y ese país le sigue comprando petróleo a Venezuela, gobernada por el autócrata Nicolás Maduro. “Ahí están ese montón de gasolineras venezolanas en Estados Unidos”, cuestionó Barrientos.

Igualmente criticó que mientras el gobierno de Castro se muestra intolerante con los señalamientos y recomendaciones que hacen los funcionarios del gobierno estadounidense, por otro lado, paga miles de dólares al exembajador estadounidense Hugo Llorens para que haga acercamientos con el gobierno norteamericano. “Eso es una muestra palpable de la hipocresía de este gobierno”, repudió.

Entre tanto, Lester Ramírez, profesional del derecho, expresó que, una vez Trump retome el poder, la implementación de su visión en las políticas de Estados Unidos llevará su tiempo.

Él cree que el proceso de transición no será tan rápido, y las medidas en Honduras tal vez comiencen a sentirse a mediados del 2025 y luego dependerá de quien gane las elecciones en este país y su capacidad de negociación con la nueva administración estadounidense.

Creo que el eje de negociación va a girar alrededor del tema migratorio ya que de ahí dependen otras acciones como la lucha contra la pobreza, la inseguridad y el aspecto económico, señaló.

Para Ramírez, Honduras será la primera línea de defensa de Estados Unidos en la detención de los migrantes porque Nicaragua va a seguir la política de dejarlos pasar.

“Usted sabe que Daniel Ortega cobra por dejar que los aviones cubanos, haitianos, de Irán y de otros países de Asia y África, aterricen en Managua cargados de migrantes”.

“Vienen tiempos bien complejos para Honduras, si no hay capacidad de negociar, si los políticos que llegan a gobernar siguen con sus pensamientos de finqueros nos va a ir mal”, presagió Ramírez.

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