“El Coqueto”, el chófer que asesinaba a las mujeres que trasladaba en su bus

César Armando Librado Legorreta, mejor conocido como “El Coqueto”, era el conductor de microbús que utilizó para cometer una serie de crímenes en el Valle de México. Mató a siete mujeres por miedo a que lo denunciaran luego de haberlas violado. Conoce a continuación los detalles de los crímenes que cometió este hombre.

César Armando Librado Legorreta, mejor conocido como “El Coqueto”, era el conductor de un microbús que utilizó para cometer una serie de crímenes en el Valle de México. Mató a siete mujeres por miedo a que lo denunciaran luego de haberlas violado. Conoce a continuación los detalles de los crímenes que cometió este hombre.

Fotos: Cortesía

Su captura se registró el 26 de febrero del 2012, dentro de su casa color verde con portones oscuros, ubicada en el municipio de Tultitlán, Estado de México.

Fue llevado hasta la subprocuraduría de Justicia, en el municipio de Tlalnepantla, Estado de México, donde confesó una serie de crímenes sin delatar ningún sentimiento mientras contaba todo.

“Violé a ocho mujeres, de las cuales maté a siete por miedo a que me denunciaran”, dijo “El Coqueto” al inicio de su detención.

De acuerdo con “El Coqueto”, su primer crimen fue cometido el 21 de junio del 2010, cuando una mujer subió a su unidad a las 05:00 de la mañana en Valle Dorado, municipio de Naucalpan, Estado de México, con dirección a la Ciudad de México.

Cuando iban de camino se detuvo antes y le pidió a la joven que tomara otra unidad asegurando que la suya estaba teniendo problemas.

“Me regreso, me subo al micro y le digo ‘toma otro, porque mi carro sigue fallando’, me dice que ‘sí, que está bien’, pero que la deje más adelante porque ahí está muy oscuro. Me arranco de ahí mismo y ya no la bajo”, relató.

Metros adelante, en la colonia San Lucas, Librado Legorreta se acercó a la mujer y le dijo que la violaría, ella forcejeo, pero tropezó con la pata de un asiento, ocasionando que el feminicida quedara encima. El hombre comenzó a ahorcarla, hasta que esta se desmayó; ahí, aprovechó para violarla.

Pero mientras estaba cometiendo el terrible acto, la víctima despertó y le arañó el rostro, provocando que el agresor la ahorcara nuevamente hasta desmayarla.

“Se vuelve a desmayar, yo pensando que la había matado. Me voy a Rincón Verde, pero por la avenida López Portillo. Llego a Rincón Verde y me meto a una calle oscura y antes de bajarla la vuelvo a violar analmente. Después de terminar de violarla le pongo solamente su pantalón, la bajo del micro y la dejo en un montón de tierra”, dijo.

Librado, Legorreta escapó del lugar pensando que la había matado, pero la joven despertó luego de unas horas y, sin saberlo, ella sería el testimonio principal que llevaría a la detención de “El Coqueto” meses más tarde.

Tras cometer su primer crimen, “El Coqueto” adoptó el mismo modus operandi: fingía que su unidad estaba dañada y le pedía a los pasajeros que bajaran, a excepción de una mujer, por lo general elegida al azar, a quien le aseguraba que la llevaría a su casa cuando la unidad se arreglara; pero solo era una mentira para quedar a solas con ellas y agredirlas sexualmente.

Librado Legorreta también confesó que a veces escogía a víctimas vulnerables, como mujeres alcoholizadas o que se quedaban dormidas.

Sus víctimas mortales fueron identificadas como Blanca Elia, Fernanda, Patricia, Eva Cecilia, Dayana, Camila y Fidelia, así como una más que permaneció en calidad de desconocida hasta el momento de su sentencia. Todas entre los 17 y 34 años. A ellas se suma Raquel, quien fue su primera víctima y la única que logró sobrevivir.

Por lo general, para desaparecer los cuerpos de sus víctimas los abandonaba en terrenos baldíos cerca de los lugares que comprendían la ruta que manejaba en su microbús, de Chapultepec a Valle Dorado.

El mismo día que fue detenido se fugó de la comisaría, pero el feminicida resbaló y cayó cerca de ocho metros. Esto le ocasionó múltiples lesiones en la columna y un pie. No pudo volver a pararse. Volvió a ser aprehendido y recibió una sentencia de 240 años de cárcel y fue ingresado al penal de Barrientos, ubicado en Tlalnepantla. En prisión fue operado de la columna, debido a las lesiones que sufrió durante su escape de prisión, y pudo volver a caminar.

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