No ven la luz del día y duermen sobre hierro: la vida de los reclusos dentro del CECOT

Lo único que portan impecable es su uniforme blanco, pues cada parte de su cuerpo está sellada de por vida por un número distintivo: 18 ó 13, pandilla a la que pertenecen. Quizás algunos no volverán a ver la luz del día, pero su cara no demuestra arrepentimiento. La Unidad Investigativa de EL HERALDO Plus le muestra cómo viven los privados de libertad dentro del Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT), la megacárcel de El Salvador.

Foto: Emilio Flores/ EL HERALDO

Están tatuados desde la cabeza hasta los pies; quizás con suerte se alcanza a ver una parte de su piel sin ser marcada. La mayoría de sus tatuajes tiene su significado, o simplemente había un espacio sin manchar. Sus uniformes son lo único puro que portan, pues sus antecedentes de asesinato, violación, extorsión, entre otros delitos, indican que no saldrán nunca.

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Hay al menos 20 mil miembros de tres pandillas, aunque tiene la capacidad de 40 mil privados de libertad en ocho módulos: las dos facciones del Barrio 18, Sureños y Revolucionarios, así como la Mara Salvatrucha (MS-13). Ninguno de ellos refleja temor en su mirada.

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Ubicado en Chichontepec en el municipio de Tecoluca en el departamento de San Vicente, Nayib Bukele, presidente de El Salvador, hizo la cárcel más grande del mundo: CECOT.

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Los miles de privados de libertad se muestran territoriales, aunque se encuentran encerrados en celdas con capacidad cada una para 100 pandilleros o quizás un poco más.

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Los delitos que cometieron son diferentes, pero la vida que reciben es la misma: no ven la luz desde el día de su encierro y duermen sobre camas de hierro. Tampoco tienen un menú variado, arroz frijoles y dos tortillas es lo que reciben casi diariamente y, aunque que esto no es algo que les permita ganar grasa corporal, tienen derecho de hacer ejercicio 30 minutos diariamente.

Foto: Emilio Flores/ EL HERALDO

No tienen derecho a visitas, tienen audiencias virtuales en el mismo centro, tienen 30 minutos de ejercicio, pueden asistir a una prédica de la palabra, castigo en celdas de reducido espacio y no se permiten agrupados por tipo de pandilla. Pese a todo ello, la salud de los reclusos es algo que toman con seriedad, pues cada uno de ellos cuenta con revisiones médicas cada cierto tiempo.

Foto: Emilio Flores/ EL HERALDO

“No hablar” es la principal regla en CECOT, pues son vigilados por cámaras las 24 horas del día, aunque se susurran entre ellos para evitar ser escuchados. Todo está bajo control de 600 soldados de las Fuerzas Armadas y 250 elementos de la Policía Nacional Civil. Nadie ingresa sin pasar por un proceso estricto de revisión, mismo por el cual pasaron los miembros de este rotativo.

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El hotel de estos criminales no cuenta con ningún beneficio para ellos, no tienen camas, no tienen otra ropa que usar, no pueden ver a su familia, y lo único que pueden recibir de ellos son productos de higiene personal. La privacidad aquí no existe al hacer sus necesidades fisiológicas o incluso bañarse.

Foto: Emilio Flores/ EL HERALDO

En su mirada no se muestra arrepentimiento alguno, su barbilla alzada es señal de firmeza, pero para las autoridades son un simple estorbo, pues, desde 2022, este lugar es el hogar de los criminales más temidos del país: es un verdadero zoológico de humanos.

Foto: Emilio Flores/ EL HERALDO

Los portones enlazados a muros de hasta once metros de altura y un cerco eléctrico de 2.1 kilómetros con al menos unas 19 torres de vigilancia, se cerraron. Terminó la visita. El recorrido fue rápido, pero eficaz para que el equipo lograra captar las vivencias de estos reclusos. ¿Quieres saber más sobre cómo viven estos reclusos? Aquí te dejamos la nota: Cecot: Así viven los 20 mil pandilleros más peligrosos en la megacárcel de Bukele

Foto: Emilio Flores/ EL HERALDO