La isla en el Caribe cuyos pobladores deben abandonar antes de que se la trague el mar

Una comunidad indígena ha comenzado a despedirse de su diminuta isla Cartí Sugdupu, en el Caribe panameño, para mudarse a tierra firme: vive hacinada y sin agua potable ni saneamiento en el pequeño espacio de tierra que será devorada por el mar en unos años debido al cambio climático.

Una comunidad indígena ha comenzado a despedirse de su diminuta isla Cartí Sugdupu, en el Caribe panameño, para mudarse a tierra firme: vive hacinada y sin agua potable ni saneamiento en el pequeño espacio de tierra que será devorada por el mar en unos años debido al cambio climático.

Fotos: AFP.

Cartí Sugdupu es una de las 365 islas del archipiélago de la comarca indígena de Guna Yala. Sus habitantes viven de la pesca, el turismo y la producción de yuca y plátano, que recogen en la zona continental.

Al intenso calor y la falta de servicios públicos se suma el hacinamiento de más de mil personas que viven en esta isla del tamaño de cinco campos de fútbol. La población enfrenta asimismo la subida constante del mar, que inunda regularmente sus casas.

El gobierno constata en Cartí Sugdupu “problemas por la subida del nivel del mar producto del calentamiento global que sufre todo el país”, así como “hacinamiento”, explica Marcos Suira, un director del ministerio de Vivienda.

Varias de las islas de Guna Yala están bajo riesgo de desaparecer bajo las aguas. Las 49 islas habitadas están apenas a entre 50 cm y un metro sobre el nivel del mar.

“El hecho es que con el aumento del nivel de mar por causa directa del cambio climático casi todas las islas van a ser abandonadas para finales de este siglo”, pronostica Steven Paton, científico del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales (STRI, con sede en Panamá).

“Algunas de las islas más bajas (...) cada mes con la marea alta están inundadas”, sostiene. El gobierno cree que Cartí Sugdupu será tragada por el mar hacia el año 2050.

La época de lluvias empeora la situación. “Llega el tiempo de noviembre y diciembre y la elevación de la marea nos jode aquí, la isla queda casi como flotando, hay inundaciones, nos afecta, sobre todo a los que viven a las orillas”, afirma Braulio Navarro, profesor en la escuela primaria.

En Cartí Sugdupu las viviendas son sumamente precarias, de pisos de tierra y paredes y techos de caña, madera y hojas de zinc. No hay agua potable. Los indígenas deben salir en lancha a buscarla en los ríos o comprarla en tiendas del continente.

La mayoría no tiene luz eléctrica de manera continua. Los isleños dependen de un generador público que se enciende unas horas por la noche, aunque algunos usan paneles solares y generadores privados. Los baños son comunales, cubículos en los embarcaderos donde unas tablas cruzadas de madera sobre el mar hacen las veces de inodoro.

Además, hay grandes problemas de hacinamiento. Un reciente informe de la ONG Human Rights Watch denuncia que “no hay espacio para ampliar las viviendas ni para que los niños jueguen”. “Las inundaciones y tormentas han dificultado aún más la vida en la isla, afectando la vivienda, el agua, la salud y la educación”, añade.

Magdalena Martínez, una profesora jubilada de 73 años, expresó que “hemos notado que ha subido un poco más la marea”. “Pensamos que nos vamos a hundir, sabemos que va a pasar, pero faltan muchos años, entonces pensamos en nuestros hijos, tenemos que buscar algo (...) donde ellos puedan vivir tranquilos”, agrega.

Si el gobierno no retrasa nuevamente la mudanza, la comunidad se instalará a fin de año o inicios de 2024 en la nueva barriada de 22 hectáreas en tierra firme, a 15 minutos en lancha de la isla. En su nuevo hogar, cada familia dispondrá de un terreno de 300 m2, con una vivienda de 49 m2 de dos habitaciones, baño, comedor y cocina, además de agua potable y luz eléctrica. Podrán ampliar la casa o plantar un huerto.

El gobierno y la comunidad trabajan desde hace más de una década en un plan para trasladar a 300 familias a un terreno en tierra firme que pertenece a los guna. La nueva urbanización es construida en un monte tropical que fue talado. Los futuros habitantes quieren bautizarla con el nombre de Isber Yala, o Árbol de Níspero.

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