“La mataron como a un perro”: Nayla Agüero, niña abusada por su vecino y hallada en su armario

El brutal homicidio se descubrió el miércoles por la tarde, cuando la madre de la menor, Natalia Herrera, de 32 años, llamó al 911 para reportar que su hija, Nayla, había desaparecido de su vista mientras jugaba en una piscina.

Foto: Redes sociales

Según las declaraciones de su madre, la pequeña se encontraba en el patio de su casa, en la esquina de Acoyte y Ambato, del barrio Pico Rojo, ubicado en General Rodríguez, Buenos Aires, Argentina. Minutos después, la niña desapareció.

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Herrera recorrió las casas vecinas buscándola, pero al no encontrarla, decidió llamar al 911. La policía inició la búsqueda y pidió permiso un vecino cercano del piso de abajo, quien luego se convirtió en el principal sospechoso, para revisar su vivienda.

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Aunque una primera inspección no encontraron rastros, una segunda revisión más exhaustiva reveló detalles que provocaron gran dolor en la madre de esta pequeña inocente.

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En una habitación sola y dentro de un ropero fue encontrado el cadáver de la menor, envuelta entre sábanas. El vecino de la víctima y ahora culpable de este macabro caso fue identificado como Ariel Axel Díaz, de 18 años.

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Lo más doloroso para su madre fue conocer el informe preliminar de autopsia, donde, de acuerdo a los forenses, la menor fue brutalmente golpeada, abusada sexualmente y luego asfixiada.

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“Es un caso terrible. La nena tenía muchísimos golpes”, “Ella estaba jugando y él se ve que le dijo ‘vení, nena’, capaz la engañó. Ella era inocente y la mataron como a un perro”, lamentó su madre, en declaraciones a la prensa.

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“Él la agarró a mi bebé, me la mató. Quiero que se haga justicia por mi hija. A mi marido le dijeron que tenía antecedentes, pero yo no sabía nada, si no, no hubiera venido. Había manoseado a su hermana de 12 años”, lamentó entre lágrimas Herrera, quien también es madre de otras dos niñas y un varón.

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Al paso de las horas, los vecinos se enteraron del brutal ataque y decidieron incendiar la casa en la que se cometió el crimen, algo que no solo borró evidencias, sino también que dejó a los padres de la víctima en la calle.

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“Me quedé en la calle, no sé qué voy a hacer, me quiero morir”, exclamó la mujer, que vivía arriba de la casa del asesino.

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