Migrantes desafían peligrosas barreras fronterizas en su camino a Estados Unidos

Cada día, cientos de migrantes intentan cruzar ilegalmente a Estados Unidos. Emprenden la dura travesía con sus hijos y se lanzan al río Bravo desde la orilla mexicana, aunque el estado de Texas colocó boyas para bloquear su paso. Estas son algunas imágenes captadas en Eagle Pass, una ciudad del sur de Texas cuyo gobernador, el republicano Greg Abbott, ha militarizado para contener el ingreso de migrantes.

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Muchos de los migrantes que llegaron a Eagle Pass después de pasar por la nueva y peligrosa vía en El Río Grande, quedaron conmocionados y algunos resultaron heridos.

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Esta es la escena del día a día: Les toma unos diez minutos ir de una orilla a otra. Luego se topan con una barrera interminable de alambres de afiladas púas. Encuentran un punto vulnerable y pasan.

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Para algunos funcionarios locales, las duras medidas en la frontera están enviando un mensaje equivocado.

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Las autoridades de Texas han emprendido recientemente una operación que ellos denominan “Defensa en el frente”, la cual implica la fortificación de las orillas del río Bravo con alambre de púas, la negación de acceso al agua para ciertos migrantes y la emisión de órdenes de retorno a México para otros.

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Algunos grupos de Derechos Humanos han alertado que los agentes federales de la Patrulla Fronteriza que podrían ayudar a los grupos a llegar a las orillas y presentar solicitudes de asilo, están ignorando a los migrantes.

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Varios agentes de Texas han presentado quejas internas y expresado su oposición.

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Las boyas naranja se extienden por unos 300 metros. Están diseñadas para girar si alguien trata de asirse a ellas y, a cada lado, tienen unos discos metálicos dentados. En las últimas semanas, dos cuerpos han sido hallados en el sector.

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El Departamento de Justicia de Estados Unidos demandó a Texas para que retire las boyas. Las considera un problema humanitario y también diplomático, porque va en contra de tratados fronterizos con México.

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De hecho, Texas debió reacomodarlas la semana pasada, porque invadían el lado mexicano. El caso ya es revisado por un tribunal federal.

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“Estamos autorizados para hacer lo que estamos haciendo, resguardar la frontera”, ha dicho Abbott, que culpa a la administración de Joe Biden por la crisis migratoria en el país. Gobernadores de otros estados conservadores, que consideran esta parte de Texas como una “zona de guerra”, han enviado tropas para apoyarlo.

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Abbott “ha creado aquí un escenario para que parezca una zona de guerra”, dice Jessie Fuentes, de 62 años, propietario de Epi’s Canoe & Kayak Team, que ofrecía paseos por el río. “He tenido que cerrar, nadie quiere entrar en el río así (...) Pido respeto por la humanidad y por el río”, agrega.

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En Texas, el río Bravo o Grande es la frontera natural con México. Muchos de los migrantes que llegaron a Eagle Pass después de pasar por la nueva y peligrosa vía quedaron conmocionados y algunos resultaron heridos.

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Las tácticas de Texas parecen haberse intensificado a finales de mayo, justo antes de la finalización del Título 42, una política de salud pública impuesta durante la pandemia de coronavirus que permitía a los agentes federales expulsar rápidamente a la mayoría de los migrantes que llegaban.

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No se sabe con certeza cuántos migrantes han muerto cruzando la frontera en las últimas semanas.

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