Tamara Samsonova, la “abuela caníbal” que cocinó a su amiga por un plato sucio

La rusa aseguró al ser detenida en 2015 haber cocinado y comido los pulmones de algunas de sus víctimas y se declaró fanática del temido asesino en serie Andréi Chikatilo, el ‘carnicero de Rostov’.

La rusa aseguró al ser detenida en 2015 haber cocinado y comido los pulmones de algunas de sus víctimas y se declaró fanática del temido asesino en serie Andréi Chikatilo, el ‘carnicero de Rostov’. A continuación lo sucedido con su amiga y cómo fue descubierta.

La asesina serial fue descubierta luego que el mal olor se había instaurado en una zona apartada de los suburbios de San Petersburgo, ya que alguien había abandonado siete bolsas de basura negras y la pestilencia repugnaba incluso a los animales.

Cuando los bomberos acudieron a comprobar a qué se debía aquello, descubrieron algunos restos humanos envueltos en una cortina de ducha. Se trataba de , una vecina del lugar que encontraba desaparecida desde días atrás.

Ante el macabro hallazgo, la policía comenzó una investigación y examinó las cámaras cercanas y se toparon con que la asesina era una anciana vecina de la localidad. Ahí había sido captada cargando las bolsas negras que contenían partes del cuerpo desmembrado.

Tamara Samsonova, quien era amiga de la víctima, la descuartizó tras una trifulca sin importancia: unos platos sin fregar. “Lo hice todo deliberadamente”, reconoció la apodada como ‘Granny Ripper’ (la abuela destripadora o abuela caníbal).

Los videos de seguridad captados en el lugar mostraban a la anciana cargando las bolsas negras y luego cargando una olla en la que habría cocinado partes del cuerpo de su amiga para comerlos.

La mujer confesó sin mucho aspavientos que su amiga no era el primer crimen que cometía, pues había asesinado a un total de once personas entre ellos su marido, su suegra y a varios inquilinos.

Ni sus compañeros, amigos ni tampoco vecinos sospecharon jamás de la personalidad un tanto siniestra de la mujer. Todos la recordaban como una persona cariñosa, amable, simpática, con buen corazón, aunque con unos hobbies algo lúgubres.

Tamara era una fanática de los horóscopos, la astrología y la literatura sobre magia negra. Y, con los años, se obsesionó con uno de los peores asesinos en serie soviéticos, Andrei Chikatilo, el ‘carnicero de Rostov’.

Su primera incursión delictiva se produjo en el año 2000 con la desaparición de su marido Alexei. Pese a que los familiares del hombre denunciaron los hechos e insistieron a la policía en su búsqueda, la esposa aseguraba que él se había fugado con otra mujer y que jamás regresaría. Las autoridades creyeron su versión de los hechos y dieron por cerrada la investigación.

Con la supuesta fuga del marido, Tamara decidió alquilar una habitación en su casa. Pero lo que empezó como una forma de tener compañía y de ganar un dinero extra, terminó convirtiéndose en la excusa perfecta para asesinar a sus inquilinos.

Una de sus víctimas fue mutilada y descuartizada en el baño, pero nunca se localizaron sus restos. Lo mismo sucedió con otro hombre, Sergei, al que también desmembró y arrojó en la calle, aunque en esta ocasión sí se encontró su cuerpo en 2003. El cadáver no tenía ni brazos ni piernas.

Si alguien preguntaba a Tamara por la ausencia de alguno de sus huéspedes, ella siempre ponía alguna excusa. Nadie sospechó que detrás de aquella mujer de apariencia gentil se escondía la mente de una asesina que hasta incluso llevaba una especie de diario de sus crímenes.

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