Santa Ana, la cárcel convertida en granja, carpintería y pastelería en El Salvador
Un cerco de mallas divide la granja penal de Santa Ana de la carretera, como si adentro no hubieran miles de reos que todos los días acuden a esa zona para realizar diferentes trabajos
Un cerco de mallas divide la granja penal de Santa Ana de la carretera, como si adentro no hubieran miles de reos que todos los días acuden a esa zona para realizar diferentes trabajos y no hubiera riesgo de fuga. ¿Cómo hizo El Salvador para convertir una cárcel en un centro de producción? Aquí los detalles.
Foto: Alex Pérez/ EL HERALDO
El cerco que se divisa al fondo es lo que separa a la cárcel de la libertad, donde se escucha el ruido de los vendedores y de los vehículos. De este lado, decenas de reos trabajan cosechando hortalizas.
Foto: Alex Pérez/ EL HERALDO
Otros trabajan en lagunas para la crianza de tilapias, pues según el gobierno, todos deben trabajar mientras están recluidos.
Foto: Alex Pérez/ EL HERALDO
EL HERALDO Plus recorrió dos cárceles en El Salvador donde se ha implementado el plan “Cero Ocio”, impulsado por el presidente Nayib Bukele y que busca enseñar oficios a los reclusos de menos peligrosidad para reinsertarlos al mundo.
Foto: Alex Pérez/ EL HERALDO
Para ser parte del programa debía cumplir un requisito principal: no ser pandillero. Además de poseer un buen comportamiento y tener más de la mitad de la pena cumplida.
Foto: Alex Pérez/ EL HERALDO
En este lugar también se crían cerdos, gallinas, conejos, patos y todos los animales que una granja posee.
Foto: Alex Pérez/ EL HERALDO
Y por si fuera poco, se elaboran 1,000 pupitres al día en un centro de carpintería, con el objetivo de distribuirlos en los centros escolares.
Foto: Alex Pérez/ EL HERALDO
La producción también comprende camas para los hospitales del país.
Foto: Alex Pérez/ EL HERALDO
Según datos brindados por las autoridades, son 8,000 reos salvadoreños los que han sido escogidos en la cárcel de Santa Ana para participar en el programa.
Foto: Alex Pérez/ EL HERALDO
“Me siento útil, me quedan cinco años pero ahora solo será la mitad”, dijo a EL HERALDO Martín Nieto, quien tenía una condena de 10 años.
Foto: Alex Pérez/ EL HERALDO
Al parecer, al ser reclusos de baja peligrosidad y al estar ocupados en aprender oficios, no piensan en escapar. Al contrario, se sienten agradecidos por la oportunidad de aprender y se sienten útiles en la prisión.
Foto: Alex Pérez/ EL HERALDO
También existe una cadena de aprendizaje, pues los privados de libertad más experimentados se vuelven maestros del resto.
Foto: Alex Pérez/ EL HERALDO
Por otro lado, las cosechas también sirven para alimentar a la población carcelaria y la comida es elaborada por ellos mismos.
Foto: Alex Pérez/ EL HERALDO
La cárcel también cuenta con talleres de arte, para que de ese modo no haya excusa para no aprender un oficio con el que puedan ganarse la vida y ocuparse al salir.
Foto: Alex Pérez/ EL HERALDO
Los reos incluso tienen herramientas para realizar los trabajos y los insumos de seguridad que necesitan. A ellos se les permite manipular herramientas, ya que no son peligrosos ni pertenecen a pandillas, llegaron ahí por otros delitos.
Foto: Alex Pérez/ EL HERALDO
EL HERALDO conoció que son tres turnos de ocho horas cada uno los que trabajan en la granja penal de Santa Ana, como si se tratara de cualquier empresa o institución afuera del predio.
Foto: Alex Pérez/ EL HERALDO
Dalma Acosta
2023/05/1009:49H.
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