Pacientes abandonados convierten en asilo al Hospital Mario Mendoza

El estigma y protocolo judicial convierte pacientes del Hospital Psiquiátrico Mario Mendoza en eternos huéspedes que generan una pesada carga económica

“Corea” es un paciente que tiene más de cuatro años de estar internado en el Hospital Mario Mendoza, casi en el olvido se aferra a la esperanza de regresar con sus seres queridos, pasan los días y su sueño no se materializa.

Foto: David Romero/EL HERALDO

Además de la hospitalización, en el área de consulta general el hospital atiene cada día entre 200 a 300 pacientes, la baja o alza de atenciones varía según la época del año y las enfermedades atendidas destacan la depresión, ansiedad, esquizofrenia, trastornos bipolares etc.

Foto: David Romero/EL HERALDO

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Indiferencia

TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Rechazados y convertidos en cargas no deseadas para los que decidieron ignorar su existencia, muchos conocimientos navegan en el limbo de la indiferencia familiar o judicial, sin embargo, mientras sueñan con regresar a su hogar, transforman el Hospital Psiquiátrico Mario Mendoza en un asilo.

Uno de esos casos es el de “Pilo”, un hombre de 61 años que fue despreciado por sus familiares, aunque recibió su alta médica hace más de cuatro años entre el rechazo de sus parientes; encontró comida, merienda, techo, cama y amigos en el hospital.

“Pilo”, como de cariño lo apodaron, ha salido y entrado en repetidas ocasiones del hospital padece esquizofrenia y si bien es atendido, al igual que los otros 17 internos que al momento de esta redacción ya deben estar en su hogar —porque recibió su alta médica—aún deambula por la sala de hospitalización.

Es imposible sostener una conversación coherente con él, aunque sus pláticas se enfocan en dinero y “trillones de dólares”, desconoce que su estadía diaria tiene un valor aproximado de 1,400 lempiras en un hospital que al año en promedio, recibe un presupuesto entre 130 a 140 millones de lempiras destinados, en su mayoría, a gastos fijos como pago de personal.

“Pilo” sigue instrucciones, no es violento y aunque su cara refleja tristeza a veces sonríe, quizás recuerda la época en la que se ganaba la vida en las calles vendiendo periódicos para apoyar a su madre, una dama de avanzada edad que aparentemente ya lo olvidó.

EL HERALDO constató las dificultades que generan esos olvidados, pacientes no judicializados (personas libres) y especialmente los judicializados (privados de libertad) que recibieron un diagnóstico, atención de calidad, tratamientos y su alta médica, pese a eso siguen como inquilinos permanentes mientras generan gastos y limitan cupos a futuras personas.

La familia de Pilo vive en una zona de alto riesgo dominada por estructuras criminales, eso se convierte en una piedra más en el camino hacia su liberación del Hospital tras ser abandonado por sus familiares.

El huésped ama el hospital al punto de llegar para quedarse ya que encontró dentro de esas paredes un refugio contra el estigma así como amigos que casi son su nueva familia, ellos incluso lo llevaron al Hospital Escuela para conseguirle atenciones ya que fue atropellado.

Separados por el “patio”, un espacio abierto que ha testificado varias fugas, están las salas de hombres con 45 camas y la de mujeres con 35; en teoría de acuerdo con el director del hospital, Mario Aguilar deberían albergar 80 pacientes internos como capacidad máxima.

Sin embargo, en ocasiones la necesidad los vuelve creativos y la cifra aunque altere las estadísticas debe estirarse al recibir más pacientes, porque en la última década, por empatía y humanidad no han negado el ingreso a personas que requieren internamiento.

Al 25 de abril los datos del Hospital proporcionados a este rotativo, por el Departamento de Trabajo Social, detallaron un total de 59 pacientes, de ellos 19 no judicializados, 23 judicializados y 17 con alta médica.

El camino hacia el área de Hospitalización inicia con un pesado portón de metal, tras ingresar hay un espacio abierto conocido como el Patio.

El patio es compartido en horarios diferentes entre hombres y mujeres, aunque está limpio las labores de aseo no pueden ocultar que está deteriorado y requiere atención de la Secretaría de Salud.

La farmacia según el personal del Hospital Mario Mendoza está abastecida en un 90%. Al igual que en las salas aledañas, resalta la limpieza en las deteriorada estructura donde las atenciones incluyen hasta corte de pelo.

De los que tienen alta médica resalta una paciente originaria de Puerto Cortés, a unos 300 kilómetros de Tegucigalpa, que además de su diagnóstico de esquizofrenia también padece de prolapso rectal.

“Ella recibió el alta hace 18 días, sus familiares dejaron de contestarnos el teléfono incluso cambiaron de número. En ese caso, se requiere atenciones quirúrgicas, ella necesita cuidados especiales que este hospital no puede brindarle”, detalló el director mientras argumentaba que el verdadero problema surge de los pacientes judicializados o privados de libertad.

El director del sanatorio explicó que en promedio la estadía de un paciente no judicializado antes de recibir alta médica puede ser entre 20 a 25 días, pero en algunos casos, podría extenderse hasta los dos meses según la condición del internado.

Mario Aguilar, director del hospital, enfatizó que aunque los pacientes abandonados generan enormes gastos la raíz del problema emana del estigma contra los internos y las normativas judiciales que prolongas las estadías.

No obstante, este tiempo no aplica para los pacientes judicializados o privados de libertad que son enviados al Mario Mendoza porque ellos exigen estadías que pueden durar hasta dos años.

“Nos obligan a ese tiempo, por ejemplo el miércoles 24 de abril, más de la mitad de la sala eran pacientes judicializados de esa cantidad 16 ya tenían el alta sin poder moverlos”, detalló el galeno.

Las estimaciones realizadas por EL HERALDO con base a lo explicado por el personal del hospital indican que el gasto diario por paciente puede ser en promedio mínimo de 1,400 lempiras hasta 4,000 como máximo.

Es decir el gasto mínimo anual por un paciente puede ser 511 mil lempiras y el máximo puede llegar hasta los 1.4 millones de lempiras.

Si un paciente judicializado está dos años interno, representa un gasto casi de 3 millones de lempiras, además por su larga estadía agrega funciones que no competen a un hospital pero ante la ausencia de un lugar, el Mario Mendoza parece asilo.

El reloj marcó las 10:00 de la mañana y el tiempo de merienda más el llamado de uno de los 128 empleados en el área de salud asignados en el hospital, captó la atención de los pacientes internos.

Ordenados y en fila, uno a uno recibieron el aperitivo: un vaso con helado. Entre ellos uno casi apartado de los demás lo tomó y disfrutó mientras observaba el piso con una mirada calmada, fija pero llena de tristeza.

Patricia Ordóñez, trabajadora social desde hace 19 años en el hospital, relató a EL HERALDO que el paciente con la mirada fija, recibió su alta médica y legal hace un año pero aún sigue en el hospital.

Judicializados y no judicializados conviven en las salas del Mario Mendoza, el problema emana de los privados de libertad y el proceso legal que genera gastos extra y por la lentitud de los jueces que conocieron la causa de los ahora abandonados.

El joven que mató y enterró a su madre, según el personal del Mario Mendoza recibió su alta médica y legal hace un año pero es despreciado por su familia simultaneo al engorroso trámite legal que manda la ley aún no regresa a la cárcel para continuar con su condena.

“Fue diagnosticado con esquizofrenia, escuchaba voces que le decían ‘mata a tu mamá’, además de matarla la enterró. En uno de sus momentos de lucidez reveló lo que había hecho, ahora su papá no quiere encargarse de él”, detalló.

La entrevistada que también cumple funciones como enfermera auxiliar, reveló que el hospital no tiene las condiciones económicas para realizar la visita domiciliaria hasta Gracias Lempira y cumplir con el requisito del juzgado que certifique la existencia de familiares que puedan encargarse del paciente.

“Iniciamos la investigación hace dos años, sabemos que hay condiciones para que lo cuiden. También el problema es que los jueces no dan respuesta, hace muchos años había una juez que movía pacientes, ahora es diferente”, lamentó Ordoñez.

De acuerdo con el Código Penal vigente, en su artículo 87 se aborda el tema de “clases de medidas de seguridad” que pueden imponerse, entre ellas están las privativas y no privativas de libertad.

Entre las privativas se menciona el internamiento en un centro psiquiátrico, desintoxicación o en un centro educativo especial.

Asimismo, el artículo 100 aborda el “trastorno mental sobrevenido del penado” y aclara que después de una sentencia pronunciada y firme, al penado que sufra ese padecimiento el órgano jurisdiccional competente le suspenderá la ejecución de la pena impuesta a cambio de una medida de internamiento. .

Sin embargo, una vez restablecida la salud del penado, cumplirá la pena salvo que hubiera prescrito sin perjuicio del órgano jurisdiccional competente que por razones de equidad “pueda darla por extinguida o reducir su duración”.

El Código Penal indica que todo paciente judicializado una vez que reciba su alta médica tiene que regresar al centro penal para cumplir su condena a menos que eso sea contraproducente.

De acuerdo con el médico personal que labora en el Hospital Mario Mendoza, instamos a la creación de un espacio que sirva para atender pacientes ya diagnosticados que tienen su alta pero son abandonados.

“Existen espacios diseñados para personas de la tercera edad o con discapacidades, pero no existe ningún lugar para asilar personas con diagnósticos mentales confirmados”, lamentó el director Aguilar.

Confirmó que a aunque la estadía prolongada de pacientes en el Mario Mendoza es un grave problema, “para que no se pierda la humanidad” continuarán trabajando para todos los que necesiten ayuda pese al gasto y repercusiones negativas que obtengan en las evaluaciones que realizan la Secretaría de Salud (Sesal).

Al no emitir la cantidad suficiente de altas médicas de pacientes, porque nadie responde por los olvidados, eso incomoda a las autoridades sanitarias que quieren respuestas, pero no facilitan soluciones para que el hospital no sea un asilo.

Para conocer la posibilidad de la construcción o habilitación de un lugar que sea un asilo y liberar espacios y carga económica en el Mario Mendoza, EL HERALDO contactó al equipo de comunicaciones de la Sesal. Aunque hubo anuencia de colaboración para concertar una entrevista, al final no se concretó nada.

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Pacientes
Alta médica
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