“Ponte linda”, el emprendimiento de la hondureña Lindaisy Márquez que triunfa en España
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MADRID, ESPAÑA.- Lo que comenzó como una curiosidad hoy se ha convertido en un emprendimiento para Lindaisy Vásquez; ahora busca alcanzar otras metas mayores en su vida.
La joven de 25 años reside desde hace cinco años en la comunidad de Batán, Madrid, España, país al que emigró para volver a reunirse con su madre y en el que soñaba especializarse en la Enfermería, sin embargo, se vio frenada en su sueño y tuvo que optar por nuevos proyectos.
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Originaria de La Esperanza, Intibucá, Linda -como prefiere que la llamen- comenta a EL HERALDO que se inició en la manicura y pedicura casi por curiosidad, pues fue su hermana la primera en sacar algunos cursos sobre esta técnica y aunque la estuvo practicando por algún tiempo al final lo dejó.
A Lindaisy entonces le entró la curiosidad al ver los delicados diseños que se pueden realizar tanto en manos como en pies, así nace “Ponte linda”. “Dije voy a capacitarme también, por lo menos para hacerme las uñas yo sola, pues en eso terminé el curso y vi que se me daba bien y empecé a hacerle las uñas a mis hermanas, mi mamá, algunas que otras amigas”, asegura.
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Posteriormente, pensó en comprar más materiales y “publicar que hago uñas a ver qué tal me va, porque es una manera de generar ingresos”, su sorpresa fue la gran aceptación que encontró en su nuevo proyecto.
La joven confiesa que se motivó a sacar adelante su negocio de manicura para generarse más ingresos, ya que por ser migrante muchas veces no les pagan un salario mínimo, independientemente del trabajo que se desempeñe.
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“Me sorprendí por la gran aceptación que tuve, y al inicio no fue nada fácil, salía de trabajar y me iba a hacer uñas a domicilio, me iba lejos y llegaba súper tarde a casa, cansada y hambrienta, a descansar para el día siguiente continuar”, revela sobre los sacrificios que ha tenido que hacer.
“Las clientas en todo momento confiaron en mí y me daban ánimos diciéndome que todo era cuestión de práctica, y que siguiera adelante que iba a llegar muy lejos. Hoy tengo clientas que estuvieron allí desde el inicio y me encanta porque cada día que pasa conozco más personas de diferentes nacionalidades”, relata.
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Una de las cosas que la motivan es poder ayudar con su trabajo a aquellas personas mayores que por su movilidad reducida no pueden acudir a una estética, “¡yo voy a sus casas a consentir sus manos y pies!”, nos comenta.
Tras más de un año como manicurista, la joven catracha nos comenta que “allí fue donde me di cuenta que uno no sabe de las cosas que es capaz hasta que las intenta, muchas veces no conocemos nuestros talentos, pero hay que intentar una y otra vez, hasta conseguir nuestros sueños, y si una cosa no funciona pues por lo menos se intentó y se siguen intentado más cosas para provocar oportunidades, hasta llegar a la meta”.
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Linda se ha preparado en España con un curso de manicura y pedicura con esmalte semipermanente, luego se especializó en otro de uñas acrílicas, pero notaba que no era suficiente y quería seguir aprendiendo más. También aprovechó sus vacaciones en Honduras para especializarse con otros cursos profesionales de uñas acrílicas.
Reconoce que fue como un choque cultural al llegar al viejo mundo, pues de tener empleo como recepcionista en un hotel y atención al cliente en una ferretería, al llegar a España se sintió limitada en solo poder laborar como cuidadora de niños y personas mayores o en limpieza.
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