Artículo de Octavio Carvajal: “Niños” con juguete
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TEGUCIGALPA, HONDURAS.-En relación con pasados gobiernos, en el que apenas inicia abundan serios piques, codicias, lujos, abusos y nepotismo, los de turno se vendieron como látigos contra el atropello y buena pila anda de “niños” con juguete.
De reñir el pus y los lujos de cachurecos a modelar sendos autos blindados, helicópteros y a mamar con todo el familión. Son gorrones afeitados.
Si los de la estrella solitaria se estrellaron por su propia ambición, los recién llegados igual están dándose con la piedra en los dientes. Si chorro de cachos perdió el tabique por el polvo y sus atracos sin freno, Libre, dirigido por el presidente Manuel Zelaya Rosales, podría cavar su propia tumba ante un pueblo fisgón harto de todo ladrón. El partido de “Mel” rige el país por primera vez con apéndices más fuertes y de raro andar.
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Con diez millones de almas, Honduras sigue siendo víctima de astutos bandidos. De nadie es ajeno que cada cuatro años somos “gobernados” por una “clase política” solapada, cínica, que, según su teatro, critica y “odia” las orgías públicas y nomás calienta butacas en el Legislativo y Ejecutivo muestra su cara de alimaña. Otros rostros con las mismas mañas y con peores rastros.
Años viendo, oyendo y leyendo el mismo tráiler. Es presidente zutano o perencejo a lomos del grito popular que exige sus derechos y nos clavó a toda su gente exigiendo y sudando decoro como un loro. El gentío, con extrema pobreza, comiendo salteado y pidiendo prestado, aplaude, por una vulgar ración, que cachos, rojos, rojinegros, verdes y amarillos se lo pasen por el arco del triunfo.
Todos “reducen la pobreza” alojando sin pudor a sus hijos, cuñadas (os), suegros, hermanos (as), nueras y yernos en los mejores puestos con jugosos sueldos, pero el ladrón -al modo de psicópata- aun exponiendo su familión, niega cualquier verdad y la tilda de mera especulación, de rabietas de rivales o de prensa malsana, tarifada. Las eras son otras y muchos parecen no meditar que el juguete cambió de uñas.
Otros “niños” portan el muñeco estatal a diferencia que son duchos en pelearlo. Si bien la plebe está agitada en las calles, los nuevos inquilinos saben que están contrarreloj. Lo sucedido en 2009 es una historia cargada de tirrias por cobrar de cuarto en cuarto; ajustes que no deben dilatar. Al toro por los cuernos. Los que se fueron son corruptos, narcos y el parto es otro, aunque del mismo patrón.
El tufo de los recién despedidos está dando los frutos esperados en una recua de “niños” con juguete que, sin temor a errar, jugarán enchute por buen tiempo en la manchada y dividida oposición sin eco en una empresa privada cobarde, atomizada que aun sueña, cree y le apuesta a su salvación en micrófonos viejos, sin crédito o, en su caso, buscando el apoyo de países imperiales sin ton ni son, oportunistas. No obstante, “el delincuente soy yo”.
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Muchos o miles no logran desenredar hacia dónde nos llevan quienes embobinan muy cautos a fuertes grupos disonantes capaces de trabar el país con uniformados mansos, al pie del incendio para subir el ego y “lactar” el estómago vacío de nutridos adeptos aptos en armar bullas y cuidar muy bien a los “niños” con juguete, amos de otro sistema que dará sinfín de asombros en lo geopolítico y en lavado ¿de dinero?, no de mentes débiles.
Estamos con galanes, uno que otro improvisado, pero en su mayoría diestros en hablar derecho caminando torcidos. Saben lo que traman a corto plazo valiéndose del clamor, respaldo y lealtad popular; es hoy o nunca para darle en la nuca a todo tropiezo político, sectario, financiero y también a los disidentes internos de Libre. Soltarán sus perros para que ladren, muerdan o intimiden según sus lucros o sus piques.
“Niños” con juguete son peligrosos en cualquier parte del mundo porque como pueden compartir el pichingo, igual lo luchan, lo envidian o lo tiran para que otros se lo disputen; todo depende con qué fin lo porten, lo ansíen o lo usen. El juguete se vuelve la “droga” para esos (as) que apenas lo llevan o lo ganan también lo abusan, sin verlo, a su capricho, como un acto de corrupción y nepotismo.
El muñeco de los “niños” cambiará todo a su gusto dentro de poco. Sus heraldos callejeros, hoy tirando piedras y trompadas desde autos pompa y helicópteros, sonarán sus trompetas anunciando el vuelco del país. ¿Eternizarán?