TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Tal vez más que nunca somos conscientes de la importancia de fortalecer el sistema inmune para prevenir enfermedades y hacerle frente a cualquier infección.
Para lograrlo, la nutrióloga Sandra Carbajal aconseja una dieta variada, completa, inocua, equilibrada y adecuada; tanto en el desayuno como en los snacks. Explica que la infancia es uno de los periodos más importantes para evitar anemia, mal funcionamiento metabólico, del sistema nervioso y otras anomalías que afectan al crecimiento.
“Debemos garantizar el consumo especial de hierro, vitamina D, vitamina A, zinc, calcio y complejo B”.
Por otra parte, Talia Mondragón, maestra en Ciencias de la Salud, explica que hay tres factores que influyen en el desarrollo de defensas: entorno, emociones y alimentación.
“El sistema inmune tiene la capacidad de distinguir entre las células del organismo y los componentes (antígenos) que no le son propios, si una molécula ajena es detectada, éste se lanzará al ataque inmediatamente”, establece Mondragón.
Por otra parte, existe la alternativa de tomar suplementos vitamínicos, masticables o bebibles, siempre y cuando sean recetados por un médico. Además, es muy importante sumar actividad física, sueño reparador de ocho a nueve horas y cuidar la higiene personal.
La nutrióloga Susana Padilla señala que el sistema inmunológico toma tres meses en regenerarse por completo. Mala alimentación y estrés son sus principales enemigos.
FOCOS ROJOS
Un sistema inmune bajo se refleja en:
- Infecciones frecuentes
- Dolores de cabeza atípicos y constantes
- Mareos continuos
- Crecimiento tardío
- Exceso de cansancio
- Presencia de moretones sin explicación
PROBIÓTICOS Y PREBIÓTICOS
El sistema inmune mantiene una estrecha relación con el intestino, menciona la nutrióloga Grace Ibarra Corral. “Los alimentos que deberíamos comer son los que mantienen un intestino saludable, una microbiota intestinal buena. Hablamos de probióticos y prebióticos, de manera principal. Los prebióticos se traducen en alimentos ricos en fibra, por ejemplo, algunos granos, avena, espárragos, centeno, muchas frutas y verduras”.
Éstos actúan como fertilizantes que promueven la existencia de bacterias benéficas en el intestino. Los probióticos refieren, precisamente, a los alimentos que contienen microorganismos vivos encaminados a mejorar y/o mantener la microbiota intestinal.
De acuerdo con la Clínica Mayo, las “bacterias buenas” de la microbiota intestinal, además de metabolizar nutrientes y medicamentos y mantener la estructura y el funcionamiento del tubo gastrointestinal, ayudan al sistema inmune a prevenir invasiones de patógenos.
Los dos mantienen el revestimiento mucoso que protege a los órganos de agentes nocivos, además de que unen fuerzas para suprimir las bacterias dañinas.
Alimentos fermentados, como el kéfir, el chucrut y el kombucha son fuentes de estos agentes benéficos. La especialista Ibarra Corral subraya que la alimentación debe ser lo más natural posible, es decir, evitando la comida procesada.